Bella, o Jamileh, como le llamaban en esa tierra por ser el significado de su nombre en pastún, idioma que hablaban la mayoría de sus amigos afganos, estaba terminando de diseñar las cejas de su mejor amiga afgana Farah, cuando de repente todo el lugar donde se encontraban, comenzó a estremecerse.
-pero qué pasa!?- exclamó Jamileh muy asustada, con sus grandes ojos color dorado miel, a punto de salir de su hermoso rostro en forma de corazón, el cual estaba enmarcado por un hijab (velo arabe que cubre el pelo y el cuello pero que deja el rostro al descubierto).
-No lo sé- contestó su amiga, levantándose de un salto para ir hacia la ventana que daba a una de las calles principales de la capital afgana.
Ambas estaban vestidas con la ropa típica del pais árabe, de la cabeza a los pies, con ropa de color gris claro, pues estaban en verano.
Por la amplia ventana de cristal templado, Farah pudo notar que salía humo de varias casas y edificios bajos, y que mucha gente corría despavoridas y vociferando todos a la vez, de forma que la chica de 25 años, no pudo comprender lo que decía casi nadie.
-“corran… talibanes…nos van a matar!.. sólo llegó a comprender Farah, pero sabía que de seguro estaba entendiendo mal, aunque el pastún era su idioma nativo. Se retiró de la ventana y le dijo a su amiga, mientras se encaminaba hacia la puerta con presteza:
-Jamileh, espera aquí, creo que está pasando algo muy malo y saldré a averiguar - dijo esto al mismo tiempo en que corría hacia la puerta, al parecer muy asustada, notó Jamileh.
Decidió no quedarse a esperar lo peor dentro de casa, pues pensó que era un terremoto o algo por el estilo, pues el país tenía un tiempo en calma y no imaginó lo terrible de la situación que le aguardaba fuera.
Al salir vio que unos tipos fuertemente armados con armas largas, granadas y hasta lanzas cohetes, tenían a su amiga tomada del brazo y la abofetearon con mucha fuerza, cuando ésta trató de decir algo haciéndola caer.
-déjala bruto, estúpido, depravado… que te pasa imbecil!- vociferaba Jamileh mientras corría hacia donde estaba su amiga arrodillada en la calle, con el rostro lloroso y enrojecido.
iba topeteando con personas que corrían hacia todas direcciones, en su mayoría hombres.
”Pero dónde están las mujeres?” Se preguntó la chica con ojos como platos por la escena casi apocalíptica, que se estaba presentando rápida y sorpresivamente.
Al llegar junto al jeep donde estaban subidos los bárbaros con turbantes blancos y a cuadros rojos y negros, antes de que pudiera decir o hacer nada, uno de los tipejos que al parecer salió desde detrás de ella, la empujó con fuerza y Jamileh cayó de rodillas justo al lado de su amiga.
Otro de los hombres la miró desde arriba, como si ella fuese una lombriz asquerosa y colocándose el arma larga en uno de sus delgados hombros, le dijo en su idioma, el cual gracias a al cielo la chica que era extranjera, cada vez entendía y hablaba mejor:
-tú, escoria de la naturaleza, como te atreves a emitir sonido alguno ante los hombres? Es que no tienes respeto por las leyes de Alá, asquerosa mujer?- La chica sintió que no estaba en la realidad, al escuchar semejantes palabras tan machistas, que sonaron como una sentencia de muerte.
-mata a esa perra pecadora- dijo otro de los hombres que estaban en el jeep sin techo, mirándola con superioridad y rabia al mismo tiempo.
Jamileh se preguntó, qué cosa tan grande fue lo que hiso y en en que momento lo habría hecho... Estaba tan asustada que no era capaz ni de levantarse para correr, pero gracias a Dios la voz sí que no le fallaba aún, así que le preguntó al tipejo, con una voz llena de rabia:
-ahh, me vas a matar? Y se puede saber porque tengo que morir exactamente?…
-POR SER MUJER.- le contestó una voz mortalmente fría y tan endiabladamente varonil, que Jamileh sintió que un escalofrío, de miedo…o excitación?.. le recorría la espina dorsal.
Levantó la vista para mirar al dueño de la extremecedora voz, quien estaba de pie entre el vehículo y ella con un arma apoyada en su fuerte hombro derecho, y sin tener idea de donde rayos había salido, se encontró con unos almendrados ojos algo rasgados, de un tono gris tormenta, los cuales estaban bordeados por abundantes pestañas color negro azabache, al más bello estilo oriental, pero que destilaba un desprecio hacia ella, casi rayando en odio.
La chica abrió más sus asustados y hermosos ojos, al sentir una mezcla incomprensible de sentimientos.
El hombre de ojos fríos era muy alto, de unos aproximados 1 metro 85, y tenía hombros muy anchos y a pesar de llevar la túnica típica del país, de color blanco impecable, se adivinaba un magnífico cuerpo, pero no al estilo gym, sino que parecía trabajado a la naturaleza, como lo demostraba su expendido bronceado.
Tenía además, una nariz recta y mandíbula fuerte, algo cuadrada, sombreada por una incipiente barba de pelo negro, la cual también rodeaba sus sensuales labios y unos pómulos casi de modelo masculino. Esos labios… Jamileh casi deja escapar un suspiro de deleite al mirar su boca; sus labios eran de pecado, algo carnosos, aunque estaban casi dibujando una fina línea de lo apretados que los tenía.
De repente el hermoso hombre de mirada cruel, achicó un poco los ojos, al notar el recorrido que la chica hizo de su figura y Jamileh vio cómo en cámara lenta, que ese hombre tan imponente bajaba un poco la cabeza hasta poner sus bellos ojos, casi al nivel de los de ella, la tomaba por la barbilla con dos dedos y le decía, con una voz que denotaba que estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por no… por no que?. Se preguntó la chica, pero no pudo cavilar más en la respuesta pues el hombre le dijo con una voz aterradoramente suave:
-cómo te atreves a mirarme con tal descaro, mujer? Acaso no sabes que sólo estás respirando por mi misericordia? quieres morir, pequeña ramera?- le Estaba apretando la mandíbula tan fuerte, que Jamileh creyó que le iba a destrozar el rostro.