Amnesia (#1 Oels)

6. ¿Quién es Henry Banner?

CASIE

Idiota, idiota, idiota...

Así que este recuerdo estaba relacionado con ese fantasma que al parecer se negaba a decirme algo que me importara sobre la muerte de Camil o sobre mí. Era tan injusto.

Cada vez lo detestaba más.

Y al parecer, él me detestaba a mí.

- Es un tonto, un arrogante, un idiota, un... un... - ya no sabía qué más decir, era un fiasco para insultar - Menuda pérdida de tiempo - me quejé mientras estaba entrando en la puerta principal de la mansión Lincer en donde me encontré con el rostro preocupado de Helena.

- ¿Dónde se supone que estabas? Nos tenías preocupados, Casie ¿Cómo se te ocurre? - me rodeó fuertemente, yo me quejé del fuerte apretón porque sin duda alguna, Helena me agarró por sorpresa.

Y la verdad era que... ese abrazo se sentía bastante bien.

- ¿Ya llegó? - preguntó Colin asomando su cabeza desde el umbral que daba a la sala - ¡Demonios, Casie! Si que le diste un susto de muerte a la familia.

- Si, sobre todo a Evan - dijo Deacon entrando despreocupadamente con las manos en los bolsillos, al ver que detrás de él estaba el susodicho rodé los ojos - No podía quitármelo de encima en todo el rato, que pesadilla es cuando está en modo cabreo.

- ¿Estás bien? - Evan se acercó en cuanto Helena dejó de abrazarme, di un paso hacia adelante y el chico aprovechó para agarrarme la cara y revisar si me había hecho daño. Se veía bastante preocupado.

- Estoy bien, no te preocupes más.- aseguré.

- ¿Estás segura? Deacon me miró fijamente, involuntariamente me tensé en mi lugar. Seguía sin gustarme que me observaran. - Mira que si no lo estás el tonto de mi primo va a comenzar a parlotear y me da nervios cada vez que lo hace - se puso a temblar. Colin se tapó la boca con el puño cerrado para no reírse, Helena hizo lo mismo pero con la palma abierta y Evan lo miró con los ojos entrecerrados.

- No parloteo - se quejó él con aire ofendido.

- Dile eso a tu almohada - comentó Cyril entrando al recibidor. De verdad que esa mansión era tan grande que hasta el recibidor parecía una sala de estar. El rubio se me quedó mirando un rato para después toser y mirar al techo como si yo estuviera en él.- Así que te dignaste a volver, Insurrecta ¿Sabes que no puedes salir sola? Aunque claro, por mí haz lo que quieras, no me interesa si te comen viva o te caes por un acantilado- se apoyó en la pared a un lado de su hermano.

El acantilado.

Ahora lo recordaba.

Y comprendí porque el fantasmita estaba tan enojado conmigo.

Él había dicho que yo me iba a lanzar pero ¿Con qué valor haría yo eso, sí le tenía miedo a las alturas? Y que Cyril hubiese mencionado aquello me puso los nervios de punta ¿Habría sido eso una coincidencia?

Todos lo miraron con reproche y yo no quise dejarme intimidar, si, estaba demasiado asustada y paranoica, pero no quise demostrarlo, tenía que hacerle creer a ese rubio oxigenado que yo era fuerte y que nada me podría perturbar, lo miré con la cabeza en alto, retándolo. Él cruzó los brazos y se encogió de hombros, alzando la mirada penetrante hacia mí.

Al parecer yo estaba a punto de romper nuestra tregua.

- Idiota - susurré.

- ¿Cómo me llamaste? - me aparté de Evan para dar un paso hacia el rubio, llenando los pulmones de suficiente aire para poder soltar varias cosas a la cara.

- ¿Acaso estás sordo? - los ojos del chico llamearon, creí que mis pensamientos se habían llenado de crueldad por un pequeñísimo segundo, crueldad que desapareció en cuanto Deacon abrió la boca.

- Cada día me gusta más esta chica - comentó él con burla mirando a Cyril con la mandíbula tensa. Se burló con más fuerza - ¿Cierto, Cyril? A que es una monada. - me agarró la mejilla y  le di un manotón haciendo que la quitara inmediatamente con un quejido para nada masculino.

- Bueno - empezó a decir Helena afincándose en la "e" queriendo liberar la tensión - Creo que es hora de que Casie vaya con las tías y les diga que sí está viva ¿No? Menudo susto el que les dió - propuso agarrándome el brazo y adentrándome al salón con los otros cuatro chicos detrás, en donde Evan le iba diciendo algunas cosas a Deacon entre susurros, Colin se rascaba el brazo con frenetismo y más atrás iba Cyril con la mirada fija en mí, tal vez pensando en cómo se sentiría agujerearme el cuerpo hasta que me desangrase, o al menos eso es lo que yo creía que el rubio estaría pensando.

Hermosos sentimientos ¿Verdad? Sin duda alguna, algo precioso que recordar.

- Ya valió, Cyril va a hacer su vida un infierno - escuché que susurraba Deacon al pelirrojo, claro que todos lo escucharon porque a pesar que fuese un susurro, Deacon parecía no entender mucho sobre cómo contar secretos en voz baja.

- Cállate Deacon - dijeron Cyril, Helena y Colin al unísono. El susodicho solo alzó los brazos en señal de rendición y por la puntillita del ojo, pude ver como Evan le daba un pequeño golpe en la nuca al chico.

- Tarado - le susurró el pelirrojo.

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15 de Noviembre, 2019.

Ya se marcaba alrededor de la una de la mañana cuando me levanté de la cama para cerrar el gran ventanal de la habitación. Hacía un frío terrible, tanto así que los dedos de las manos y de los pies me dolían con gran intensidad.

Al ver la noche sentí un escalofrío recorriéndome el cuerpo, de repente llegó a mi mente esa cueva oscura y siniestra y como si estuviese en ella, mis fosas nasales se llenaron de un olor desagradable, casi putrefacto.

Era muy asqueroso, el olor me producía arcadas, pero así como llegó ese lugar y ese olor, así mismo todo desapareció devolviéndome a la realidad de la oscura habitación.

Los relámpagos se escuchaban cada vez más fuertes y la luz que brindaban al iluminar la gran arboleda causaba algo de terror.

Fue allí cuando lo ví.

Y él me vio a mí.




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