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Ángel
Estoy en mi oficina, pensando como atrapar a ese maldito cabrón, pero no sé ni cómo empezar, no hay pistas, no hay nada de cómo saber o como encontrarlo, la única pista es el centro, es donde está el, pero para saber quién es, y no puedo llevarme a todos los taxistas a interrogar.
Tengo que pensar claramente todo este caso, me está matando, porque la verdad es el caso más difícil de mi carrera, o tal vez es por lo mismo que estoy tan metido porque el caso es de mi hermano.
En ese momento suena que tocan mi puerta de mi oficina.
Ángel: adelante.
Alicia: Ángel, tengo que comunicarte algo.
Ángel: ¿Qué pasa?
Alicia: tu hermano.
Ángel: ¿mi hermano qué?
Alicia: tu hermano, hizo una página y difundió que la gente tuviera cuidado con los taxistas de la ciudad.
Ángel: ¿Qué carajos?
Alicia: como escuchaste.
Ángel: ¿Cómo sabes que es él?
Alicia: perdóname Ángel, no dice ahí, pero lo más obvio es que es el ¿no?
Ángel: quiero ver la página.
Alicia: ven, vamos a mi computadora.
Me levanto de mi silla, salgo de la oficina y entro a la oficina de Alicia. Me recargo en su escritorio para ver la página y leo todo lo que dice ahí. Se me hierve la sangre, estoy muy molesto, de pensar que algo más le pueda pasar a él.
Alicia: ¿Qué vamos a hacer?
Ángel: voy a buscarlo.
Alicia: no lo regañes.
Ángel: es que… ¡esta pendejo o que! – lo digo tan molesto -
Alicia: cálmate, no quiero que te alteres – Alicia me abraza y pone su cabeza sobre mi pecho- te quiero, ya no quiero esconder todo esto que siento por ti.
Ha dicho que me quiere, y no sé qué decirle, pero muy dentro de mí, esta mujer me gusta y mucho.
Ángel: no sé, que decir, pero… me gustas.
Alicia: con eso me conformo.
Ángel: hablaremos de esto en otro momento, ¿sí? No quiero agobiarte más con esto.
Alicia: no te preocupes, yo puedo esperar, a que todo esto se calme, ok.
Ángel: si, gracias.
Me doy media vuelta y salgo de su oficina, veo en mi celular si puedo localizar a Ernesto, veo que su GPS lo tiene prendido, entonces tomo mi saco, salgo de la oficina.
Voy hacia mi coche, y lo sigo, veo que no se ha movido desde hace un rato, está en el centro. Me estaciono en un lugar, me bajo del coche, y lo sigo. Cuando llego veo que está muy bien escondido, está fotografiando a los taxistas.
Le pongo la mano en el codo, se da la media vuelta asustado.
Ernesto: ¡maldita sea! ¿Por qué llegas así?
Ángel: ¿Qué estás haciendo?
Ernesto: nada – volteando hacia el piso, poniendo las manos hacia atrás, creo que está escondiendo su cámara-
Ángel: ¿Qué tienes atrás?
Ernesto: estoy fotografiando el centro, para un trabajo – está tratando de ocultar algo -
Ángel: ¡no me mientas Ernesto!
Ernesto: no lo hago.
Ángel: Ernesto, por favor, mantente alejado, ya te dije – lo digo en tono de amenaza -
Ernesto: es que tú no entiendes Ángel, tengo pistas.
Ángel: no me importan, no me ayudan en nada.
Ernesto: ¿Qué dices?
Ángel: no, y punto.
Estiro mi brazo y le tomo la cámara, la tiro al suelo y la comienzo a pisar hasta que se rompe.
Ernesto: estas mal de la cabeza o que – me dice gritándome - no quiero que me vuelvas a hablar.