Amor de Agua Salada

Capítulo 10: Te quiero

Lucas ya estaba entre los cinco mejores, había estado increíble en las últimas dos rondas, pero los jueces eran más exigentes y no había sacado tanto puntaje como en las dos primeras, igualmente había llegado a la semifinal, y si quería ganar tendría que esforzarse mucho más.

Hoy se cumplía un mes desde que nos habíamos conocido, era extraño que hubieran pasado tantas cosas en tan poco tiempo.

Se me ocurrió hacer algo especial para la fecha, faltaba mucho para el cumpleaños de Lucas ¿así que porque no regalarle algo lindo hoy?

Claro que yo no era tan ingeniosa y loca como él, por lo cual mi idea no era tan genial como lo que él había preparado para mi cumpleaños, de todas formas no se trataba de quien hiciera el mejor regalo, sino de tener el detalle de pensar en el otro e intentar hacerlo feliz.

Tiré la nota por debajo de la puerta y di dos golpes, luego salí corriendo hacia las escaleras, bajé rápidamente los escalones de dos en dos, debía llegar antes que él.

—¿Maia? —preguntó confundido mirando lo que había preparado.

Salí de mi escondite y salté a su espalda envolviendo los brazos en su cuello y las piernas en su torso.

—¿Qué es todo esto? —preguntó divertido.

—Camina hacia el lago por el sendero marcado —le dije.

Me hizo caso avanzando por el camino de piedras que había hecho, se detuvo cuando llegó al final, con mis manos le giré la cabeza hacia un costado para que pudiera leer lo que había escrito en la arena.

—¿Feliz treinta días? —preguntó.

Asentí aún subida en su espalda —Hoy se cumple un mes desde que nos conocimos —dije —¿Recuerdas cuando me tiraste de mi hermoso flotador? Bueno desde ese día —le di un beso en la mejilla y salté hacia la arena.

Lucas se rió —Lo siento por eso, de verdad no quería tirarte.

Achiqué los ojos hacia él —Lo hiciste a propósito y lo sabes —dije en tono acusador —Pero ya no importa. ¿Te gusta? —pregunté.

Él miró a su alrededor, a un costado del sendero había colocado un mantel y una canasta de pigni y también había colocado alrededor varios almohadones para que nos sentáramos.

En los árboles que nos rodeaban coloqué lámparas dándole un aire más cálido y luego estaba la luna y las estrellas que le daban un aire mágico, al igual que la primera vez que me trajo.

—Es increíble. ¿Cuándo lo hiciste?

Me encantaba la sonrisa que tenía en el rostro, así que sonreí más —Esta mañana, sabía que estarías ocupado con la competición como para venir acá.

Tomé su mano y lo arrastré hacia los almohadones, lo hice sentarse de un lado y luego me senté frente a él.

—Sabes que ya cené ¿Cierto? —dijo.

Asentí —Lo sé, yo también lo hice, por eso traje el postré.

—Déjame adivinar —dijo antes de que yo abriera la canasta —¿Helado?

Me reí —Buen intento, pero no —abrí la tapa y con cuidado saqué lo que llevaba —Flan de vainilla y cupcakes de chocolate y vainilla.

Él me miró sorprendido, yo sonreí complacida, no era una tarea fácil sorprender a Lucas —Son mis postres favoritos —dijo aún sorprendido.

—Lo se y también se que amas la vainilla —coloqué tres cupcakes frente a él, el primero tenía escrito "te" y en los otros se dividía "quiero".

Una sonrisa apareció en su rostro —¿Los hiciste tu?

Asentí —Yo solita —dijo orgullosa.

Con cuidado de no tirar arena sobre la comida se puso de pie y caminó hasta mí, se sentó a mi lado y tomó mis manos entre las suyas —¿Te he dicho alguna vez que eres la chica más asombrosa que conozco? —negué con la cabeza sonriendo —Pues lo eres y por eso y mucho más te quiero.

Soltó mis manos para abrazarme, escondí la cabeza en su cuello respirando profundamente su olor, nos quedamos así unos minutos.

—Deberíamos comer, creo que en cualquier momento comenzará a llover —dije mirando el cielo, se había nublado tapando las estrellas.

Nos separamos y probamos los bocadillos, Lucas se comió casi todo el flan, era divertido verlo comer con tanto entusiasmo, casi como yo con el helado.

—Te quedó todo muy rico —dijo un momento después —¿A qué son los mejores postres del mundo?

—Gracias, pero sigo amando el helado.

—Oh cierto que tienes una obsesión —se rió levemente —¿Debería sentirme mal por no saberlo? —preguntó un poco más serio.

—No, no esperaba que lo supieras, es raro que yo lo supiera con lo despistada que soy —dije.

Asintió de acuerdo —Eso es cierto, eres muy despistada.

Lo golpeé en el hombro —Que yo lo diga no significas que puedas burlarte.

Levantó los brazos a modo de rendición —Me encantó la sorpresa, la comida sobre todo.



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En el texto hay: primeramor, verano, romance

Editado: 12.12.2018

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