Louis no había podido dormir bien la noche anterior debido a la oleada de frio que se dejo entrar por su ventana la noche anterior, y gracias a que había dormido con una camisa de resaque y un short, termino por sentir el abrazo helado del rey de los inviernos. Se levanto en busca de una cobija, cerro las ventanas y al final termino por sentase y tomar la carta que le había dejado Ken en su chaqueta el día anterior, una carta que aun no había leído, y que no se sentía de humor como para hacerlo. Se quedo largas horas tumbado en la cama solo observando el nombre del remitente, para al final guardarlo en el buro que se encontraba a un lado de la cama. Como no pudo conciliar el sueño pensó en tomar su celular. Y ahí estaba, ahí estaba lo que él había estado esperando por mucho tiempo. Toni le había mandado algunas fotos acompañado de un mensaje de texto para mostrarle la nueva mercancía que llego a su tienda esa mañana. Razón por la que Louis no pudo esperar más y se levanto de la cama. Se puso un suéter blanco con gorro, y encima una chamarra azul marino; un pantalón y unas botas color mostaza, enseguida tomo unos guantes negros y una bufanda gris que estaban en el ropero; en uno de los cajones superiores. Después tomo su mochila y bajo a toda prisa.
–Louis, esto es para ti. – dijo el mayordomo (un hombre de sesenta años vestido de traje); cuando Louis estaba por salir de la casa.
– ¿Otra carta? – acomodo su mochila en el hombro, saco una peluca rubia y unas gafas de armazón naranja.
–Esta vez parece ser de una chica hermosa; lo sé por su letra. – le dedico una sonrisa a Louis y le entrego la carta. – Dicen que las mujeres más bellas escriben como los mismos ángeles- suspiro.
–Tú qué vas a saber de eso Sebastián, nunca has visto un ángel.
– Lo veo todos los días, nada como despertarte a su lado. – suspira.
– Que suerte tiene Marian de tener a alguien como tú.
– Al contrario joven; que suerte tengo yo de tenerla a ella, algún día encontraras a alguien Louis, pero primero deberías darte la oportunidad de conocer a las chicas que tienen el valor de declarar sus sentimientos.
– ¿Valor? – miro la carta. – Si me lo digieran en la cara tomaría enserio sus declaraciones pero ese no es el caso, sabes muy bien que todas las chicas que dicen amarme no se han tomado el tiempo de conocerme, ¿Cómo podrían amarme si no he hablado con ellas? – se acomodo la peluca.
– ¿Eso pasa también con Dark?
– Si. Es una de las razones por las que todos decidimos mantener oculta nuestra identidad, así podemos llevar una vida tranquila y a la vez hacer felices a nuestros fans. – se puso los lentes que no tenían mucho aumento, pero si lo suficiente para su vista cansada.
– Tienes a todas esas chicas a tus pies, ¿Qué piensas hacer con ellas?
–Nada. –le regreso la carta. –No le he dado esperanzas a ninguna.
–Entonces ¿Qué es lo que buscas?
–Busco lo que mis padres tuvieron; lo que tú tienes, no pienso tener una relación si esa chica no aparece en mi vida, no me importa que tenga dinero como es tal Luisa, o que sea tan hermosa como Jenny, o incluso que tenga una hermosa letra como Roxana, o que cante como Jacinta, eso no me importa Sebastián; y yo sé que cuando tú te enamoraste de Marian tampoco te importo.
–En eso tienes razón, ¿Y qué hago con la carta?
–Ponla sobre la mesa de mi recamara, no me creerás tan cruel como para no contestarla ¿verdad?
–No. Louis – sonrió – Los demás chicos aun se encuentran dormidos, no quiere esperarlos. Kilian quería salir a comprar un libro; si no mal recuerdo dijo que lo despertara para ir contigo.
–No será necesario, Kilian duerme como un bebé, seria cruel de mi parte despertarlo, pero si eso pasa dile que ya sabe dónde encontrarme. Nos vemos Sebastián. – dijo al pasar por la puerta y cerrarla dejándose oír un sonido sordo.
Louis camino por las calles de Nevarya con las manos en los bolsillos de su chamarra, que le llegaba por encima de las rodillas. Si por algo era conocida Nevarya era por nevar la mitad del año y disfrutar de la primavera el resto. Y justo ese día era el primero de una larga temporada de invierno.
– Que frio hace. – saco ambas manos de sus bolsillos y exhalo un aire caliente sobre ellas, dándole una sensación placentera cuando este atravesó los guantes y se puso en contacto con sus dedos, enseguida se coloco el gorro por encima de su cabeza y volvió a meter las manos en sus bolsillos.
–Vamos! Es hoy. – grito un chico que paso corriendo por un lado de Louis, chocando su hombro contra el suyo al pasar. Tras él, tomada de la mano venia una chica de baja estatura; ojos oscuros y cabello rubio. La chica se reía a carcajadas mientras jalaba del brazo del chico para que él se detuviera.
–No! Otra vez no.
–Estoy seguro que te va a gustar. – decía el chico.
– ¿Esa tienda de comics? No lo creo.
–Hazlo por mí. – ambos se detuvieron enfrente de la tienda de Toni; él chico hacia pucheros mientras la chica intentaba no reírse, al final ella lo beso y terminaron por entrar juntos.
Louis solo los veía y muy en sus adentros sentía envidia de ellos; quiso esconderse de esos pensamientos, pero no podía, solo agacho la mirada ocultando su nariz en su bufanda; deseando que alguien lo amara como esa chica a él.
–Hola Toni. – dijo Louis al entrar y encontrarse con él en el recibidor.
–Hola chico!. – decía Toni entusiasmado. Un hombre de cincuenta años y con la apariencia de santa Claus; cabello blanco largo, barba, ojos azules, piel rosada y abdomen redondo. Louis al verlo recordó que lo del cabello blanco se debía a una apuesta que había hecho con Demian y desde ahí no lo habían vuelto a ver con cabello negro, aunque no sabían si era porque se lo seguía pintando o porque ya no le creció; o si le crecía con canas. Nadie se atrevía a preguntarle, solo algo era seguro, de ahí venia el apodo con el que todos lo conocían, “el viejo Toni”
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Editado: 04.09.2021