Paula.
3er día del crucero.
El odio crece irracionalmente en nuestros corazones por muchos motivos. El principal de ellos: la envidia. Sentimos tanta rabia y coraje por no conseguir lo que otros tienen que nos cegamos apropósito en un mundo lleno de celos. Al principio creemos poder controlarlo, pensamos que esa sacudida se irá pronto y retomaremos nuestras vidas apartando dicho motivo. El problema es cuando no logramos controlarnos a nosotros mismos.
Te explicaré lo que sucede cuando un niño es maltratado, cuando es abusado por sus padres, por sus hermanos; si en la escuela se burlan, en el momento en que recibe el primer golpe de su familia, después viene la calma pero una vez que la tormenta se vuelve a avecinar niños defectuosos con daños psicológicos se convierten en monstruos similares a mí. Son mini versiones mías. Algunos peores, otros mejores. Pero todos estamos cortados con la misma tijera de infelicidad y trastornos.
Sé que soy un demonio. ¿Por qué lo digo? Porque he hecho cosas terribles, de las cuales no me arrepiento. Ese es mi mayor problema: Arrepentimiento. En google lo definen como "cambio en la manera de pensar", "alejarse del pecado", "Volverse a Dios en busca del perdón" Yo no siento nada de eso cuando sé que he cometido un error. Por el contrario, mis ganas y deseos de volverlo a hacer y esta vez más grande aumentan. ¿Se recuerdan de Michael? El chico de la preparatoria, el más popular; me acusó de acoso y me dejó mal enfrente de todos mis compañeros. Cuando recibí mi título a alguien le pareció chistoso colocar una amenaza.
"Algún día te encontrarás a un psicópata como tú y lamentarás ser como eres."
Hasta el día de hoy nunca me lo he encontrado, lo más cercano a un psicópata es mi pareja. Pero esa historia la contaré más adelante.
Entonces, alguien tenía que darle su merecido al popular por haber hecho tan atroz acto. Pensé en romperle la pierna, ahogarlo o robarle sus cosas. Estas eran las tácticas que conocía muy bien gracias a todas mis hermanas pero no sería suficiente. No repetiría los mismos crímenes. Michael sufriría y mucho más, de eso estaba segura. Pensé meticulosamente semanas antes de que él fuera a la universidad mi mejor plan. Hablando del college, yo no quedé. Ni me preocupé en querer entrar en alguna. Al cumplir 18 años recibí un fideicomiso bastante grande, con el que pude resolver mi vida por lo menos hasta los 21. Continuando con Michael, un capitán de basquet no puede jugar si no tiene piernas, ¿oh si?
Lo admito, le causé un accidente de tránsito a mi ex novio. Yo solo quería dejarlo minusválido, no quería que muriera. Fue un pequeño daño colateral.
Flashback.
—¿Viste la terrible noticia?—Dijo mi madre entrando en mi cuarto asustada.
Pensé que se habría enterado ya del accidente de Michael, pero lo que me dijo a continuación me dejó en shock.
—No, ¿qué pasó?—Le pregunté cerrando mi laptop de golpe haciéndome la desubicada.
—Acaba de fallecer, en un accidente, ese chico de la escuela con el que tuviste problemas. Empecé a reír y a mi madre le lloraron los ojos.— Dios, no sé que he hecho en esta vida para merecer una hija como tú. Su comentario me dio más risa todavía y mi madre salió dando un portazo.
Fin del flashback.
¿Qué hizo ella para merecer una hija así? La respuesta es sencilla: tratarme como escoria toda mi existencia.
La muerte de Michael me tomó por sorpresa y personas que son psicópatas no saben expresar muy bien sus emociones. Eso me sucedió en el momento que supe que maté a mi ex novio. Nunca quise convertirme en una asesina pero fue un alivio saber que él estaba muerto y que más nunca podría herir mi dolido corazón. Siendo la chica fantasma de la escuela me sería fácil pasar desapercibida como sospechosa, el problema es que también era conocida como la ex acosadora loca del gran Michael Brown. No obstante, no hubo pruebas de dichas acusaciones hacía mí. Me salí con la mía y la investigación de su accidente quedó solo como eso: Un desafortunado accidente.
Nunca he sabido practicar el arte de dejar ir. Luego de la muerte de mi ex fui al cementerio a visitarlo un par de veces, lloré en su tumba y me revolqué en ella. Por primera vez en mi vida creí cierto eso del arrepentimiento. Me prometí a mi misma no volverme a encariñar con los hombres ni a obsesionar con ellos porque lamentándolo muchos los llevaría a todos justo en donde se encuentra Michael ahora: una tumba. Mi manera de amar, sin escrúpulos ni racionalidad sería el infortunio más grande de cada pareja con la que estuviera. Los 4 años siguientes me mantuve en la racha. Nada de amores, pasiones ni relaciones. Fue como estar sobria luego de casi caer en un coma etílico. El conflicto reapareció cuando tuve una recaída... de la que no he podido salir. Todo por Alonso McGregor.
Realicé varios cursos y me especialicé en marketing. Me alejé de toda mi familia tóxica y no la volví a ver jamás. Estaba viviendo la vida que quería con 22 años, sintiéndome una persona mejor hasta que una tarde entré a un bar y lo vi ahí.
Desencadenó sentimientos profundamente arraigados en el fondo de mí. Iluminó mis ojos e hizo que mi corazón tuviera otra razón para latir. Yo juro que fue amor a primera vista. Para él, solo fue ver a una mujer más entrar por la puerta.
Flashback.
—¿Qué hace un hombre tan guapo solo a estas horas por acá? —Pregunté coqueta sentándome en el taburete de al lado. Olía mucho a alcohol.
—Mi ex me ha dejado.—Balbuceó tomando otro trago de su fuerte bebida.
—Lo lamento mucho.
—No te preocupes. —Respondió tranquilo pidiendo una cerveza para mí.