Amor clandestino

Capítulo 2

Hakan atendió la llamada de Sema, su amiga desde su llegada a Mannheim. Gracias a ella consiguió el trabajo en los estudios de doblaje y desde el principio se hicieron inseparables.

—Sema deberías haber venido. De todas formas, no vas a dejar de darme la brasa por teléfono ─se quejó ante la curiosidad de su amiga.

—¿Ha ido acompañada?

El interés de Sema por Leyla era algo que solo él conocía. Estaba enamorada de su jefa desde que la conoció, pero no se atrevía a dar el paso de demostrar sus sentimientos.

 Hakan sintió una extraña energía que llenó la estancia. La necesidad de girarse se apoderó de él, viéndose incapaz de prestar atención a lo que su amiga le decía al otro lado del teléfono.

Despacio, asustado por lo que sentía, giró el cuerpo sobre los talones y todo él quedó paralizado ante el perfil que sus ojos le mostraron desde el otro extremo de la sala. Aquella imagen logró borrar por un instante todo a su alrededor.

—Hakan, cielo, ¿por qué no me contestas?

La voz de Sema le llegaba amortiguada por los latidos de su corazón. Sintió como de nuevo el mundo se abría bajo sus pies. Sus labios, sin permiso, osaron susurrar su nombre, tan despacio que Sema no llegó a entenderlo.

—Te llamo luego.[c1]  ─Es lo máximo que pudo decir.

Guardó el teléfono en su chaqueta e intentó, con todas sus fuerzas, ponerse en movimiento y no fue capaz. Sus ojos recorrían aquella figura como si de la de un fantasma se tratara. Sintió la dulce mirada de la que se enamoró recorrer todo su cuerpo y,[c2]  con gran esfuerzo, consiguió tragar el nudo que se alojó en su garganta.

La contempló avanzar en su dirección sin saber qué hacer. Todo él se debatía entre la rabia contenida durante esos años y el deseo agazapado de tenerla entre sus brazos. Con gran esfuerzo tomó control de sus sentimientos mientras, abrumado por la situación, respiraba entrecortado.

Ella caminaba sin apartar su mirada, eran tres años sin verlo, pero en su alma seguía instalada la sensación de que el tiempo se detuvo por y para ellos.

A escasos metros de él, frenó sus pasos y sintió miedo a su reacción. Sabía que Hakan la odiaba, no era para menos. Ella también se odiaba, en silencio, cada noche mientras observaba aquella luna de Estambul que vio nacer su amor.

Una vez frente a él, comprobó cómo sus ojos se posaban en su colgante.

—Hakan. —Sus labios musitaron el nombre que llevaba tatuado en el centro de su alma.

Él, lejos de poder articular palabra, la contempló incrédulo, valorando la manera de reaccionar. Se sentía un estúpido por no haber contemplado la posibilidad de que estuviera allí esa noche. Sin embargo, tampoco podía pasar su vida huyendo de ella.

—Nuray, cuanto tiempo —saludó aterrado ante las contradicciones que se debatían en su interior.

El ruido de unos tacones acercándose acompañados de una dulce y sensual voz rompieron el momento.

—Hakan, cariño, ¿ocurre algo? —Anne se acercó hacia él y tocó su brazo, mientras analizaba a la mujer que estaba a su lado.

—No, cielo, solo estaba saludando a una antigua conocida de trabajo.

Percibió como aquellas palabras llenaban de dolor la mirada de Nuray y a pesar de todo, se sintió satisfecho.

—Un placer, nos vemos en otro momento. ─Se despidió Nuray controlando el temblor de su voz frutó de la rabia de verlo acompañado.

Hakan se despidió con un gesto de cabeza y, tomando a Anne de la mano, comenzó a caminar bajo la atenta mirada de Nuray, quien —haciendo pucheros— luchaba por no derramar ni una sola lágrima.

 Le costó un rato reponerse del dolor y se sintió una estúpida al olvidar que él la odiaba con toda su alma, algo que quedo claro en la manera en la que la miró. Una vez en el palco lo buscó y a localizarlo clavó sus ojos en él mientras de sus labios se escapaba un profundo suspiro.

 

La gala transcurrió y Hakan era incapaz de centrarse en lo que pasaba en el escenario. Eran tantas las contradicciones que albergaba en su interior que lo único que necesitaba era huir de allí.

En un instante determinado, la sala se puso en pie para ovacionar a la premiada de la noche por su trabajo en la serie con más audiencia en Alemania. La actriz en cuestión no era otra que Nuray, su amada y odiada Nuray.

—Hakan, esa es tu compañera. ¿Tú sabías que estaba nominada para los premios? ─quiso saber Anne emocionada y llamando su atención.

Su profunda respiración no pasó desapercibida para Leyla, quien desconcertada no entendía que le pasaba a Hakan.

—No, no lo sabía, pero me alegro por ella. Es una gran actriz.

Fue incapaz de seguir escuchando nada pues su mente se vio envuelta en recuerdos que llegaban sin previo aviso. Llevaba mucho tiempo controlándolos, pero lo vivido aquella noche había desatado la tempestad.

Continuará...

 




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