Capitulo 5. El efecto de la lavanda

Rosa

—Además, no quiero hablar del tema, hay que poner muchas cosas en las estanterías—Dijo Blanca tan seria como ayer. Vestía un vestido de tela fina con unas mallas finas de color blanco.

—Yo solo digo que no recuerdo haberme enfadado contigo nunca, y de repente un día me dejaste de hablar sin ninguna explicación y a la semana siguiente me dijeron que te habías mudado con tus tíos, eso es todo lo que se y me gustaría saber lo que te paso para comprenderlo.

—Ese año fue el peor de mi vida, y no quiero recordarlo ¿queda claro?

—No—Le cogí su muñeca. Y en ese momento nos transportamos a un lugar, un lugar oscuro, los arboles se movían y en frente estaba una chica, ¿era…Blanca?—¿Blanca?

—No, no, no, no, ¡otra vez no!—Se quiso soltar y se agachó poniéndose sus manos en su cabeza. Volvimos a la tienda.

—¿Que pasó esa noche?—Me agaché pero no respondió. La campana sonó, había otro cliente, pero este no era un cliente normal. —Tío Gordon.

—Hola pequeña, solo quería saber cómo te iba en tu trabajo, me dijeron que querías trabajar a pesar de ser rica.

—Me quería sentir útil—Dije antes de voltear para verla, seguía con la cabeza agachada.

—¿Ella es tu jefa?

—No, es una antigua amiga, la jefa está de vacaciones—Dije mientras me volví a agachar con ella. —Blanca, no tienes porque preocuparte, estas en la tienda. —Por fin la vi reaccionar, poco a poco veía que su cabeza se iba alzando. Pero no duró mucho.

—Cabello negro, ojos marrones, nariz grande, manos grandes ¡no!, no, no, aléjate de mí—Dijo al ver a mi tío, corrió a esconderse arriba y cerró la puerta de un portazo.

—Que grosera, tampoco las tengo tan grandes, es de nacimiento.

—No sé que le está pasando, lo siento mucho tío.

—No pasa nada, pero dile que yo no soy ningún asesino, parecía que no me quisiera ver ni en pintura y eso que no nos hemos visto nunca.

—Tranquilo, todo se arreglara, espero… Gracias por venir.

—Ya que estoy aquí me llevaré este cuenco de oro para la meditación.

—¿Desde cuándo haces meditación?

—Empecé a hacerlo desde que tu tío Igor murió.

—Recuerdo ese día, estaba en mi casa cuando me lo dijeron, nunca supieron cómo ni por qué.

—La investigación se cerró cuando dijeron que se habían peleado él y otro hombre, y al morir ambos dijeron que fueron dos muertes causadas por ellos dos, ningún testigo a la vista ni cámaras alrededor. Bueno, ¿cuánto es?

—6,78—Pagó y nos despedimos. Tal cual se fue, cambie el cartel para cerrar la tienda y poder hablar con ella con más calma, subí las escaleras y la vi tumbada en la cama llorando. —¿Blanca?

—Ha vuelto, ha vuelto para matarme.

—¿Quién? ¿De qué estás hablando?

—Ese señor, ¿todavía está aquí?—Preguntó sin mover la cabeza de la almohada.

—Ese señor era mi tío, y no te ha visto nunca.

—Mentira, yo lo vi ese día, y llevaba un cuchillo en la mano…

—Descansa—La bese en la frente. —Creo que ha sido una mala idea hablar de esto.

—No me crees ¿verdad?—Se sentó.

—No es que no te crea, es que lo veo imposible, mi tío es genial, sería incapaz de matar a nadie. Antes se muere él que herir a los demás.

—Lo suponía…—Susurró. Después de eso no dijo nada más y yo bajé a poner el cartel abierto otra vez.

Hoy también iba a hacer yo todo el trabajo mientras que Blanca se tumbaba en la cama, muchos dirían que se está aprovechando de mí, pero yo no lo creo y la quiero demasiado como para creer que se está aprovechando de mí.

—¡Buenos días! ¿Ya habéis hecho las paces?

—Buenos días Celeste. No del todo, está arriba durmiendo.

—¿Que ha pasado?

—Cree que mi tío es un asesino.

—¿Tu tío Gordon? Pero si es un amor de persona.

—Lo sé pero está empeñada en que es un asesino.

—¿Y no te ha dicho por qué?

—No. Y paso de preguntarle, ya no seguiré detrás de ella, eh estado 9 años pensando en qué había pasado, que me olvide de mi, literalmente, ya sabes cómo esta mi armario.

—Lo sé, por cierto ya es hora de que quites esos papeles ¿no?