Amor a la deriva

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Es una época de escases y hambre, pocas son las familias que no han sido afectadas por los problemas que dejo la invasión de piratas y rebeldes hace unas semanas a penas. Vivimos en un reino junto a la costa del mar, el lugar es conocido por sus buenas temporadas de pesca y los diamantes y rubíes que se extraen de la montaña junto al castillo del rey. Es por eso que los piratas han estado viniendo en los últimos años, para saquear todo lo que puedan y después irse dejando caos y miseria. Muchas personas quedaron sin casa y ahora forman parte de los tantos pobres y desamparados que hay en este lugar.
Estaba jugando junto al almacén de mi casa, sola como siempre, mis hermanas -aunque no me llevan más de dos años- ya no se divierten jugando, ahora solo practican bordados, pinturas y todo lo necesario para ser unas buenas esposas en su momento. Se escuchó un fuerte ruido en el almacén, claramente escuche unas cajas caerse. La curiosidad me ganó y fui a ver que había ocasionado tal ruido, tal vez simplemente estaban mal acomodadas pero aun así quería saber.
Abrí la puerta del almacén, soltó un rechinido horrible, el almacén estaba oscuro y solo entraba la luz que dejaba pasar la puerta. Tal vez no fue una buena idea venir aquí, no se veía nada. A tientas logré llegar a la ventana para abrirla, y el lugar se iluminó. Había cajas de frutas, verduras, sacos de maíz y demás cosas.
Había una caja de manzanas que estaba en el suelo y las manzanas estaban regadas por todos lados, una de ellas tenía una mordida, -me asusté- puede que simplemente sean ratones.
Fue entonces cuando lo vi, no eran ratones, era un chico., Su cabeza se asomaba temerosamente de atrás de las cajas, tenía el cabello un poco largo y todo desordenado, sus ojos eran grises y su piel era un poco morena, tenía mugre en la cara y un rasguño en el labio.

-Hola, ¿quién eres?- el chico se veía asustado y a mí me daba mucha curiosidad.

No me respondió y permaneció ahí escondido. Entonces tomé una manzana del suelo y se la ofrecí.

-Me llamo Catalina Woodville, toma esta manzana.- se quedó observándome y luego a la manzana. Poco a poco extendió la mano y la tomo. - ¿Cómo te llamas tú?- dije mientras los veía devorar la manzana de un bocado.

-Soy Henry- su voz era fuerte.

-¿Quieres salir de ahí?- le extendí la mano y él la tomó temerosamente y lo ayudé a salir de su escondite, era un chico muy guapo, alto y de cuerpo fuerte pero delgado. Llevaba un pantalón roto y una camisa blanca que en realidad se veía gris de tanta suciedad y no tenía zapatos.

-Por favor señorita no me acuse de que entré aquí, le prometo que no vuelvo a poner un pie por este lugar.- dijo sin soltar mi mano.

Me dio lastima- Debes tener mucha hambre, ¿verdad?.- el solo se limitó a asentir con la cabeza.

Me quede pensando un momento.-Ya sé, mañana ven a esta hora y te daré un poco de comida, la suficiente para que mis padres no se den cuenta. Entra al almacén con cuidado de que no te vean y te la traeré.

-No señorita como cree, la puedo meter en dificultades, mire mejor ya me voy.- soltó mi mano y movió una caja grande que tapaba un pequeño agujero que daba a la calle.- discúlpeme por esto, encontré esta entrada y no me resistí a entrar.

-Puedes hablarme de tu, no hay ningún problema, por favor acepta mi ayuda.

- No quiero causar problemas. Es mejor que me valla.

-Está bien, pero dejare la comida mañana de todos modos, ya es decisión tuya si vienes por ella.

-¿Porque insiste en ayudarme?, solo soy un pobre vago que roba para vivir, no es correcto que hable con una niña tan linda y bien educada como usted.

-No digas eso...- en eso se escuchó la voz de mi madre llamándome. Ambos nos asustamos. El no dijo nada y salió por el agujero, yo empuje la caja como pude para que no se dieran cuenta. Mi madre entró al almacén y se quedó mirándome.

-¿Catalina que haces aquí?, ya te he dicho que no entres a este lugar, está lleno de animales. Ahora mismo ve a bañarte que estas toda mugrosa, no es bueno que te vean así. Y de colmo te estabas comiendo las manzanas.

Yo no dije nada y salí del almacén, tratando de ocultar la sonrisa que me provoco aquel extraño y curioso joven que era diferente a todos mis amigos e incluso debajo de esa mugre y harapos rotos se veía muy guapo y decente. Tengo curiosidad por saber más de él, quiero conocerlo .

 



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En el texto hay: aventura, amor

Editado: 08.08.2018

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