Amar a ciegas

Capítulo 1

Sentía la suavidad de mis sábanas arropándome, eran tan suaves que me llenaban de una comodidad... La poca luz que entraba en el cuarto era la que se encargó de haberme despertado. Lentamente abrí los ojos e inspeccione la habitación. Empecé con la enorme lámpara que colgaba del techo y que tenia forma de araña, de cada uno de sus brazos colgaba una tira de preciosos diamantes. Justo enfrente de la cama había un enorme ventanal que daba a las preciosas vistas de la ciudad y el amanecer. Esa misma ventana estaba tapada por una cortina de la tela más cara que alguna vez en mi vida pude contemplar. Millonarios...

Me quité las sábanas de encima y me puse a buscar mi ropa, esta estaba esparcida por la habitación, fruto de mi noche salvaje con Allan, el millonario...

Tenía que averiguar dónde se había ,metido ya que se suponía que me tendría que haber despertado yo primera. Una vez ya vestida dejé el maravilloso cuarto y me adentré por los pasillos de este lujoso laberinto. El pasillo era larguísimo y al final parecía que había más luz así que supuse que debía ir por ahí. Camine intentando hacer el menor ruido posible para que nadie me viniera a ver. Necesitaba encontrar mi bolso y salir de ahí lo antes posible. Antes de que se monte una gorda...

Ya había llegado al final del pasillo y me encontré con un salón enorme que daba a lo que venía siendo el recibidor de la mansión. Estaba en la segunda planta situada y unas enormes escaleras de mármol daban el enorme recibidor donde pude ver mi bolso y abrigo. Baje las escaleras esperando o más bien rezando por que nadie me encontrase y fui directa a por mis cosas.

-Señorita ¿no va a desayunar?. El señor Allan mandó a preparar el desayuno para usted. Está todo listo en el comedor.-

Me di la vuelta lentamente mientras maldecia en mi mente, se me estaba complicando la cosa.

-Lo lamento mucho pero no me encuentro del todo bien y preferiria marcharme ahora.-

-Insisto señorita pero el Señor se enfadará si se entera que se fue sin desayunar-

-Esta bien, llevame al comedor.-

Al final tuve que acceder, no queria que ella tuviera que lidiar con el mal temperamento que se rumorea que tiene Allan. Quizas asi podria quitarle unas cuantas más de sus riquezas. No es que no tuviera suficientes, porque ya le habia quitado unos cientos dolares y estaban perfectamente guardados en mi bolso, también me había llevado unas joyas que encontré en la mesita el lado del perchero. Estaban llenas de piedras preciosas y metales de los más caros. Tuve la suerte de poder venir a esta mansión a revolcarme con Allan. Después de hoy vendería lo que tengo y el no me vería más.

Por si no os habéis dado cuenta todavía yo me dedico a acostarme y emborrachar a gente con dinero para posteriormente robarles y vender sus cosas. Así es como me gano la vida, de momento solo tengo unas cuantas denuncias y no creo que llegue a más. Estos hombres hacen lo que sea por un poco de sexo ...

Ya cuando llegamos al comedor me quedé de piedra, si el cuarto me parecía divino esto era de otra galaxia. Había una mesa en la que podrían caber perfectamente veinte personas. En cada sitio había dos platos, cubiertos, servilletas, copas y ¡Rosas! Amo las rosas, pero las que son de color azul. Justo al lado de lo que vendría siendo el sitio del "jefe" había un plato delicioso con un desayuno deliciosamente delicioso. Se me caía la saliva de lo apetitoso que estaba. Me di dos bofetones mentales y me acerque a lo que sería mi sitio. Sólo tenía que comer e irme de aquí rápido.

-necesita algo señorita?-

-no, gracias.-

Era otra vez la chica que me pilló en la entrada. Iba todo el rato con la cabeza gacha, como si temiera alzar la vista y encontrarse con un monstruo.

Ya había terminado el desayuno, le di las gracias a la criada, me termine el zumo de naranja y valla suerte la mía que apareció Allan.

-Ya se va señorita Agatha?-

-si, lo lamento pero tengo que hacer unos pendientes.-

-esta bien permítame que la acompañe hasta la salida -

Me levanté y lo seguí en silencio y rezando por qué no me descubriera, la verdad es que me había llevado bastantes cosas suyas ...

- un placer haberla conocido señorita Agatha. Espero que nos volvamos a encontrar en otra ocasión.-

-estupendo, gracias a usted por todo, nos vemos!!-

Ufff , ya por fin fuera, sería los ojos de Allan sobre mi nuca hasta que llegue a las enormes puertas de la mansión. Estas se abrieron automáticamente y me dieron una libertad que ansiaba desde muy temprano hoy.

Ya mis piernas caminaban solas, no sabía ni que iba a hacer con tanto dinero que iba a ganar vendiendo estas joyas. Eran pocas pero tenían pinta de ser de gran valor. Podría terminar de pagar la casa, un coche... Me paré en el banco al lado de un parque y dejé que el viento azotara mi cabello. Empezaba a refrescar pero la sensación de sentir mi piel erizarse por el frío era bastante placentera. Me recordaba a las veces que me sentaba con papá y conversábamos sobre nuestros problemas. Hablando de problemas... debía hablar con Alex, el que se encarga de hacerle sitio a mis objetos confiscados para poder subastarlos. Yo nunca salgo directamente a ofrecer mis joyas.

-Hola Alex!!-

-Dime que tienes algo para ofrecer en dos días.-

-Dudas de mí? Espero que me tengas una buena preparada porque traigo varias joyas valiosas.--

-JAJAJAJJAJAJ. A quién le robaste ahora?-

-Allan Mussel!!!--

-Santa madre mía y no me lo puedo creer. Estoy que no puedo. Allan Mussel, el millonario, guapo, listo, no dudo que lo que traes es de gran valor. JAJJAJJAJ.-

-Entonces tengo sitio para subastar mis pertenencias???-

-Tienes tu sitio asegurado. A las 22:00h en dos días ya sabes dónde...-

-Ahí estaré, gracias.-

-Nos vemos-

Ya todo planeado y dispuesta a irme a casa me levanté, arreglé mi ropa y emprendí mi marcha. Tenía mucho que preparar. En quince minutos ya estaba entrando por la puerta y podía sentir la emoción que me llenaba. Lo primero era calentarme algo de comida y luego ya ponerme a escribir el discurso que dará Alex a la hora de presentar mis joyas. También debía llamar a Elsa para que me diera el valor exácto al que debía empezar las subasta para no perder dinero. Creo que llamarla ahora sería lo mejor, dejé mi bolso en el sofá y cogí mi móvil.




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