Alisson.
No comprendo por qué existen personas malas en este mundo.
Pero tampoco quisiera que no existieran.
¿Algo nos enseñan, no es así?
Aunque sea doloroso.
—¿Estás bien?—Me pregunta Alessia.—He visto a Alex.—Comenta y yo vuelvo a leer el teléfono.—No me ha visto pero no uedo evitarlo... ¡quiero ir a hablar con él!—pega un pequeño grito haciendo berrinche.
—Sí, si. —No soy capaz de concentrarme en lo que me está diciendo.
—¿Segura que todo está bien?—Vuelve a preguntar y yo relamo mis labios.
—¿Sabes qué? —Intento con todas mis fuerzas sonreír.—Me voy a quedar este día aquí.
—¿No quieres bajar?—Se cruza de brazos, yo solo ruego que me crea.
Negando la convenzo de marcharse.—He quedado con Dylan para pasar el día aquí. Si me animo saldré con él en la tarde, tú ve a hablar con Alex, ya es hora.
Alessia lo duda por unos minutos pero al final acepta, me da un gran abrazo y va muy feliz a buscar a Alex. El amor... el amor. Suelto un suspiro y me regreso a la habitación. Una vez adentro me desplomo en el piso, sin comprender por qué esto me tiene que estar sucediendo a mí.
Sé que Alessia se hubiera quedado conmigo de haber sabido lo que sucedió y por eso mismo le he mentido. Estas son sus vacaciones, no quiero arruinarlas, practicamente es lo que he hecho. El teléfono de la habitación suena y me veo en la obligación de pararme del piso y tomarlo.—¿Aló?
—¡Alisson!—La voz de mi padre me da dolor de cabeza.—¿Qué ha pasado con la galería de artes? —Tomo una fuerte bocanada de aire y suelto el teléfono.
Se iba a enterar. Todos se enterarán. El proyecto por el cual luché tanto puedo perderlo... ser demandana, obligar a cerrar mi galería... más nadie creerá en la seguridad de ArtWalk.—Ven a mi habitación por favor.—Cuelgo entre lágrimas y me tiro en la cama, haciéndome un ovillo.
Hasta cuando pasaré por sitaciones como esta... ¿alguna vez tendré un poco de paz? Cuando todo me está yendo bien el destino busca la manera de burlarse de mi. ¿Qué condena estoy pagando? Mamá... como quisiera que estuvieras conmigo, como quisiera que me ayudaras a entender por qué yo.
Un sonido en la puerta me hace levantar y abrir la puerta. —No sé que haré pá.—Lloro fuertemente abrazándole.
—Cariño...—Cierra la puerta tras de sí y se sienta conmigo en la cama.
—No sé como pudo pasar. ¡Te lo juro!—Explico mientras lloro y él sostiene mi cabeza en sus manos, intenta calmarme pero nada de eso ayuda. —Mis... mis pastillas.—Señalo mi cartera mientras intento secar mi rostro y mi padre lo comprende.
Busca en mi cartera mis pastillas para los nervios y me da una junto con una botella de agua que saca de la pequeña nevera de la habitación. Cuando la cojo mi pulso tiembla. —Mira querida...—Su tono de voz es preocupante.—No he querido alarmarte pero toda esta situación de este viaje me tiene los pelos de punta. —Hace una pausa para llevarse las manos a la frente.—Primero la aparición de Ezrael, luego esa fotografía donde amenaza con perjudicarte en tu fundación y por último este robo de la galería de artes...
¿Seré que he sido tan tonta? ¿En verdad Ezrael sería capaz de llegar a todo esto?
No hay peor ciego que el no quiere ver. He sido tan tonta, tan débil. ¡Cómo he podido perdonar a un hombre que me golpeó y me hizo tanto daño psicológico y físico! Me volvió a manipular, a usarme, a hacerme creer que cambió y yo ovejita dulce le creí. La manzana podrida nunca se recupera. Lo mismo pasa con las personas. La semilla de su interior es tan perversa...
—Tienes razón papá.—Abro los ojos. —Todo encaja a la perfección. ¿Justo cuando se acaba la orden de alejamiento aparece por arte de magia? ¡No!—Niego mirándole.— Seguro me ha estado siguiendo, vigilando mis pasos. ¡Quiere acabar conmigo destruyendo lo lejos que he llegado papá!—Vuelvo a llorar en su pecho.
—Qué desgracia de hombre.—Niega sin poder creerlo y veo también como suelta unas cuántas lágrimas.—¡Desde que llegó a tu vida todo ha sido tan difícil!—Esta vez él es quien llora más fuerte.
Odio ver a mi papá así, sobre todo porque sé que culpa. Me odio por haber estado con alguien como Ezrael... en ese momento estaba tan débil, creyendo que nunca nadie podría amarme de nuevo como lo hicieron, sintiéndome menos que apenas este hombre puso sus ojos en mí creí que era mi salvación, lo mejor para mí. Pero aprendí la lección, me salió tan caro... pero esta vez no, no volverá a hacerme lo mismo. Le voy a poner un alto.
—Lo voy a solucionar, papá.—Le explico parándome para verme en el espejo. Intento arreglar mi rostro y respiro lento para tranquilizarme.
—¿Qué piensas hacer?—Me pregunta preocupado.—Tú vida puede correr peligro con ese hombre aquí.
—No papá, no te preocupes por mí. Voy a hacer llamadas, tengo amigos en la policía. Abriré una investigación completa si es necesario. ¡Pero de que Ezrael me las paga, lo hace!—Digo furiosamente.
Luego de esto mi padre y yo vamos a su habitación para buscar la extorsión que me ha llegado y fotografiarla. ¡Tengo que reunir evidencia! —No entiendo por qué no puede olvidarse de ti e ir con alguien más.—Me dice mi padre entregándome las fotos, indignado.
¡Ella! Alzo mi mirada y lo veo.—¡La necesito a ella!—Le digo pero mi padre no comprende.
—¿Quién es ella?—Se pregunta.
—Tiene una nueva pareja, estoy segura de que le hace lo mismo que a mí. ¡Es una pieza clave! Debo convencerla de que declare en su contra.
—Es muy arriesgado Alisson, ¿cómo piensas encontrarla?—Me pregunta.
Eso aún no lo sé. Mi mente va a mil por hora, intentando atar cabos y un buen caso y razón por la que mi ex me esté haciendo todo esto. Pero no hay muchas explicaciones, ya tiene antecedentes de violencia doméstica entre otros trastornos. Esta es la úncia oportunidad que tengo para encargarme de que se vaya a la cárcel para siempre.