Amor de lejos

Retrato # 5 (Atardecer)

Aquél día estaba fresco. Fuimos a un parque a caminar, exactamente a un parque con un gran lago en el medio. El estacionamiento estaba lleno de carros y familias dirigiéndose a este, se veía muy animado y el día estaba por acabarse.

Dimos una caminata alrededor del lago, donde a lo lejos, se podían ver varios patos de muchos colores: blancos, negros, blancos con café; como esos que se ven normalmente en las caricaturas. Nos quedamos un momento observándolos y nos dispusimos a caminar hacia arriba. El parque tenía dos niveles, uno cercano al lago y otro donde había escalones y pendientes para subir.

La subida fue muy divertida porque él “se cansaba” muy rápido y yo tenía que empujarlo un poco.

“Es que estoy viejo” dijo para excusar su falta de energía.

“¡No estás viejo!” repliqué, con voz divertida. Siempre le gustaba hacer hincapié en que él era muy viejo y yo muy joven.

Seguimos el camino bromeando hasta que llegamos a un punto donde se podía ver en todo su esplendor el lago. Y vaya que llegamos en el momento exacto del atardecer; nos sentamos en una banca cerca de la orilla donde se empezaba a hacer un pequeño barranco. La vista era maravillosa, los últimos rayos del sol se metían en las nubes y a la vez estas y la luz se reflejaban en el lago; la mitad del lago tenía un color morado-azul y el otro un tono rojizo, característico del atardecer. Nos quedamos los dos en silencio (con algún movimiento de cosquillas), uno al lado del otro, contemplando aquella vista que más tarde se convertiría en un bello recuerdo de los dos. No imaginaba mejor persona que él para estarme acompañando. Espero ver otro atardecer parecido muy pronto.




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