Alisson.
Muchas cosas pudieron ser diferentes si esa tarde en el Central Park Dylan no se hubiera vuelto un completo extraño para mí. El hecho de tratarlo así la noche anterior, patear su prótesis y pensar que era muy irónico lo que le había sucedido tiene una explicación más allá del hecho de que él hubiera hecho un ligero infierno mis 5 meses antes de regresar a la universidad. Todo se basa en un después: nuestro reencuentro en N.Y. El verano pasado... hace un año atrás, antes de que Alonso comenzara su relación formal con Paula y mientras yo aún estaba separándome de Ezrael... Antes de que me dejara inconsciente y pusiera la orden de alejamiento.
Flashback.
—Tengo una reunión con el señor Wilson, cancela mis reuniones de hoy por favor, Brenda.
—Si señorita Rockefeller.—La mujer de tes oscura me sonríe amablemente y camina hacia su oficina.
Brenda se convirtió en mi asistente personal hace meses. La conocí gracias a una entrevista que tuve par un periódico. Querían que hablara sobre mi revista Grandes Voces de U.S.A, la cual poco a poco estaba haciéndose reconocida. Ella era la asistente de uno de los directores del periódico, básicamente el encargado de que el periódico se publicara de manera correcta cada domingo, por lo que el responsable cargaba con grandes ataques de estrés.
Ese día vi a Brenda por primera vez y no me gustó para nada el trato que le estaba dando su jefe. Prácticamente le ordenó que hiciera miles de cosas, le gritó y la insultó enfrente mío, cosa que yo no pude permitir que sucediera. Luego de cierto intercambio de palabras entre el director y yo decidí dar por terminara la entrevista que ni siquiera empecé. A pesar de que el Director ejecutivo intentó persuadirme de distintas formas no pude quedarme callada.—No quiero realizar una entrevista sobre héroes de U.S.A cuando un director ejecutivo no es capaz de ver que sus empleados también merecen el mismo respeto que los que nos defienden en Irak. —Empecé.—Me parece una falta de respeto su comportamiento con la señora. El colmo es que me susurre a mi que debe ser tratada así por su color de piel.—Termino indignada levantándome del sofá.—Una de las cosas que más me gusta sobre mi revista es la parte de opinión, donde podré dejar un hermoso comentario de cómo me ha parecido el recibimiento y trato en este periódico. También me encargaré si usted lo desea de aclarar a voz pública por qué decidí no realizar el reportaje y tampoco avanzar con la alianza que planteamos.—Sonreír falsamente al ver la cara del Director Ejecutivo tornarse pálida. —Buenas tardes.
Una semana después me contacte con Brenda y la convertí en mi asistente personal. Necesitaba a alguien que se encargara de ayudarme con la fundación, la galería, la revista y también mi vida personal. Esto de la separación con Ezrael está siendo sumamente difícil. Prometió que no me volvería a maltratar pero no sé hasta que punto creerle... creo que mejor es ponerle fin de una vez antes de que pueda salir más perjudicada.
Veo la hora en mi reloj. 9:55am.
Camino por mi galería que aún no está abierta al público. Me detengo en mis nuevos cuadros que nos han llegado del gran artista con quién me reuniré hoy. De verdad que tiene talento, son preciosos y ya tenemos muchos interesados que desean adquirirlo a cualquier costo. Este artista me intriga mucho, siento un buen presentimiento sobre él.
—El señor Ezrael está llamando señorita.—Me informa Brenda. Mis pelos se ponen de punta y siento que me falta el aliento.
—Bloquea su número para que no siga llamando.—Digo rápida sintiendo un dolor de cabeza fuerte al saber lo que está haciendo.
—Lo he hecho, muchas veces, pero sigue llamando desde números distintos.—Brenda nota mi nerviosismo y se acerca hasta mí para darme apoyo.—Linda, ¿cuándo vas a denunciarlo?—Me pregunta ella y yo niego con la cabeza.
—No puedo hacerlo.
—Mira todo lo que has logrado. —Me dice viendo la galería de artes.—Recuerdo como te enfrentaste a mi jefe en el periódico y como me ayudaste, crear la fundación que has sabido manejar intachablemente y saber soportar lo que algunos pensarán sobre ti...—Sé a lo que se refiere con esto. Veo a un costado mi vestido y suspiro.—Tú no te dejas vencer por nada ni por nadie y no te mereces a alguien como él.
—Lo sé.—Musito.—Necesito ir a tomar aire. Si llega el señor Wilson por favor dile que no me tardo. —Ella asiente y continua viéndome con preocupación.
Abro lentamente la puerta de vidrio de la galería y me quedo viendo la calle enfrente de mí. Nueva York es hermosa, perfecta. Llena de tanta vida, justo lo que necesito. Cuando la puerta se ha cerrado tras de mí giro mi cabeza hacia la izquierda, veo a una madre con su hija comer helado y sonrío. Aunque mi atención la llama un joven que entra deprisa al café con unos ¿cuadros? ¿Esos eran cuadros? Me pregunto por unos segundos si ese será el "señor" Wilson y a paso ligero camino en su dirección. Cuando llego a las puertas del café y las atravieso no puedo creer lo que veo.
—¿Dylan?—Pregunto confundida y él se atraganta un poco por el agua. Al principio me parece un poco gracioso pero mantengo mi cara totalmente seria y sin expresión alguna.
¿Por qué nunca supe el apellido de Dylan? Nos graduamos juntos del High School... definitivamente fui una terrible amiga con él, pero no tanto como él conmigo. Me reconforto.
—Hola Alisson.—Responde. Está tan asustado como yo. Suelto un quejido.
—¿Qué haces aquí?—Pregunto rogando que yo esté equivocada pero al ver los cuadros en el piso la realidad me abofetea.
—¿Tú eres el Señor Wilson?—Digo amargada, sin ocultarlo.