—¡Hay! —chillo, Maggie, tocando su pecho. Dafne la miró con preocupación y se acerco a ella.
—¿Qué sucede, Maggie? ¿Estas bien? —cuestionó, tomando su mano. Al tiempo de Wilson se acercaba hacia su otro costado y ayudaba a sostener a Maggie. Ese simple acto, hizo que el estomago de Dafne sintiera un revoltijo al verlos juntos. Despacio se separo de Maggie y vio como Wilson la ayudaba con delicadeza al tiempo que Maggie le susurraba algo cerca de su oído, que hizo que Wilson asintiera.
—Puedes irte si quieres, Dafne. Wilson se quedará conmigo.
—Esta bien —acepto, tomando sus maletas, pero una vez más, Wilson la freno.
—¿Te iras a Arabia, Dafne? ¿Cuándo nos volveremos a ver?
Dafne trago duro, tratando de no dejarse engañar por sus palabras preocupadas y que alguna vez le resultaron tan dulces como la miel. No debía caer, no debía mirarlo como su enamorado, solo debía hacerlo como su cuñado que era ahora. Sabia que de una u otra forma, el sentimiento no era mutuo y ella debía vivir con la desdicha de haberse convertido en una mujer completa a la fuerza, una mujer que debió venderse por una noche a causa de un ser que no la amaba y si a su hermana. ¿Era ese su castigo? Tal vez sí, pero estaba preparada para enfrentarlo y repararse ella misma, no necesitaba de un hombre para hacerlo.
Sin responder, tomo sus maletas y camino lejos de las personas que la herían, lejos de esa mirada confusa y aterrada de la otra. Debía saber que el mundo podía ser injusto para algunos y justo para otros, que no era necesario nacer en una familia de bien para sentirse miserable y rota, que su viuda nunca fue acomodada como decían cada vez que la veían. Vacía, sin vida, de esa forma se sentía, un vacío emocional por dentro la consumía, se había olvidado de ella, se dejo llevar por algo que nunca tuvo.
No podía volver y hacer como si nada paso, solo debía cortar de raíz y dejar que esa herida sanara por si sola. Era necesario sanar, se repitió en cada paso que daba, hasta alcanzar un taxi.
(…)
Una semana después, Dafne se encontraba instalada en su nueva casa que había obtenido gracias al dinero de Keren, Keren; aquel nombre que, aunque quisiera olvidarlo, no podía. No podía dejar de pensar en la noche que había aceptado disfrutar, él no la había obligado y ella no lo había negado, sin embargo, cada día que pasaba, no podía sacar de su mente la imagen de Maggie y Wilson juntos. Todo en su mente era confuso, cada parte de su ser era confuso y se regañaba por eso.
Miró a través de la ventana de su pequeña casa, había decidido vivir lejos del centro de Liverpool para instalarse en el pequeño pueblo de Port Sunlight, un lugar donde podía sentirse bien con ella misma y lejos de las cámaras. Aunque le hubiese gustado estar lo mas lejos posible de todo, no podía hacer nada cuando veía a sus padres en los periódicos locales, y como se hablaba de la pareja recientemente casada que se encontraba fuera de toda luz focal. Su corazón se acelero cuando escucho el nombre de Keren Azzar en los parlantes del televisor, rápidamente camino hasta este y subió aun mas el volumen.
—El empresario, Keren Azzar, hace unos momentos aterrizo en Reino Unido. Por fuentes locales, se esta esparciendo la noticia de una nueva inversión en Liverpool por parte del árabe Azzar, para muchos esto es una buena noticia, la fuente de trabajo ha de crecer con esta llegada. —articulo la mujer, dejando pasar fotos del aterrizaje de Keren con sus escoltas. Este se encontraba fundado en su jellaba con su hiyab blanco. Mientras mas avanzaba, diferentes periodistas estaban allí, tomándole fotos.
—Debemos recordar que hace una semana atrás, él se casó con Dafne Green, la cual, parece no llegar en este inesperado viaje —señalo, al momento que las fotos cambiaban al día de su boda en la iglesia de Liverpool. Dafne contemplo las fotografías, era como apreciar una pareja feliz.
—Algo poco visto, la ultima vez que vi a Dafne, Richer, fue en la fiesta caritativa. ¿Acaso podrá llenar las expectativas de un árabe? Aun es una joven que muy pocas veces se la ve con su familia.
Dafne apago la pantalla al ver hacia donde iba la noticia, había dejado de convertirse en solo de Keren para pasar hacia ella y su aspecto “infantil” del que todos describían cuando la veían.
Odia sentirse de esa forma, odiaba que la miraran como una niña cuando no lo era. Largo un suspiro al momento de sentir su puerta ser tocada, a cortos pasos camino hasta esta y abrió.
No era sorpresa verlo a él allí, con un pequeño ramo de flores en su mano y una sonrisa en su rostro. Dafne solo levanto sus cejas y arrugo su nariz con una sonrisa forzada.
—Hola, Dafne —articulo, sin dejar de sonreír y tendiendo el ramo —. No quería llegar sin nada.
—Vives al lado de mi casa, Will. ¿Qué sucede? —indago, aceptando las flores y esperando que contestara, pero vio que de su bolsillo saco dos pequeños pedazos de papeles y se los enseño.
—Tengo entradas para el club de esta noche, vendrá un dj que es muy bueno, ¿Qué dices? Desde que llegaste, solo te dedicas a cuidar tu jardín, salir para comprar lo necesario y encerrarte aquí. Hasta no puedo dejar de pensar de que vives…
—¿Por qué te interesa tanto lo que haga? —frunció el ceño —. Puedo pensar que solo me vigilas, ya que sabes todo lo que hago y dejo de hacer, pero si de algo sirve; me gusta estar en casa sola.
Will resoplo y acomodo el rulado mechón hacia atrás.
—Eres nueva por aquí, no siempre vienen personas nuevas al pueblo para quedarse y tu eres joven. Me gustaría que te divirtieras un poco por aquí, vamos, ¿Qué dices? —insistió, Dafne sonrió y retiro un boleto de su mano.
Antes de que Will hablara, Dafne lo señalo con su dedo.
—Déjame decirte antes, que no soy muy divertida, el que advierte no traiciona.
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Editado: 15.02.2022