Asher Collins
Viernes 4 de enero de 2019.
Mientras manejaba hacia el hospital más cercano, Winter intentaba despertar a Jordan, quien seguía inconsciente. Cuando entramos al motel, luego de haber escuchado los gritos de Connor, vimos a dos hombres vestidos de negro. Ambos estaban frente a unas puertas haciendo sus papeles de guardias de seguridad. Jordan estaba intentando hablar con ellos para sacarles información sobre la noche de la fiesta, pero ninguno quería responderle.
Soy amigo de Jordan hace muchos años y, por suerte, algo que pude aprender es que este chico es una persona muy insistente. Si quiere algo, lo consigue, no hay duda de ello.
Lamentablemente, cuando vi lo tensos que estaban esos guardias, me di cuenta de que no iba a conseguir que abrieran la boca.
Jordan llegó al punto de enojarse por estar hablando prácticamente con dos paredes e intentó insultarlos. No fue buena idea. Uno de los dos reaccionó rápido y le dio un golpe seco en el rostro. Mi amigo cayó al suelo inconsciente. Desde ese momento, no volvió a abrir los ojos.
—Vamos, Jordan. No puedes ser tan flojito, despierta —seguía hablando Winter sosteniéndole la cabeza sobre su regazo—. No hay manera, Asher.
—En diez llegamos, va a estar todo bien —contesté.
— ¿Por qué siguió molestando a esos hombres si sabía que no iban a decirle nada?
—Tú misma deberías saberlo. Sólo fue Jordan siendo Jordan.
—Un completo idiota —sentenció y le acarició el cabello muy despacio. No suelo prestar atención a los detalles, como ya dije, pero hay algo que estoy viendo con claridad. La manera en la que Winter lo está mirando es sumamente distinta a su mirada común y corriente frente a cualquier otra persona. Frente a mí, por ejemplo.
— ¿En qué sentido lo dices? —sonreí por el retrovisor para que pueda verme, pero ni siquiera separó su vista del rostro de Jordan.
—En todos los malditos sentidos —soltó sin vergüenza y pronto se dio cuenta de lo que acababa de "admitir"—. Digo... siempre es un idiota. Ya lo conoces —sí, lo conozco.
Por eso mismo espero que no le esté sucediendo lo que creo. Esta chica me cae demasiado bien como para verla destruida gracias a uno de mis mejores amigos. No me malinterpreten, no la considero una amiga y jamás lo voy a hacer, se los aseguro.
Diez minutos más tarde llegamos al hospital junto al auto de Rye. De él bajaron solamente Emily y Froy. El resto siguió su camino. Con ayuda de dos enfermeros, trasladamos a Jordan a una camilla. Lo llevaron hacia una habitación mientras Winter se encargaba de dejar sus datos en la zona de registros. La madre de Sarah vino a buscarla para llevársela (no sin antes pedirme de rodillas que le avisara cómo estaba Jordan apenas lo supiese).
—Froy nos contó lo que sucedió allí dentro. Connor tuvo suerte —me habló Emily cuando se sentó a mi lado, mientras yo esperaba que alguien me diga cómo estaba Jordan. No puede ser que esté tan inconsciente por tanto tiempo por una estúpida paliza.
—No, no tuvo suerte. Jordan fue un imbécil —contesté y me coloqué mi capucha ya que había estado muchísimo tiempo con mi pelo sin nada encima. Me había olvidado alguno de todos los gorros de lana que tengo. Creo que ya estoy obsesionado con ellos, pero no soporto mi cabello. Algún día me raparé para dejar de tener estos rizos interminables y molestos.
— ¿No puedes decir una frase sin insultar a alguien? No me quiero imaginar qué debes decir de mí.
— ¿Y por qué crees que hablo de ti? —se rio y yo también. Es claro que hablo de ella, ya sea por todo lo que está pasando o por cualquier otra cosa.
— ¿Me equivoco? —retrucó frunciendo el ceño de manera irónica.
—Me imagino que tú también hablas de mí, sirenita.
—Vuélveme a decir sirenita o algo referido al color de mi cabello y te dejaré como a tu amigo —se cruzó de brazos y yo la imité. ¿Alguna vez se pusieron a pensar que es extremadamente divertido imitar a las personas? A la mayoría le molesta.
—Tranquila, fiera. No te agrada tu pelo, ¿verdad? —le dije, aunque ya me imaginaba su respuesta. Cuando la señora del motel la llamó sirenita su rostro cambió radicalmente.
—Adoro su color, su forma y estilo; pero es muy complicado combinar prendas, usar labiales, estar a tono siempre. Lo entiendes —enumeró con sus dedos.
—Oh, sí. Problemas que tenemos todos a todas horas. Algo muy común —curvé mis labios hacia abajo y la palma de su mano se estampó contra mi hombro de forma juguetona. Luego de eso se volvió a cruzar de brazos y no giró su mirada hacia mí ni una sola vez más. O al menos no lo noté, ya que yo tampoco me giré hacia ella.
Winter se nos unió luego de unos interminables minutos que parecían horas. El registro de Jordan estaba listo y todavía ningún médico había venido a hablar con nosotros. Como era mayor de edad, no creímos en la obligación de llamar a sus padres. Aunque realmente no creo que les interese. Jordan vive solo hace dos años y a ellos pareció no importarles ni su hijo ni el peligro que corría yéndose a la vida adulta con tan solo diecinueve.
— ¿Dónde está Froy? —preguntó Emily.
—Fue a buscarme un café. ¿Ustedes quieren algo? Puedo enviarle un mensaje —tomó su teléfono, pero antes que haga algo le respondí.
—Que todo esto termine de una vez por todas.
— ¿Y ahora qué haremos? ¿Qué otra cosa podemos hacer? —me respondió. Miré a Emily y ella parecía estar en su propio mundo observando las paredes del hospital. Por unos segundos fruncía el ceño y luego volvía a la normalidad—. ¿Están bien? —volvió a preguntarme Winter al ver que no respondí a su anterior pregunta. Emily nos miró, saliendo de su hipnotización, y largó un bostezo—. ¿Quieres ir a casa? Puedo decirle a Froy que te acompañe, no hace falta que te quedes aquí.
—No, estoy bien. Quiero saber qué le dicen a Jordan. Luego me tomaré un taxi hasta mi casa.