Salió apresurada de su trabajo, estaba retrasada. Hace unas horas, su impaciente amiga le dijo que la esperaría en casa para cenar y ponerse al día. Imaginando a Miley debía estar histérica, por su tardanza. Odiaba la impuntualidad, pero su jefe le había pedido unos encargos de últimos minutos y eso la retraso. Tomó un taxi, si esperaba el transporte público se tardaría más. Le indicó la dirección y tomó su celular para escribir un rápido WhatsApp:
” Sorry por el retraso, ya voy en camino” Le añadió emojis y stickers de disculpas. Esperó unos minutos, no recibió respuesta; Señal que su adorada amiga estaba molesta. 15 minutos después, llego a casa donde la recibió Miley con cara de molestia.
—¿Ese es el recibimiento que le das a tu adorable amiga, después de meses sin verla?
—Es lo mínimo que te mereces por ponerme a esperar dos horas. Además, no puedes quejarte del mal recibimiento, ya debes estar acostumbrada con tu mal humorado Gato. Da gracias que te abrí la puerta.
Sin hacer caso a sus graciosos reclamos, se abalanzó sobre su ella y la abrazo llenándola de besos por todas partes.
—Hey, ¿puedes poner tu espíritu lesbianisticos bajo control? Le respondió su amiga fingiendo una incomodidad que no sentía.
—No. Eres la mujer de mi vida. Ya te he dicho qué salgas del closet, así podrías tener el privilegio de casarte con esta hermosura de mujer.
—Lo siento querida, mi heterosexualidad no me lo permite.
Ambas explotaron en una fuerte carcajada. Así era su amistad. Llena de bromas, risas, lágrimas, recuerdos y buenos momentos. No importaba el tiempo que se mantuvieran separadas, cuándo se reunían era como si el tiempo no hubiese pasado. Tenían años siendo amigas, eran tan unidas que se conocían demasiado una a la otra. Sabían el estado de ánimo de cada cual sin decir siquiera una palabra.
—¿Qué tal el viaje? ¿El trabajo? ¿La familia? ¿El amor? Quiero saberlo todo.
—El viaje largo y aburrido como siempre. El trabajo súper, después que me ascendieron las cosas han mejorado mucho, aunque la falta de tiempo para hacer otras cosas es escasa. Mis padres están superbién. Y el amor, debe andar perdido en unos de los tesoros de las películas del pirata del caribe. O peor aún, creo que lo chocó Torreto en sus desenfrenadas carreras de Fast and Furious. ¿Tú qué tal? ¿Cuándo me vas a presentar a tu nuevo amigo?
Le preguntó de modo burlón arqueando las cejas.
—Todo normal, sumergida en el trabajo y mis libros. Sobre Roswell, hemos hecho buena química. Al principio fue un poco antisocial, pero luego de algunos días se han ido limando las asperezas y hemos logrado mantener una buena comunicación de vecinos.
—¿Y te gusta?
—Por favor, Apenas nos estamos conociendo. No puedo negar que no se ve nada mal. Posee un atrayente y odioso sex-appeal que llama mucho la atención. Labios carnosos, pómulos fuertes. Una personalidad egocéntricamente excitante, pero no, no me gusta.
—¡Gracias a Dios que no te gusta!
—Deja de imaginar cosas.
— Estás hablando conmigo, tarada. Si es algo que sé bien es cuándo un hombre te interesa para algo más que “amigos”. Y él tal Jowel, Foller o como se llame, te atrae. Lo veo en tus ojos. En la forma en que me hablas de él. Cómo se estremece tu nuca. Admítelo Pecadora, te quieres follar a tu vecino.
—¡Se llama Roswell, idiota! Le contesto sonriendo.
—Admito que estar a su lado me hace sentir extraña. Y, es algo que me asusta.
—Mmm… ¿Extraña en el sentido en que deseas tenerlo en tu cama o extraña en el sentido de que quieres llegar algo más profundo?
Suspiro. Ni ella misma sabia como descifrar eso que sentía. Y sin mentirse era algo nuevo para ella. No era amor, quizás un fuerte deseo de tener sexo sin control con él. Lo deseaba, de eso no tenía duda. Pero más allá de la lujuria y el deseo había algo más. Algo intenso, inmenso, que hacía que ella lo analizará, tratará de entenderlo. Ayudarlo. Miro a su amiga, que estaba frente a ella ofreciéndole una taza humeante de café recién hecho.
—Gracias. Echaba de menos tu buen café.
—Estás evadiendo mi pregunta. Le reprendió su amiga.
—No la evado, solo que no sé la respuesta. Dijo un poco confundida.
—Talvez es solamente ganas de sexo. Tienes mucho sin actividad sexual y tener un vecino de atrayente y odioso sex-appeal te ha alborotado el apetito.
—¡jajajá! Sé darme cariño. ¡Estúpida!
—No es lo mismo, dártelo a que te lo den, ¡Imbécil!
—Lo sé. Talvez era eso, el deseo de sentir su cuerpo sobre el suyo. De tocar su piel, de darse placer. Sí, debía ser eso. Sus hormonas estaban un poco necesitadas de cariño masculino. Él era tan propio, tan exuberante, un contraste entre lo egocéntrico con lo amable. Una combinación de lo grandioso con lo imperfecto.
—¡Hey! Te estoy hablando. ¿En qué piensas tanto? Estoy aquí cielo, si algo te preocupa o molesta sabes que puedes decírmelo. Miró, a su amiga, en su cara se veía un gesto de preocupación.
—Estoy bien corazón, solo un poco cansada. Miley sabía que en sus pensamientos había algo más que cansancio, la conocía bien. Algo la preocupaba. Pero no insistiría, sabía que en su debido momento se lo contaría. No había secretos entre ella.
—Deberías darte un baño, apestas a cigarrillos. Yo iré preparando la cena.
—¡Vale! Me alegra que estés aquí. Te he echado mucho de menos.
—Lo sé, yo también a ti.
Mientras se bañaba, con el agua recorriendo su cuerpo, seguía divagando en aquello que la hacía sentir tan extraña. Había tenido sueños húmedos con él. Era deseo sexual, si eso era. Tendría que averiguarlo; Era la única manera de saciar aquella agridulce sensación, que la excitaba y al mismo tiempo la atormentaba.