Amar Después de un Gran Amor

CAPITULO 4

Llevo un mes en editorial, al principio fue una tortura. Soñaba que por la puerta entraría Fede con su característica sonrisa; o pasar por su antigua oficina y verlo ahí, sumido en alguna historia que lo atrapo.

Debo ser realista, él nunca va a volver, se fue para nunca regresar. Cuanto mas pase el tiempo este dolor ira cesando, y será un poco mas fácil.

Podre volver a ser quien era antes de conocerlo, antes de ser su mujer y depender de alguien mas.

El tema es que no recuerdo como era yo antes de él.

 

 

Un dia de mucho sol salgo a tomar mi almuerzo en el pequeño restoran frente a la editorial. Me hice un par de conocidos en el trabajo, soy la única nueva, y algunos los conocía por lo que me contaba Fede.

Mientras almorzábamos, la silueta de un hombre entrando a la editorial me deja perpleja. Era alto, casi de dos metros me atrevería a decir, con un corte moderno, solo una franja de pelo al centro de la cabeza que le caía sobre el costado, y ambos lados de la cabeza totalmente rapados; un piercing en la oreja y todo vestido de negro.

¡Que raro ver a alguien asi entrando en una editorial! Quizás es escritor no lo se.

 

Una hora mas tarde vuelvo a ocupar mi asiento y me dispongo a leer los e-mails que llegan a la editorial, cuando se abre la puerta de la oficina del jefe, con dos personas cuchicheando. Y el hombre que vi hace rato sale a su lado.

Me quedo atónita observándolos, el hombre misterioso detiene la charla con mi jefe para mirarme.

Mas cerca descubro que tiene un piercing en la ceja derecha, sobre unos ojazos verde claro, y unas facciones muy atrapantes. Aunque el hechizo que me tenia tonta mirándolo se rompe, cuando con soberbia dice:

  • ¿Se te perdió algo? –me quedo helada. ¿y este, quien se cree que es, Chris Evans? Pienso internamente.

Mis ocurrencias me provocan soltar una risita burlona. Cuando levanto la mirada para contestarle, me sorprende descubrir que no solo sigue mirándome, sino que también sonríe.

  • Nos hablamos despues Horacio.-se saluda de manos y me mira. –Adios señorita.- con una sonrisa gigante.

Fuaaaa!!! Y la soberbia donde quedo?

  • Aleli- me habla Horacio. No me había percatado que el muchacho se había ido hace un par de minutos, sino que mi jefe me miraba divertido.
  • ¿Si jefe? – dije tratando de bajar de donde estuviera.
  • ¿Todo bien? ¿esperas a alguien?
  • No no, porque?

Sonrió –por nada me pareció que te dio curiosidad mi amigo Luciano.

Con que asi se llama, ¿eh? ¿Para qué me dice como se llama? Soy viuda hace 2 meses.

  • Para nada jefe tengo trabajo. –me concentro en mis papeles, el asiente y se va.

Una vez que me aseguro que entró a su despacho, dejo todo y me froto la cara. Fede recién se fue, no puede ser que me quieran emparejar con alguien tan pronto. No lo voy a permitir, no quiero reemplazo para mi marido.

 

Mas tarde en la soledad de mi cuarto, lloro en la cama abrazándome. Después de varios días de dormir un poco mejor, vuelvo a llorar y me enojo conmigo por siquiera voltearme a ver a alguien mas, me siento muy culpable. Como si estuviera engañando a Fede.

Volvi al pozo de nuevo, en vez de ser mas fácil, sigue costando vivir.




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