Amar o morir 1 || La verdadera historia √

Capítulo 11 - ROTO

 

 

ROTO

 

El sonido de los golpes contra mi puerta hace que me despierte. Aún adormilada consigo oír a la persona que se encuentra tras mi puerta.

—¡Arriba Clove! —grita Annia— ¡Hoy es un día muy, muy importante! —me dice emocionada.

—Ahora voy —contesto de mala gana esperando que me haya oído. No me gusta que me despierten pronto, solo quiero seguir durmiendo. Pero no puedo.

Me desperezo poco a poco y cuando salgo de la cama camino a paso lento hasta la ducha. Al salir encuentro encima de la cama la ropa que tengo que usar para el entrenamiento. El atuendo consta de unas mallas negras y una camiseta negra de manga corta. En la espalda aparece el número 2 que corresponde con mi Distrito.

No tengo muchas ganas de ir porque estoy segura de que voy a encontrarme con una situación desagradable. Glimmer se va a pasar todo el día detrás de él, colgada de su brazo y Cato no va a impedírselo.

Cato…

No he podido dejar de pensar en él durante toda la noche. El beso que me dio sigue en mi cabeza y no entiendo cuáles fueron sus motivos para hacerlo. No entiendo nada. Las palabras que me dijo no se corresponden con sus actos. Primero me dice que no me quiero, que no significo nada para él, que solo he sido un juego, una distracción pero después… Me besa, me besa como si no hubiera un mañana, como si fuese el último que nos vamos a dar. Luego está su mirada, fue diferente a las que solía darme. Lo único que ha provocado es que esté confusa, sin saber qué hacer ni qué pensar al respecto. Creo que ambos estamos confusos y sus cambios repentinos me hacen dudar hasta de mí misma y esa sensación no me gusta.

¿Qué puedo hacer ahora? Sinceramente no lo sé. Ojalá tuviera la respuesta. Ojalá… Así podría dejar de sentirme así.

Termino de vestirme y salgo de la habitación rumbo al comedor. La verdad es que estoy muerta de hambre. Tengo que comer bien para poder rendir durante todo el día.

—Buenos días —me saluda Enobaria cuando entro al comedor.

—Buenos días —respondo sentándome enfrente de ella.

No hay nadie más en la mesa por lo que supongo que el resto aún no se ha levanto. Mucho mejor para mí, no quiero que cierta persona me amargue el desayuno, necesito un momento de tranquilidad.

Miro la cantidad de comida que hay sobre la mesa y comienzo a coger lo que me entra por los ojos y que creo que me va a gustar, ya que muchas cosas ni sé lo que son. Me levanto de la mesa para agarrar un donut pero un Avox se interpone en mi camino y lo coge antes que yo para depositarlo en mi plato. Le indico lo que quiero coger y el amablemente lo reúne todo para tenerlo más a mano. A pesar de vivir en el 2, siento lastima por estas personas. Si están aquí eso quiere decir que han cometido un delito de traición al Capitolio. Los castigan de esta manera, sirviendo a los demás por el resto de sus días. Aunque eso no es lo peor sino que nunca más pueden hablar, les cortan la lengua.

Mientras como, oigo unos pasos acercándose. Levanto la mirada y me topo con los ojos azules de Cato posados en los míos.

—Buenos días —dice Brutus en tono jovial sentándose en una silla.

No contesto porque mi mente y mi mirada están clavadas en Cato, que no deja de mirarme mientras se sienta en la mesa. Nos quedamos así durante mucho tiempo, observándonos, desafiándonos mutuamente y, al menos yo, intentando averiguar qué es lo que esconde. Aunque no surge ningún efecto. Al cabo de un rato conseguimos despegar nuestras miradas y al mirar al resto de componentes de la mesa, me doy cuenta de que los tres nos están observando detenidamente. Nos miran perplejos intentando averiguar lo que nos pasa o escondemos. Si ellos supieran…

Cuando los dos terminamos de desayunar ponemos rumbo al ascensor y Annia pulsa el botón menos uno, que nos lleva a la sala de entrenamientos. Las puertas se abren y nuestra acompañante nos desea buena suerte. Miro la estancia y me doy cuenta de que somos de los primeros en llegar, aunque la suerte no está conmigo. Lo primero que veo es una melena rubia que se acerca medio corriendo hasta nuestra posición. Sin ninguna duda es Glimmer. Al llegar a nuestra altura me empuja para apartarme del lado de Cato y ocupar ella mi lugar. Sé cuáles van a ser sus siguientes pasos por lo que me alejo de ellos. Antes de girarme miro a Cato y no consigo descifrar su expresión.

Es como si me pidiese ayuda, como si no quisiera estar con Glimmer pero en cierta manera él se lo ha buscado. No pienso ayudarlo. Busco con la mirada y encuentro lo que estaba buscando. Me acerco y ante mí se despliega un arsenal de cuchillos de diferentes tamaños. Cojo uno y lo examino, se parece mucho a los que hay en la Academia. Estoy a punto de lanzarlo contra un maniquí cuando un chico que parece ser un instructor me indica que tengo que ir al centro de la sala para la charla inicial.




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