Farid no encontró a Farah en el harem. El apuesto árabe casi se esperaba esto, pues con lo que descubrió Hammed de esa joven, de seguro qué cosas muy buenas no le esperaban.
No quería preguntar por ella directamente para no llamar la atención, pues aún no tenían claro como Bashir y él las sacarían de ese lugar y mucho menos tenían idea de cuando lo harían, así que no querían que nadie los viera interactusando con las americanas, así que lo que decidió Farid fue buscar en las habitaciones vacías en donde llevaban a las mujeres reacias a tomar su legítimo lugar en la sociedad talibana, para “dejarlas meditar sobre la importancia de que lograran tener un buen matrimonio.
Ya había revisado 4 alcobas de las tantas que tenía el palacio y en la 5 tampoco tuvo mucha suerte.
Se quedó en mitad de la habitación con las manos en las caderas, meditando donde más podría estar la joven y cómo iba a averiguarlo, cuando de pronto sus increíbles reflejos lo instaron a volverse de repente, justó a tiempo para detener el violento ataque llevado a cabo por una pequeña silueta envuelta en tela negra.
Agarró a lo que parecía ser una mujer y muy furiosa, pudo notar el hombre, por ambos brazos, pero perdió el equilibrio y ambos cayeron en la gran cama, quedando Farid arriba de la mujer y de inmediato le sostuvo los brazos por encima de la cabeza.
-por.r favor, n.no me haga daño… - escuchó Farid que musitaba una dulce voz, en tono apenas audible. La mujer tenía un burka y no levantaba la mirada, así que apenas él podía ver sus ojos; pero de repente lo miró fijamente a los ojos y él se quedó como hipnotizado.
La chica tenía unos hermosos ojos grises oscuros los cuales a él hombre les parecieron algo familiares, aunque no pudo identificar donde había visto unos ojos similares con anterioridad...
-identifícate ahora mismo, mujer.- la incominó Farid, sin dejar de mirarla a sus expresivos ojos, pero ella volvió a bajar la mirada con timidez y no dijo nada más.
Farid tomó ambas manos femeninas con una sola de las grandes de él y le bajó el velo para poder verle la cara.
Era Farah, pero el hombre no podía explicarse el porqué de que esa silenciosa mujer, a la cual ya hasta había visto antes, en ese entonces no había llamado su atención como ahora lo estaba haciendo… será por el hecho de que tenía sus ojos a tan sólo escasos milímetros de los suyos, la razón por la cual, les estaban pareciendo los ojos más hermosos que había visto a sus treinta y tantos años? O por sentir su cálido cuerpo quemando el suyo a través de las chilabas oscuras que ambos llevaban?…
-Eres Farah, no?- le preguntó, más para que ella supiera que la había reconocido, que para asegurarse, y ella abrió sus ojos a toda capacidad sorprendida.
-pues yo… sí, y yo también te conozco- se apresuró a aclararle ella -Eres uno de esos tipos que nos hicieron huir de casa- Terminó de decirle Farah, para que él bárbaro supiera que ella estaba al tanto de todas sus maldades para con las amigas.
Farid frunció el seño y la miró extrañado. Luego se dio cuenta de que aún estaba sobre ella y se levantó rápidamente. La ayudó a levantarse y le dijo.
-Diaculpa por estar tanto tiempo sobre ti. Ahora necesito que te quedes tranquila. Nadie te hará daño. El jefe, Bashir, ya lo conociste en tu casa, pues él me envió a que te llevara al harem junto a tu amiga, para mantenerte segura.-
Farah lo miró con desconfianza por unos momentos, pero sus verdes ojos no parecían mentirle ni ser crueles.
La verdad es que era muy atractivo, pensaba la joven para sus adentros, reprendiéndose casi al momento, por esos pecaminosos pensamientos.
Farid tampoco le quitaba los ojos de encima y ella notó que le miraba los labios y dio un instintivo paso a atrás. Al ver esto, Farid se sentó en la cama para que ella no lo notara intimidante y le dijo:
-Farah, se que te encuentras en una difícil situación, pero Bashir no es un mal tipo, y aunque es muy difícil el sólo pensar en sacarlas de aquí, especialmente luego de saberse la identidad de tus padres, aún así mi jefe y yo, trataremos de protegerlas.- La joven puso una cara espantada al escuchar que ya habían descubierto quién eran sus padres. Murmuró para si:
-Por Alá, estoy perdida…- luego miró al apuesto joven que estaba sentado en la cama con las manos en las rodillas y le dijo en voz alta.
- yo no creo que ninguno de ustedes sean buenos tipos en realidad, y me disculpa, pues no quiero que se moleste conmigo señor, pero su jefe hasta le pegó a mi amiga y su otro amigo, hasta trató de matarnos-
Farid no pudo refutarle ninguna de sus palabras, pues eran ciertas, y hasta se comenzó a cuestionar el porqué su jefe había suavizado su trato para con la rubia si al parecer no le gustaba nada, pues de ser así, ya la habría tenido cuando quisiera; luego miró a la bella chica que tenía enfrente, mirándolo como un borrego asustado y se dijo que esas americanas tenían algo que lograba, que hasta hombres rudos como él y Bashir, no fueran capaces ni de hablarles con crueldad, una vez que la habían visto de cerca.
“Que clase de hechicería occidental será esta?” Se preguntó el hombre.
Pero a pesar de sus cuestionamientos, lo que hizo Farid, fue tratar de tranquilizar a la joven, pues verla tan asustada lo tenía muy inquieto; así que trató de hacerla entender.
-Bashir no es como los demás hombres de aquí. Él se crió en América y no tiene la más mínima idea de cómo fue en él pasado, tanto como aquí o como allá, así que por eso a veces puede parecer un tipo de hombre, y al minuto siguiente, es una persona totalmente diferente. Pero creéme cuando te digo que no es un hombre malo en lo absoluto-
Apenas terminó de hacer esa confesión, Farid casi maldijo para sus adentros.
“Mierda! Como pude ser tan indiscreto?” Se preguntó.
Se levantó de la cama y se acercó a la tímida joven para decirle, mirándola a los ojos: