Ámber: Un mundo por descubrir

Prólogo

 

Durante las reuniones familiares o con amigos, mientras estas ahí disfrutando la compañía de todos tus seres queridos y los no tan queridos, llega un breve instante en que tu mente se vacía y el sonido alrededor se desvanece y solo quedas tú y tus pensamientos, miras alrededor, sonríes por inercia y entonces tienes ese sentimiento, ese por el que muchos si no es que todos hemos pasado por un momento, entonces solo puedes hacerte una pregunta “¿Qué hago aquí?”. Todos alguna vez sentimos que no somos nosotros mismos, o que incluso no encajamos en nuestra familia, con nuestros amigos, simplemente sentimos que hemos estado siguiendo como pequeñas maquinas programadas para ser de esta forma.

 

Puede que Ámber consiga decirte mejor que nadie sobre este sentimiento. Ámber Hamilton pasaba por el final de sus 16 años y su más grande deseo en toda su vida era vivir como cualquier otra adolescente. Una vida amorosa estable, discusiones típicas con tu madre como que debes ponerte, porque llegas tarde a casa luego de fiestas, tus monstruosos hermanos molestándote, bueno algo normal, sin embargo, parece que no lo tiene. Comencemos desde el inicio.

 

Volvamos unos años atrás antes de seguir la historia. Era una noche de tormenta, el viento helado soplaba con ferocidad y las nubes grises cubrían el brillo de la luna. No muy lejos se escuchas los pasos agitados corriendo en el lodo, pisando trozos de ramas, el sonido de un bebé que llora sin parar es lo único que deja el sonido al romper el viento.

La respiración agitada de un hombre que cubre su rostro con una mascada lleva consigo un bulto envuelto en una sábana, su aspecto se ve cansado e incluso se nota el color rojo que se mezcla con el agua que escurre por su pierna izquierda.

 

- Perdóname…

 

Con los ojos llenos de lágrimas aquel rostro fatigado y empapado por la lluvia bajo entre unas bolsas, la pequeña figura que lloraba sin cesar y llevaba hace unos instantes entre sus brazos protegiéndola como si fuese el tesoro más grande de la historia. Antes de marcharse descubre la manta y deja ver solo una mejilla de lo que parece ser una pequeña beba, la acaricia con un dolor punzante en su pecho y cae arrodillado repitiendo lo mismo entre su gran llanto de arrepentimiento

 

- Ignosce, Ignosce, Ignosce, Ignosce… Ignosce — su mirada se levanta al cielo implorando que la lluvia cesé, cubre el rostro de la pequeña y coloca su mano en las cienes de esta y susurra casi en silencio unas pablaras más para luego levantarse y correr hasta desvanecerse en la oscuridad de la noche

 

Luego de unos minutos la lluvia por fin terminó, entonces una mujer de aspecto descuidado, cabello completamente plateado, aunque no debido a su avanzada edad, se veía joven tal vez alrededor a los 25-28 años de edad, llevaba consigo un carrito de supermercado miraba en busca de comida, o algún objeto que le sirva, solo busca algo.

 

De pronto un brillo llama su atención, al acercarse logra apreciar que aquello provenía de unos valiosos aretes de oro posados en las orejas de una pequeña bebé que se encuentra en un sueño profundo. Tal vez solo debía arrancarle los zarcillos a la chiquilla, ella ya era muy pobre como para mantener ahora a una bebé, pero por alguna razón la tomo en sus brazos y la puso cuidadosamente en su carrito mirando a su alrededor para asegurarse que nadie estuviera a la vista

 

 

 

- ¡Oye sanguijuela infeliz! Te dije claramente que no te quitaras esto de tus malditos ojos, asustas hasta las ratas — Úrsula seguía llamando de forma despectiva a la pequeña de 2 años que jugaba con una muñeca que carecía de un ojo, la mayoría de sus cabellos, sucia y sin ropa

 

Realmente no importaba si la llamaba sanguijuela, infeliz, escuincla, miserable, etc. Úrsula se encargaba de proveerle alimento y un techo para dormir todos los días sin falta alguna, sorprendentemente. Úrsula parecía odiar a la pequeña, sin embargo, algo en ella hacia que esta cuidará de la niña a quien bien pudo haber abandonado aquella noche.

 

Mientras la pequeña dormía siempre soñaba con lo mismo, una mujer que cantaba hermosa canción de cuna, la letra la perdía al despertar, pero la melodía, siempre la tenía en su mente como la más hermosa de todas las canciones.

 

Úrsula siempre la molestaba, constantemente regañaba a la niña cada vez que se salía de la deplorable casa que tenían o se alejaba de su “patio de juegos”. Cada vez que salían a pedir dinero ella siempre vendaba los ojos de la nena, decía que era lo mejor para todos, además eso causaría un efecto de lastima mayor y el dinero caería más rápido. Vaya conclusión.

 

Al pasar el tiempo el alcohol se volvió el mejor amigo de la vieja Úrsula. Y en uno de esos tantos días en casa, luego de algunas copitas demás ella se acercó por la espalda donde jugaba inocentemente la niña de 5 años y susurro al oído de esta

 

-  ¿Qué demonios? Tu madre no te quiso, te dejo abandonada porque eres una niña tonta e insoportable y yo tengo que cuidarte, además mírate, eres un monstruo, hip — Tambaleándose fijo su vista a lo lejos y entonces repitió para sí misma — ¿Por qué yo? Porque de entre todas tenía que ser yo, hip ¡Espero que te estés pudriendo en el infierno! hip — grito al cielo — Ash, ¿en qué momento fue que te llego el remordimiento? ¿No pudo ser en otro momento?



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En el texto hay: misterio, aventura, amistad

Editado: 26.09.2020

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