Capítulo 2: Desconocido no tan desconocido al teléfono.
1 de agosto, 2020
Siento unas pequeñas caricias húmedas por todo mi rostro y un peso se posa sobre mi torso, sonrío aún medio dormida sabiendo de quien se trata y disfrutando de cómo sus pequeñas manos toman mis mejillas para después sentir una pequeña presión en la punta de la nariz.
Abro los ojos y parpadeo unas cuantas veces antes de que mis ojos se acostumbren a la luz que entra por la ventana y lo primero que entra en mi campo de visión es una bebé de grandes ojos azules muy risueña.
Le doy una sonrisa y la tomo en mis brazos mientras comienzo a repartir besos por sus sonrojadas mejillas. Amara suelta unas grandes carcajadas y deja ver sus pequeños dientes.
- ¡No, no, Nea! - Exclama entre pequeños balbuceos.
-Buenos días, mi pequeño ángel. - la acomodo mejor entre mis brazos. - ¿Tienes hambre?
- ¡Si, comidaaa! - da pequeños aplausos.
-De acuerdo, pero primero toca el baño. - entrecierro mis ojos cuando comienza a hacer un tierno puchero y me ve a través de sus largas pestañas. - ¿Por qué esa carita? - aunque yo sé perfectamente la razón.
-No guta abua - hace su mano en un pequeño puño y se restriega un ojo.
-Lo siento bebé, esa manipulación no funciona con Nea, tal vez con Line sí, pero yo no. - Le doy un beso en la frente mientras la tomo en brazos y salgo de las cómodas sabanas la
- ¿Line? - pregunta viendo a su alrededor buscando a Caroline.
-Line no está, hoy solo somos Nea y Amara.
Dejo a Amara en el suelo del baño mientras comienzo a preparar la tina para ambas, cuando tienes un bebé en casa y más si es un torbellino de energía como Amara, solo tienes dos opciones a la hora de darte un baño; esperas a que se duerma o te bañas con ella.
En realidad, nuestros baños son divertidos, nos tomamos nuestro tiempo y aunque al principio llora porque no le gusta el agua al final termina jugando con la espuma o sus juguetes. En algunas ocasiones es curiosa y trata de tocar partes de mi cuerpo como mis senos o los observa fijamente como si se preguntara para que sirven, recuerdo cuando era una bebé de solo meses, cuando la cargaba y trataba de alimentarse de ellos. Eso me partía el corazón porque buscaba el calor de mamá y ella ya no estaba para darle el alimento por el que aclamaba.
-Abua, abua. - Señala la tina.
La tomo en brazos para quitarle su pañal y pijama de las princesas, luego me desvisto yo y juntas nos metemos al agua. Como siempre, al principio se aferra a mi cuerpo y patalea con sus piernas para que no la suelte, para al final darse por vencida y comenzar a mojarse ella misma.
-A ver, comencemos a dejar limpia a la princesa. - le hablo con voz chillona que la hace reír.
Esparzo su shampoo para bebés y comienzo a hacer masajes en su cabecita, comienzo a reír cuando me doy cuenta que los movimientos la relajan y se está quedando dormida encima de mi regazo. Toco su nariz con mi dedo índice para que no se duerma y me da gracias como se levanta de un brinco.
-Sin dormir cariño, aún falta la comida. - le tiendo uno de sus juguetes para que se entretenga mientras enjabono mi cuerpo y lavo mi cabello.
Quince minutos después estamos envueltas en nuestras batas de baño mientras me dirijo a su habitación. En ocasiones pienso que es un espacio que se desperdicia ya que por más que trate, Amara solo duerme conmigo o con Caroline, así que la cuna que hay en su habitación está de adorno y la usa en muy pocas ocasiones como está que la dejo en ella para sacar ropa de su armario.
-A ver. - pienso con que vestirla. - ¿Vestido o short?
-Vetido- escucho su grito a mis espaldas.
La volteo a ver lo con los ojos entrecerrados.
-De acuerdo, pero sin ensuciarlo.
Tomo un vestido de color rojo con finas tiras y botones grandes de color café en el centro de este. Adoro cuando me toca vestir a Amara, es como tener mi muñeca de carne y hueso. El contraste que hace el color del vestido con su pálida piel, sus ojos azules y cabello negro hacen que te la quieras comer. Es una bebé preciosa.
Le coloco su pañal y unas pequeñas panties a juego con el vestido, busco en su pequeña colección de tenis, unas converse de color blanco.
-Pero que hermosa se ve hoy la princesa. - la tomo en brazos y nos acerco al espejo que hay su recamara.
-Bebé linda. - se señala.
-Si, la bebé está linda, ahora vamos por tu crema y perfume.
Si hay algo que cuide de Amara es su piel de bebé, trato de que todas sus cremas y perfumes estén aprobados por su pediatra para evitar futuras alergias, una vez no revise los ingredientes de una crema y eso provocó irritación en sus piernas, desde ahí trató de ser cuidadosa.
-Listo, ahora vamos a que Nea también se ponga linda.
-Ma linda. - me pica su dedo mi mejilla.
-Ma no, cariño. Se dice Nea. - la corrijo con voz temblorosa.
No es la primera vez que Amara quiere decirme “ma" o "mamá". Hace unos meses la llevé a jugar a un parque y escucho a un niño llamar a su mamá y desde esa vez me ha querido llamar así. No puedo dejar a que se acostumbre a eso, soy su hermana, no si madre. Jamás podré ocupar en lugar de mamá.
La dejo en mi cama y prendo la televisión para que se entretenga con alguna caricatura infantil, saco un conjunto negro de encaje del cajón de mi ropa interior. Elijo un vestido sencillo de rayas blancas y un rosa pálido, sus mangas son cortas y tiene un cinturón.