Ámbar

CAPITULO TRES:

Ya llevaba dos horas esperando al estúpido chico nuevo, diez mensajes ya le había mandado, veinte llamadas perdidas  ya tenía de mi parte, mi desesperación ya me estaba volviendo loca,  estaba peor que el día que tuve mi primera cita romántica.

Babosa, el timbre – grito mi subconsciente y mi madre al mismo tiempo

No sabía en que demonios estaba pensando para no oír el timbre pero al abrir la puerta unos ojos color ¿miel? ¿Verdes? ¿Azules? ¿Grises? Que puto color son sus ojos.

Ámbar

Cállate maldita voz

No te estoy llamando te estoy diciendo que sus ojos son color…

– Se que estoy hermoso pero deja de verme como una pervertida – su voz burlona me saco del trans que estaba metida

–Ehh… - reaccione al ver que seguía parada en la puerta – Pasa, lo siento

– ¿OK? – Me miro confuso – ya que nos estamos disculpando perdón por haber llegado un poco tarde… Mmm… tuve unos problemas en el camino.

– No te preocupes. – Sonreí – comencemos con el trabajo ¿sí?

 

Mi madre ya estaba volviéndose loca al ver lo guapo que era mi acompañante,  no lo había notado hasta que mi madre casi me mata de un susto al escuchar su grito en la habitación cuando estaba en la cocina tomando agua.

– ¿Que te pasa? – susurre a mi madre

– Tu compañero está muy guapo, aunque pensándolo bien, ¿que hace un chico millonario en una escuela pública? – cuestiono mi madre mirándolo por la orilla de la puerta

–En primera no esta tan guapo – dije observándolo al igual que ella – Bueno solo un poco -  reitere – Lo admito si esta guapo – concluí al final al ver que mi madre me miraba con el seño fruncido. –Pero antes ¿Tú como sabes que es millonario?

– Hay algo que existe en este siglo llamado televisión y hay programas de espectáculos en donde hablan de personas famosas – me miro con diversión

– Mmm mamá si veo esos programas pero no lo he visto a él… – me quede pensativa

– El es el hijo de Cristal Casper, la psicóloga más importante del centro de investigaciones psicológicas, en pocas palabras ella es la directora de dicho centro.  – explico con emoción

– Aaa, no pues no me suena, después hablamos de él y su vida millonaria, ahorita solo quiero terminar el trabajo. – sin más que decir la deje en el pasillo.

– ¿Ya termino de hablar de mi tu madre? – Cuestiono con la más falsa tristeza que he visto – Deja de estar cuchicheando cosas de mi a mis espaldas y terminemos la maldita tarea, que tu casa es muy asfixiante.  – dijo haciendo muecas asqueado

Estaba a punto de reclamarle pero si mi madre tenía razón sobre su estatus social, la que saldría perjudicada en mis calificaciones seria yo.

 

“No nos mostramos como realmente somos,  porque asumimos creer saber lo que el otro quiere y no que nadie va a querer lo que nosotros no queremos”

 




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