Alisson.
Nunca esperé presenciar una escena como la que veo. Inevitablemente una sensación de desesperación inunda mi ser cuando veo a Alonso y Ezrael devolviéndose golpe tras golpe.
—¡¡Алонсо, будь осторожен, чтобы убить его!![1]—Le grito fuertemente a Alonso, quién se detiene un momento para ver mis ojos y a causa de esto recibe un impacto del puño derecho de Ezrael en la mandíbula.
Auch. Tapo mi boca con mi mano al ver un poco de sangre de Alonso en el piso. No puedo interponerme entre ellos dos pero cuánto lo deseo. Ezrael sería muy capaz de volverme a levantar la mano y Alonso... por más que quiera nunca ha sido el mejor en defensa propia.
Algunos camareros intentaron separarlos pero fue en vano. Su gran orgullo no los dejó detenerse. ¿Por qué los hombres son así? personas de seguridad tuvieron que acercarse para lograr detener el disturbio. A Alonso se lo llevaron puesto que fue él el que comenzó la pelea y Ezra se vio obligado a separarse de mi por la orden de alejamiento que le impuse hace varios meses, solo que la cumple cuando le da la gana. Es fácil pensar que si incumple una orden de alejamiento pueden haber consecuencias majestuosas, pero cuando se trata de hombres con poder son inmunes ante la ley. Y sí, me refiero totalmente a Ezrael que es un hombre un poco mayor que yo, de 30 años, típico empresario que cree saberlo todo, con más defectos que virtudes.
¿Por qué comencé a salir con él?
No tengo respuesta.
Cuando de "Venezia" salen los creadores tan escandalosa polémica muchas personas no pueden dejar de hablar sobre lo sucedido. Me cuesta controlar mis nervios y Charles lo nota cuando llega junto a mí con un vaso de agua con azúcar en la mano.
—Tenga, señorita Rockefeller.—Me tiende la bebida y jala una silla hacía mí para poder sentarme. —Se ve bastante alterada y no la culpo. —Pero no le presto atención ya que estoy en un estado de trance donde aún no asimilo lo que ha pasado ante mis ojos por lo que Charles se ve obligado a tomar mis hombros y darme un ligero empujón para que pose mis piernas, que no dejan de temblar, en el asiento de la silla.
Me atrevo a darle un sorbo a la bebida y cojo la cruz que casi siempre llevo en mi cuello con mi dedos. Rezo con los pensamientos muy distorsionados, espero que Dios escuche mis plegarias. Lo que más me preocupa es el estado de Alonso. Por ningún motivo quiero que por culpa de mi ex loco lo vayan a expulsar del crucero ni mucho menos que le queden terribles marcas en ese rostro que tanto me gustó...
¿Qué demonios hace aquí? Aunque mi mayor pregunta debe ser ¿¡Qué hace Ezrael aquí también?! Ha venido a perseguirme y matarme a toda costa...
La llegada de mi padre me hace volver a al realidad y su cara muestra tanta preocupación como la mía. Las personas a mi alrededor lograron tranquilizarse excepto yo. Saco una pequeña píldora de mi cartera y la bebo rápido.
—¿Te ha hecho algo, Alisson? Es increíble que esté aquí.—Pregunta mi padre inclinándose y tomando mi rostro en sus manos. Resopla y me obliga a verle a los ojos aunque no lo quiera.
—Yo de verdad no sabía que él iba a estar aquí.—Me defiendo con la respiración entre cortada. El hambre se me ha quitado de golpe y siento un fuerte dolor de estómago que no fue ocasionado por comer la exquisita comida de la cena.
—Yo mucho menos, hija.—Su rostro se torna molesto.—Pensé que habías cortado todo tipo de comunicación con ese infeliz.—Pasa su mano por mi espalda y me acurruca sentándose al lado de mí.
—Lo hice solo que no tan radical, igual fue mera coincidencia del destino papá.
—Ezrael no va a volverse a acercar a ti. Hablaré con el Capitán del barco para que se quede en el siguiente puerto al que lleguemos y no pueda volver a subir.—lo miro confundida.
—¿Ezrael? Yo hablo de Alonso papá.—En cuanto le digo esto, sus ojos se iluminan casi tanto como cuando yo lo vi.
Mi padre me devuelve la mirada confusa.—¿Alonso? ¿El mismo Alonso?—No puede ni creerlo.
—Sí, papá— Asiento. Ahora hay alegría en su cara.
—¿Alonso le reventó la cara a Ezrael?—En su voz se escucha euforia.—¡Ese es mi muchacho!
—¡Papá!—le reprendo y borra la sonrisa de sus labios. —No hay nada de qué alegrarse.—Le regaño. —Alonso está aquí, en este crucero de 7 días, con nosotros.—termino de decir sintiendo una presión en mi pecho.
—Lo siento hija.—Se disculpa nervioso. Me ve unas cuántas veces más y me examina con la mirada para asegurarse de que no tenga ningún tipo de lesión.—Hablaré ahora mismo con el capitán para que no le ponga ningún tipo de sanción a Alonso.
Asiento con la mirada y me repite una pregunta varias veces como no es la respuesta que quiere escuchar continúa insistiendo.
—¿Estás segura de que te quieres quedar sola? —Me pregunta por cuarta vez.
Lo fulmino con la mirada. Esta es la única forma de que mi padre entienda.—Esta bien hija. Luego de lo sucedido creo que está de más decirte que te cuides. Puedes dormir conmigo esta noche.
—No papá.—Me apresuro a decirle. No es para nada agradable compartir habitación con mi padre por sus grandes ronquidos que son capaces de despertar a medio océano. —Buscaré a Alessia, haremos algunas cosas y luego dormiremos en nuestro camarote.
Asiente con dificultad y se le hace difícil despedirse de mi. Me da un último beso en la frente y se aleja.
Recuerdo los planes que Alessia me había dicho para hoy: Bar, baile y chicos. Siento que no tengo para nada de ánimos para eso en este mismo instante. ¿Qué dirá cuando se entere de lo sucedido? Finalmente me quedo sola y acomodo mi cuerpo alrededor de la mesa. Vuelvo a observar los carteles que dicen "Familia Rockefeller y Familia McGregor" niego con la mirada, termino de tomar mi vaso con agua y salgo del restaurante Venezia con la cabeza hecha un caos.