AHORA LO SÉ
Despacio abro los ojos y observo la estancia en la que estoy, una habitación blanca e impoluta me da la bienvenida. ¿Qué hago aquí y dónde estoy? ¿Por qué estoy rodeada de tantos cables? Me los quito sin ningún miramiento y me incorporo.
Mi boca se abre de la sorpresa por la imagen que veo ante mí. Cato está sentado en el sillón que está junto a mi cama. Se encuentra dormido por lo que ha terminado con su cara recostada en mi cama. ¿Por qué estaba aquí?
Lo veo dormir y se me suben los colores. Está adorable ahora mismo, dormido, parece hasta un ángel.
—¿Clove? —me llama casi en un susurro ronco pero que hace que salga de mis pensamientos. Al mirarlo veo que sus ojos azules me están mirando fijamente.
—¿Qué… qué hago aquí Cato? —pregunto dudando mientras me toco la cabeza y veo que tengo puesto un vendaje.
—Verás… —comienza a decir—, durante el entrenamiento especial te desmayaste al perder mucha sangre —me explica—. Clove —se levanta del asiento y se acerca a mí—, estuviste a punto de morir —me dice esto último en tono serio y preocupado.
—Ehhh… vale… de acuerdo —su comentario y tenerle tan cerca me han dejado totalmente descolocada— ¿Y cómo hemos quedado? —pregunto intentando recordar todo lo que pasó.
—Quedé el último —me responde seco.
—¿Entonces hemos ganado no? —vuelvo a preguntar mientras una sonrisa se me dibuja en la cara.
—Gané yo, Clove —vuelve a decirme de manera tajante, poniéndose serio.
—¿Eso qué quiere decir? —no entiendo a dónde quiere llegar.
—Han decidido que gane yo, solamente yo… —comienza a decir.
—Pero —lo interrumpo—, somos una pareja, no lo entiendo —sigo confusa.
—Lo sé —me responde cogiendo una de mis manos entre las suyas—, pero no quieren que vayas a los juegos. Quieren a otra persona en el caso de que yo vaya a los juegos —mis ojos comienzan a aguarse de la rabia y la frustración que tengo—. Aunque aun no sé si voy a ir yo o no, ya que les ha gustado otra pareja. Decidirán quiénes irán más adelante supongo —dice cabizbajo. Está triste, lo noto, él quiere ir.
—¿Son Sara y Samuel verdad? —pregunto con rabia.
Cato asiente con la cabeza y lanzo un grito de rabia. Necesito soltar todo. Los odio con toda mi alma, a los dos.
Cuatro semanas después…
Desde aquel entrenamiento especial y después de estar en el hospital la relación entre Cato y yo se había enfriado. Es como si lo que pasó aquella noche nunca hubiera pasado. No hemos vuelto a acercarnos, ni tocarnos, ni mucho menos besarnos. Cato no deja de entrenar para prepararse para los juegos, ya que según lo que me contó Laila, él está seguro de que va a ir. Y tengo que enterarme por mi amiga, ya que ni siquiera me hablo con él, no porque yo no quiera, sino porque él parece evitarme. Ni siquiera nos insultamos, ni nos hacemos la vida imposible el uno al otro. Nada.
Siento que tengo un vacío dentro de mí. No sé porqué pero lo echo de menos y no entiendo porqué hace como si no existiera. Me duele que me ignore y que solo haya sido una tonta más que ha caído en sus jugos.
Pero… es que sentí que él tenía los mismos sentimientos por mí. Que había algo entre los dos y ahora… Nada.
Hoy es un día muy importante en la Academia porque van a anunciar a los tributos que se van a presentar voluntarios para ir a los juegos de este año. Por lo que me levanto rápidamente de la cama y comienzo a prepararme. Al terminar camino hasta la Academia, sola como de costumbre.
Entro en el vestuario de las chicas y veo que están todas ahí ya. Me cambio de ropa y me pongo la ropa para entrenar. Las chicas no hacen más que hablar y de cotillear, están intentando indagar quiénes van a ser los elegidos este año. No hago caso de lo que dicen pero no puedo evitar escuchar sus conversaciones.
—Seguro que es él, ya lo verás —dice una chica rubia.
—Tienes razón —responde otra que se encuentra a su lado—, es perfecto para ir y es todo un bombón —se ríe nerviosa.
—Aishhh —suspira otra de las chicas, en este caso una pelirroja—. Cato está para comérselo —todas se ríen de su comentario pero reafirman lo que dice.
Pues sí, están hablando de él, de Cato. Me imaginaba que sería de él por la forma en la que están hablando. Todas suspiran por él. ¿Por qué no pueden hablar de otra cosa? Solo oigo Cato, Cato, Cato… No se habla de otra cosa en todo el vestuario, de su nombre y de lo bueno que está. Por lo que termino deprisa de cambiarme y salgo casi corriendo del vestuario.
Cuando consigo salir de ese agobio busco entre la gente, que está emocionada por saber quiénes son los tributos voluntarios de este año, a mi amiga. La terea fue difícil pero al final consigo llegar hasta ella. Nos sentamos en una fila de las gradas que hay en la sala de actos y esperamos nerviosas por conocer más.