Amor de Agua Salada

Capítulo 12: El tiempo

¿Qué es el amor? ¿Cómo funciona? ¿Puedes dejar de amar a una persona? ¿O simplemente nunca la amaste?

No creo que alguien tenga la respuesta a esas preguntas, lo que significa que yo no podré responder la mía.

¿Me dejó de amar o nunca lo hizo?

El tiempo puede hacer muchas cosas, a mi me cambió, era una persona tan diferente hace un año que si viajara al pasado no me reconocería.

Ahora era una chica más madura y amable, menos antisocial y no me importaba lo que los demás pensarán de mi.

Luego de dieciocho años sabía quien era y lo que quería.

Hice un circulo en la arena y luego miré hacia el lago, había pasado un tiempo, al principio hablábamos todo el tiempo, pero luego simplemente dejó de responder mis mensajes, después de dos meses intentando comunicarme con él me di por vencida.

Las chicas se habían marchado poco después que él, y al igual que el año pasado no mantuvimos contacto.

Durante este tiempo me había concentrado en los estudios, iba a la universidad que quedaba en la cuidad y estaba estudiando literatura, todas las tardes venía al lago para estudiar y hacer los deberes, en este lugar me sentía en casa, podía ser yo misma y me inspiraba para escribir.

Su recuerdo solía acaparar la mayoría de mis pensamientos y aunque intentara espantarlo siempre había algo que me lo recordaba, quizás era porque yo no quería olvidarlo, por más doloroso que fuera.

Mi celular sonó haciendo que volviera a la realidad, lo tomé de adentro de mi mochila y abrí el mensaje de papá.

"Ven al hotel, necesito hablar contigo"

Como ya había terminado las tareas junté mis cosas y salí para ir a ver a mi padre, sentía curiosidad por lo que quisiera decirme, el mensaje había sonado muy formal, incluso para él.

Asentí en forma de saludo hacia el portero y él me sonrió en respuesta mientras me abría la puerta, una vez dentro me dirigí directamente a la oficina de mi padre.

—Hola pa —dije al entrar —¿Qué sucede? —pregunté.

Él me miró seriamente un momento y luego sonrió, hizo un gesto con la cabeza hacia mi espalda, volteé encontrándome con la mujer que tanto había extrañado.

—Mamá —grité y luego corrí a abrazarla, hacía más de cuatro meses que no la veía, para ser exacta desde la noche en que terminó el concurso de surf el verano pasado —¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que siempre llegas de sorpresa? —pregunté.

Soltó un suspiro y luego sonrió ampliamente —Supongo que ya no me quedan muchos lugares del mundo por conocer —dijo —Era hora de volver a casa con mi familia.

—¿Eso quiere decir que te vas a quedar?

Asintió —Por un largo, largo tiempo —dijo volviendo a abrazarme.

—Te extrañé.

—Yo también, tengo muchas cosas que contarte y mostrarte —hizo una pausa meditando algo —¿Vamos por un helado y nos ponemos al día?

—Claro —giré hacia mi padre, él nos miraba con una sonrisa —¿Vienes?

—No, tengo mucho trabajo, nos juntamos en la noche —dijo.

Asentí y tomé a mi madre de la mano para sacarla corriendo de la oficina, subimos las escaleras para dejar mi mochila en la habitación y luego volvimos a bajar para ir a una heladería en el centro.

—¿Y bien? —pregunté —¿No tuviste una exposición ayer? ¿Cómo salió?

—Vendí cinco cuadros, a muchos les gustaron mis obras, pero ya sabes que no quería vender todas.

Mi madre pintaba por placer, no por obligación ni mucho menos por el dinero.

—¿Entonces has traído alguno cuadros? —pregunté llevando una cucharada de helado a la boca.

Asintió —Si, hay un especial que quiero que tengas, cuando lo pinte estaba pensando en ti, así que espero te guste.

Sonreí —Mamá a mi me gustan todos tus cuadros.

Se rió —Bueno pero este debe gustarte más que todos —hizo una pausa para mirarme detenidamente —¿Y tu? ¿Cómo te está yendo un la universidad? Por teléfono nunca la mencionas.

—Me está yendo bien —dije —Hice algunos amigos y las clases están bien.

—No suenas muy feliz —observó —¿Qué hay de Lucas?

Ese era un punto débil, me encogí de hombros mirando mi helado.

—¿Se han peleado? —volvió a preguntar un poco preocupada.

Me animé a mirarla y negué con la cabeza —No lo se, la verdad, simplemente dejó de hablarme, hace dos meses que no se nada de él —cualquiera podría notar la tristeza en mi voz.

—¿Y cómo lo llevas? ¿Estás bien? —estiró una mano por encima de la mesa y la colocó sobre la mía.

Volví a encogerme de hombros —Supongo que si, no se. Me gustaría saber porque, solo eso.



#3553 en Novela romántica
#209 en Joven Adulto

En el texto hay: primeramor, verano, romance

Editado: 12.12.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.