Amenaza Encubierta

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Laura

 

 

Estamos en un bar del centro, mis amigas y yo acabamos de tomarnos unas copas, dios que fiesta tan padre, bebí, baile, me divertí tanto.

   Sigo bailando con todos, la música electrónica suena y suena en mis oídos, esto es vida, esto es fiesta, me encanta. Cuando reviso mi celular para ver la hora, descubro que son las 3 de la mañana, dicen que era la hora mala, pero no creo que así sea. Aunque pensándolo bien creo que ya es tarde, creo que ya me iré.

 

Laura: Martha ya me voy.

Martha: ¿Por qué tan temprano?

Laura: ya es hora, amiga.

Lorena: no te vayas aun, Lau.

Laura: lo siento, pero ya me voy, al rato me pondré borracha y mucho.

Martha: pero para eso es la fiesta.

Lorena: exacto Laura. No te vallas.

 

Me suplican, pero sé que puedo caer en la tentación de seguir disfrutando la noche tan magnifica y padre, pero lo mejor es irme.

 

Laura: no chicas, ya me voy, las veo mañana.

Martha: bueno, está bien amiga, que te valla bien.

Lorena: adiós Lau.

Laura: adiós.

 

Me despido de cada una, y tomo mi bolsa, salgo del antro y siento el aire helado y me pega en la cara, busco entre mi bolsa un cigarrillo, lo consigo, saco mi encendedor para prenderlo, en cuestión de segundos estoy fumando mi cigarrillo sabor menta.

   Dios me encanta sentir la sensación, busco un taxi que me pueda llevar. En este preciso momento siento un miedo recorriendo en todo mi cuerpo, por lo que contaron el otro día en familia sobre lo que le paso a Roberto. Pero no creo que me pase nada, si pienso así obvio me pasara.

   Camino sobre la calle, y no me da miedo porque hay mucha gente saliendo de los bares. De repente veo un taxi, y me subo a él. Cuando me subo a él veo que es gordo y pelirrojo y poco cabello.

 

Laura: buenas noches, que frio está haciendo.

Taxista: buenas noches señorita. ¿Para dónde va?

Laura: bueno voy para los edificios que están enfrente de la plaza México.

Taxista: si se cuales, en unos minutos estaremos ahí.

 

Saco mi celular, y comienzo a contestar mis mensajes que había recibido. El taxi sigue su camino, veo que dobla para irse por Juárez. Cuando nos paramos en un alto veo algo extraño, pero trato de no tomarle importancia.

   Guardo mi celular, en mi bolsa y volteo hacia la ventana, cuando nos volvemos a parar en otro semáforo ubicado en el parque rojo, volteo y veo que saca una inyección, volteo  completamente, me quiere drogar, trato de pelear con él para que no me haga nada, como puedo aviento la inyección, cae en el asiento del copiloto del coche, como puedo abro la puerta y salgo corriendo, y corro por el parque rojo, se me salen las lágrimas del miedo, me escondo debajo de una banca como puedo. Trato de voltear a todos lados para que no me vea, que no sepa dónde estoy.

   Veo que se baja del taxi, y comienza a buscarme, saco el celular y le marco a mi primer contacto Ernesto, comienza a sonar y sonar, no me contesta. Vuelvo a intentar, responde, hablo muy bajito de tanto miedo que tengo, el cuerpo me tiembla.

 

Laura: Ernesto, ¡por favor ven por mí!

Ernesto: ¿Por qué hablas tan bajito? ¿Dónde estás?

Laura: en el parque rojo escondida, por favor llega rápido, un taxista me quiso drogar.

Ernesto: ¿Qué? Voy para allá.

 

Cuelga.

   Sigo volteando por todos lados, veo que pasan 5 minutos y el sigue buscándome y de repente me ve.

 

Taxista: aquí estas preciosa, ven con papá.

Laura: ¡déjeme en paz! – grito -

 

Corro como puedo y me caigo, él llega y pone sus manos sobre mi cuerpo y me inyecta la dosis, empiezo a forcejear, y comienzo a gritar.

 

Laura: ¡déjeme! ¡Suéltame estúpido!

Taxista: no te resistas hermosa.




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