Bashir sintió que la mano con la que golpeó a la descarada chica, le cosquilleaba, y no precisamente por el golpe, y que en un segundo, una especie de fogonazo blanco, nublaba su mente casi aturdiéndolo.
Fue como una especie de flash back de los que le pasaban en raras ocaciones después de que su padre lo encontrara en los Estados Unidos, sin recuerdos, sólo recordando su nombre y que podía hablar tan bien el inglés como el pastún.
El aturdimiento sólo duro un segundo, así que Bashir se recuperó rápido y se encontró apuntando a la chica de hermosos ojos dorados como el sol del desierto, que lo miraba mortalmente asustada pero a la vez, con gesto desafiante.
No dejó de apuntar a su bella cabecita de rostro pecadoramente al descubierto, pues no llevaba el turbante burka que es el que manda su religión islamica talibán, sino un velo que sólo cubría su pelo y cuello, así que podía ver todo su hermoso rostro. “ Tan sólo por eso debería matarla”, pensó Bashir, no pudiendo apartar la mirada de sus labios rosados y pecaminosamente carnosos, esa nariz respingona, que complementaban a la perfección su acorazonado rostro.
Bashir sacudió la cabeza de forma imperceptible haciendo mover la kufiyya que llevaba (especie de velo masculio) de color blanco, sujeto a la coronilla por un agal negro (lazo que sujeta el velo a la cabeza), despejando su mente con el movimiento.
Pensó en que tenía que honrar su religión, debía recordar lo que le dijera su clan sobre sus costumbres y reglas, en lo que a las mujeres se refiería, y debía también recordar, que aunque no se acordara de nada de su pasado y aunque le molestara sobremanera la violencia, nadie debía darse cuenta de sus dudas, pues como hijo de un líder, no debía mostrar ningún signo de debilidad.
La verdad es que era la primera vez que salía al campo de fuego, pues lo recuperaron en la época en que Afganistán estaba intervenida por los americanos y su padre y todo su grupo, estaban dicerminados por Pakistán y las montañas o escondidos por otros lugares, así que sólo tenía la teoría de cómo debía ser con los desobedientes pecadores y aún no había matado a nadie, aunque sus compañeros ya llevaban varios muertos, los cuales aún les dolían en el alma…”no, no debes ser débil Bashir, recuerda que todo lo hacemos en nombre de Alá”, se dijo tomando aire y volviendo su atención a la chica. Debía matarla, decidió.
Pero antes de que pudiera hacer nada, escuchó que la mujer gritaba algo… en inglés?!
-Dios mío, ayúdame!- Bashir, al segundo dejó de apuntarle a la joven y bajó su arma achicando aún más sus ojos, para estudiar su rostro con un nuevo interés:
-eres americana.- le dijo, más cómo afirmación que pregunta, pues había notado que la mujer hablaba su idioma con un extraño acento que no había podido identificar.
-yo.o, este, umm… sii-contestó la mujer aún muy asustada, mientras iba incorporándose lentamente, como si sintiera miedo a que su arma se pudiera disparar, si se movía bruscamente. Bashir sintió que el corazón se le estrujaba en el pecho al ver su asustado rostro, pero trató de controlarse una vez más.
”Que me pasa?” Se preguntó Bashir… “porqué esta mujer me causa tanta inquietud, si desde que regresé he conocido a muchas; hasta he castigado algunas por faltas menores a todas las que está cometiendo esta americana?” No dejaba de cusetionarse el rudo hombre.
Los talibanes tenían reglas estrictas de comportamiento en lo que a las mujeres se refiere, por ejemplo, el velo que llevaban las dos que estaban arrodilladas frente a él, no era en absoluto el correcto, pues el velo que mandaba su Islam era uno que solo dejaba entrever, y a penas, los ojo. Además de que la mujer no podía dejar achuchar su voz por los hombres y mucho menos, podían estar en la calle sin un acompañante masculino.
Bashir no entendía porque al saber que era americana había sentido una especie de alivio, pues el convenio tácito entre los talibanes y el gobierno americano, era el de no ”dañar” a sus ciudadanos y facilitar la evacuación de los mismos, claro que su grupo sólo iba a cumplir con lo primero, e iba a cumplir cualquier acuerdo con esos pecadores, sólo hasta tomar fuerza para acabar con todos ellos.
No eran estúpidos y ya los americanos los habían sacado de Afganistán y sabían que aún no tenían la fuerza suficiente como para pelear con los Estados Unidos, pero ya con las armas y el dinero que habían dejado los cobardes del gobierno afgano que había salido huyendo, y con ayuda de otros paises que tenían el mismo interés que ellos de erradicar el mal pecador de occidente del mundo, estaban casi seguros que tenía la victoria asegurada.
Bashir salió de sus cavilaciones cuando la chica de ojos miel le dijo, con voz algo temblorosa aunque con una mirada envalentonada:
-mira bárbaro, te diré que nosotras las dos, somos americanas y además no sólo eso, no, sino que somos de una familia muy importante, y tú sabes cómo es mi país de celoso con sus ciudadanos, verdad?, así que no creo que quieras desatar otra guerra con mi país y…- se interrumpió para tomar aire.
Hablaba de forma rápida, casi errática.
Bashir notó que estaba aterrada en verdad. Y más le valía estarlo, pensó él, para a ver si así cuidaba su lengua. La temblorosa mujer continuó diciendo:
-así que… ehh… podemos ir a casa? Vivimos ahí enfrente…- esto último lo dijo con la voz casi apagada y señalando hacia una gran casa que estaba justo detrás de ella.
Bashir miró por primera vez a la otra mujer que estaba arrodillada en frente de él, la cual no levantaba la vista ni emitía sonido.
”Esta al parecer conoce un poco mejor las reglas, no creo que sea americana”, pensó Bashir. En esta ocasión le habló a la chica de rostro ovalado con grandes ojos, al parecer almendrados, la cual tenía casi su mismo tono de piel:
-la americana puede entrar a su casa, pero esta mujer no. Claramente se nota que es de este país, así que el que esté desobedeciendo las leyes del Islam de forma consiente, es una falta muy grave.- notó que la chica se estremecía y vio que la americana la abrazaba y que la expresión le cambiaba automáticamente, de una de terror a una de furia contra él.