Capitulo 2
Me senté en la orilla del asiento acercándome a él, para poderle indicar el camino, había algo en Esteban que me invitaba a estar cerca y que me hacía sentir segura, desde aquí el aroma a madera me embriagaba y al mismo tiempo me hacía sentir nerviosa.
La camioneta era muy grande, como su dueño, es difícil imaginarlo en uno de esos coches deportivo donde apenas alcanzan dos personas, estoy segura de que si me paro a su lado no alcanzo su hombro, aproveche el momento para poder observarlo mejor, tenía la barba un poco crecida, como si tuviera pocos días sin rasurarla, no había en su cara ningún rastro de haber tenido acné o algún tipo de cicatriz, todos sus rasgos lo hacían ver sumamente varonil, y estaba segura de que pasaba mucho tiempo en el gimnasio o haciendo ejercicio, tenía un lunar en la mano izquierda entre el dedo pulgar, de seguro mi mano alcanza perfectamente en la suya. Llegamos a mi casa, por alguna razón me puse un poco triste de despedirme de él, justo en el momento en que le iba a agradecer, ya se encontraba con la puerta abierta para ayudarme a bajar de la camioneta.
-Muchas gracias por traerme – Dije al bajar de la camioneta.
- No hay problema.
Empecé a caminar hacia la casa, cuando me jalo de la muñeca obligándome a quedar frente de él, chocando con su pecho, se acercó a mi oreja, haciendo que mi corazón se acelerara.
- Una hoja
-Eh ¿Qué? -Mire directamente a sus ojos dorados, mientras que me enseñaba una pequeña hoja entre sus dedos. – Tenías una hoja en el cabello. Que tengas un buen día- Se dio la vuelta y se subió a su camioneta. Dejándome con un vacío en el pecho.
Había pasado una semana desde que vi al griego, apodo que le dio Vanesa por su escultural cuerpo y debo de admitir no le quedaba nada mal. Hoy era uno de esos días en los que nada me sale bien, me había quedado dormida y ¿Cómo no?, sí en las noches un intruso se colaba en mis sueños volviéndolos más interesantes, provocando que despertara con una sensación extraña en el pecho. Una parte de mí quería que fueran verdad, pero al mismo tiempo me sentía culpable al traicionar a mi familia, cuando desperté Ricardo no estaba. Aron y a mí se nos hizo tarde.
Por lo que andaba apurada para llegar a la empresa del Sr. Esteban, estacione y baje rápido de la mini van con todas las cosas en las manos, estaba checando que no se me olvidara nada y no vi por donde iba lo que provocó que me tropezara, agarre fuerte mi celular para que no saliera volando y cerré los ojos esperando el golpe, pero en cambio unas manos me agarraron de la cintura.
- ¿Estás bien?
- Si, gracias -Dije mientras que torpemente intentaba enderezarme, intentando disimular como me afectaba su agarre.
-Creo que será mejor que te ayude,
- Estoy bien gracias -Dije tomando mis cosas no pude evitar hacer caras por el dolor
- Tal vez debería insistir.
- No es necesario, gracias - Me di la vuelta y caminé hacia la empresa intentando no cojear, como si no fuera suficiente el hecho de que tuve que saltar mi dosis diaria de café, porque se me hizo tarde, ahora tenía posiblemente un esguince en el tobillo; no podía dejar de sentir su presencia detrás de mí, algo en ella me invitaba a quedarme a su lado, aunque no me atrevía ver hacia atrás estaba segura de que me está seguido hasta dentro de la empresa. No le bastaba con entrometerse en mis pensamientos y sueños, solo lo había visto en dos ocasiones y ya conocía mi dirección y ¿ahora me seguía hasta en el trabajo?
- ¿Por qué me estas siguiendo? No te basta con perturbar mi tranquilidad, aparecerte en todos lados, ¿ahora me acosas en el trabajo? ¿Acaso eres un acosador? o ¿Qué es lo quieres? – no podía más estaba gritando, cuando vi a unos de los trabajadores mirándome raro, me preocupe de que le hablaran a seguridad para que lo sacaran, en vez de acercarse a mí, miro al griego con precaución tal vez.
-Jefe, han llegado los proveedores- trágame tierra como no me di cuenta, por eso se llama igual que el señor Esteban, seguro por eso me lo he encontrado en el súper, al parecer mi confusión le causo gracia porque me regalo una sonrisa que estoy segura de que haría caer a cualquier mujer a sus pies, lo que me trajo a mi realidad, y me recordó que estaba en el trabajo y ahora con mi actual jefe, provocándome que me sonrojara.
-Checa que el material cumpla con las especificaciones requeridas, y me traes los papeles para firmar, estaremos en la oficina.
-Después de usted Señorita Ivonne
Llegamos a las oficinas y me quede parada en la puerta, él se recargó en el escritorio cruzando los brazos mientras me miraba, al parecer con curiosidad, iba con pantalón de vestir y una camisa de manga larga, y un chongo más prolijo, estaba remplazando la coleta que llevaba el otro día – y dígame señorita Ivonne ¿cuál es su labor en esta empresa?
-En verdad no es mucho, solo ayudo al Sr. Esteban revisando con el libro de cuentas, para asegurarme de que todos los números estén correctos, y no tengan problemas con los impuestos, además si es necesario ayudo a archivar los documentos – hablaba muy nerviosa - Disculpa la forma en la que reaccione hace rato, tuve una mañana muy difícil, y me termine desquitando contigo- me daba pena verlo a los ojos por lo que solo miraba mis manos.
-¿Así qué altero tu tranquilidad? - Dijo más para él que para mí, estando a un solo paso de distancia, provocando que me ponga muy nerviosa, de seguro en este momento he de parecer tomate, este era el efecto que tenía el no dormir y no haber tomado café, me ponía de mal humor y hablaba más de lo que me convenía, y a hora que le iba a decir, claro que no le podía explicar que no había podido dejar de pensar en él o que lo había soñado a pesar de estar casada.
- Disculpen que los interrumpa, pero es necesario que firme estos papeles- Hablo el trabajador de antes, salvándome de tener que dar una respuesta, puedo jurar que escuche un pequeño gruñido. Tomo los papeles para firmarlos y se dirigió hacia su escritorio.-¿Por qué no empezamos desde cero?
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Editado: 30.07.2021