Amenaza Encubierta

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Ernesto

 

 

¿Cómo rayos pudo haber roto mi cámara? Estoy tan molesto que me hubiera encantado golpearlo, pero sé que él me hubiera dejado en el piso, aparte de que sabe pelear, y pues su masa corporal es diferente. El pues el ancho musculoso y yo estoy muy delgado. Pero qué más da, estoy tan enojado, estoy harto que siempre se meta en lo que no le importa y yo sé que puedo ayudar y él no lo va a impedir, de esto estoy seguro.

   Me pregunto cómo habrá dado conmigo, pero no creo que Bárbara le haya dicho ¿o sí? Entonces busco en mi celular su número.

 

Bárbara: bueno, ¿Qué pasa?

Ernesto: ¡tú le dijiste a Ángel donde estaba verdad!

Bárbara: oye no me grites, y no.

Ernesto: ¿entonces como dio conmigo?

Bárbara: ¿Por qué lo dices?

Ernesto: vine al centro y estaba grabando a los taxista y tomándoles fotos para ver un poco más afondo con ellos, lo necesito y hacer un informe de su comportamiento, y ¿sabes lo que hizo? Llego y me rompió la cámara y discutimos.

Bárbara: ¿es enserio?

Ernesto: sí.

Bárbara: no, pues yo no le dije dónde estabas.

Ernesto: bueno gracias.

Bárbara: te veo en el café Benito a las 5, ok.

Ernesto: si, bye.

 

Cuelgo.

   Entonces como dio conmigo, entonces pienso que tal vez por el GPS, creo que lo mejor será apagar el GPS. Para que ya no me diga y lo más seguro es que si de hecho por ahí pudo haberme seguido.

   Camino hacia una tienda departamental, compraré una nueva cámara, entro  a la tienda. Voy directamente al departamento de electrónica y comienzo a ver las cámaras. Veo una sencilla pero bonita que me gusta. Volteo, veo el gafete de la señora que se llama Amalia.

  

Ernesto: disculpe, podría mostrarme esta cámara.

Amalia: claro joven… mire es esta.

Ernesto: perfecto. La quiero.

Amalia: la pagara de contado o con tarjeta.

Ernesto: tarjeta – le muestro mi tarjeta y mi identificación oficial y firmo, me pone la cámara en una bolsa y me la da -

Amalia: gracias.

Ernesto: a usted.

 

Salgo de la tienda y camino por el centro, comienzo a hacer tiempo en lo que llega Bárbara, entonces comienzo a fotografiar la bella Guadalajara, catedral, rotonda, teatro degollado, y entre otras cosas.

De repente veo que a lo lejos siento que alguien me sigue, saco mi celular y me tomo una selfie para ver si alguien me sigue, camino un poco y vuelvo a tomarme otra selfie, y si de hecho alguien me está siguiendo es un hombre.

   Me asusto y trato de parecer lo más normal que puedo. Respiro hondo, y sigo caminando, puede que sea el taxista y sepa quiénes somos nosotros, o sea un asaltante. Camino más rápido casi llego a San Juan de Dios, cuando me doy la vuelta corro lo más rápido que puedo y me escondo detrás de una pared, reviso que no me esté siguiendo. Pero ya no veo nada, el corazón lo tengo muy acelerado a punto de reventar.

   Me calmo un poco entro a una tienda de ropa, y me compro un cambio diferente y una gorra, mi ropa que tenía puesta me la pongo en una bolsa, salgo de la tienda, y camino hasta llegar al café Benito y ahí me quedo a esperar a mi hermana.




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