RECUERDA
En cuanto el gong suena corro lo más deprisa que puedo hacia la Cornucopia. Llego de las primeras ya que miro a un lado y a otro y está todo vacío. No me detengo en nada y me agencio un kit de cuchillos. Saco el primero del estuche y lo primero que hago es lanzarlo al chico del Distrito 10 que acaba de llegar. No me detengo en ver si está muerto o no, sé dónde le he dado y no le queda mucho tiempo, por lo que voy en busca de mi siguiente presa. Cuántas más personas eliminemos hoy, menos tendremos que dar caza después. Además de que es un buen espectáculo para los patrocinadores que pueden decantarse por mí y ayudarme en un futuro.
Busco con la mirada a más tributos que atacar y algo más alejada de dónde me encuentro, veo a la chica del Distrito 12 y sin dudarlo corro hasta ella. Lanzo uno de mis cuchillos pero impacta en la mochila que ha colocado como escudo. Mi furia me invade y al verla correr me dispongo a seguirla. No pienso dejar que se escape pero unas manos me agarran y me impiden correr tras ella.
Me giro enfadada por la oportunidad de oro que acabo de desperdiciar y me encuentro con la mirada de Marvel. Frunzo el ceño sin entender porqué lo ha hecho y me dedica una sonrisa ladeada.
—No me mires así Clove —se ríe—, ahora no es momento de ir a por ella, ya tendremos tiempo más delante de matarla —me sigue diciendo—. Primero tenemos que organizarnos y ver lo que vamos a hacer a continuación —termina de explicarme.
—Está bien —respondo con cara de pocos amigos.
A pesar de que esté enfada por su intromisión, Marvel tiene razón. Vamos a tener tiempo de sobra para matarla aunque sinceramente creo que no va a sobrevivir mucho tiempo sola y menos sin tener comida.
Marvel y yo volvemos a la Cornucopia sin emitir ninguna palabra, cada uno iba metido en sus propios pensamientos. Mientras más nos acercamos a nuestro destino, mi mente solo tiene hueco para pensar en Cato. Necesito saber si está bien o si por el contrario, está herido porque de lo que estoy completamente segura es que está vivo.
Y no estaba equivocada.
Al llegar a la entrada de la Cornucopia, Cato sale de ella y nos mira. Bueno en realidad me mira a mí. Su cara no expresa ningún tipo de emoción pero lo conozco tanto que su mirada lo delata. Su mirada se suaviza y las arrugas de su frente se relajan, aliviado de verme sana y salva. Lo miro insistentemente para hacerle entender que estoy bien, que no tenía nada de qué preocuparse.
Cato, Marvel, Glimmer y yo formamos la alianza de los profesionales, al menos por ahora, ya que según van pasando los días y se van sucediendo los acontecimientos, cuando quedamos pocos en la arena, las alianzas se rompen. Los tres se adentran dentro de la Cornucopia para revisar las provisiones y armas que tenemos, pero yo prefiero quedarme fuera. Me siento en el suelo, no precisamente para hacer guardia, sino porque necesito pensar.
Por una parte me siento aliviada por haber salido ilesa del baño de sangre y que Cato también lo haya hecho. Pero por otra parte… He matado por primera vez un ser humano. He matado a un niño que no tenía la culpa de nada y que estaba aquí por obligación, no porque quisiera. Y desde hoy, creo que voy a llevar en mi conciencia todo el peso de su muerte y de las que vengan, ya sea mi vida larga o corta.
Al cabo de unos minutos salen los tres y me doy cuenta de que Cato acaba de asumir el mando. Creo que los otros dos lo ven como el más fuerte aunque Marvel no está del todo de acuerdo. Yo ni siquiera me he pronunciado al respecto, ni he preguntado porque no se me ha tenido en cuenta para la decisión, desde el principio sabía que esto iba a suceder. Y confío en Cato, confío en que sabrá tomar las mejores decisiones en cada momento.
Y ahí está, la primera decisión que toma es que nos vamos de caza. Sí, de caza, pero no de animales. Nos vamos a buscar al resto de tributos para eliminarlos. La idea no me hace mucha gracia pero es matar o morir y yo lo que quiero es sobrevivir todo el tiempo que sea posible. Por lo que sigo al resto.
Antes de entrar en la espesura del bosque vemos a lo lejos una columna de humo. ¿Quién en su sano juicio se pone a hacer fuego en medio de un bosque plagado de tributos, que solo esperan un descuido de tu parte para matarte? ¿Quién? Pues el idiota del Distrito 9.
Al llegar a su punto lo observamos entre la maleza y guardamos silencio. Resulta que el chico tenía frío y no quería morir congelado. Yo habría preferido morirme de frio y no de la manera en la que sé que va a morir.
Cato se acerca lentamente hasta él, sigiloso, para que no le oiga. Se agacha, lo zarandea y cuando abre los ojos, a Cato se le dibuja una sonrisa maliciosa en su cara y un segundo después le clava su espada en el pecho. Se queda ahí quieto viendo como el chico se retuerce y se ahoga con su propia sangre.
En ese momento aparto la mirada, no necesito seguir viendo como el pobre chico sufre. Unos minutos después Cato vuelve con nosotros y emprendemos la marcha de vuelta a la Cornucopia. A mitad de camino Glimmer se queja de que está cansada, todos lo estamos, así que decidimos acampar en una zona del bosque en que las tupidas ramas nos ocultan de los demás.