— Y ¿Qué fue lo que hiciste? — Fernanda me sacudió los hombros — ¡Dime!
— Pues saque el móvil de su bolsillo y me fui de ahí
— ¿¡Que!? ¿¡Por qué!? — Fernanda retrocedió, se lanzó sobre mi cama cubrió su boca con una almohada y grito
Negué con la cabeza — No iba a besarlo Fer — Aunque moría de ganas de hacerlo
— No sé qué es lo que te ocurre, podría apostar mi vida y decir que de verdad querías besarlo y estoy segura de que no la perdería — Mordí mi labio ante su razonamiento, ella tenía razón pero no iba a aceptarlo.
— Y yo estoy segura de que llevaría flores rojas a tu funeral — Cruce mis brazos
Fernanda levanto una ceja — Muchas gracias pero tú sabes que yo tengo razón. Admítelo.
— No la tienes
— Si la tengo
— Que no
— Que si
— No
— Si
Gruñí — De acuerdo, si tienes razón moría de ganas de besarlo — Sus labios se curvaron notoriamente.
— Y ¿Por qué no lo hiciste?
— Pues porque… — Lo pensé por unos segundos — Pues…Agh, no lo sé de acuerdo. Solo no lo hice y ya
El ceño de Fernanda se frunció — De acuerdo, pero luego no vayas a arrepentirte
Ya me estoy arrepintiendo
— Claro que no
— Salgamos hoy — Pensé por un momento la propuesta de Fernanda
— ¿A dónde?
— No lo sé, es sábado deberíamos ir a tomar un café. — Suena bien — Obviamente no vamos a un club nocturno.
— ¿Un club nocturno? — Asintió
— No cumplimos dieciocho años por nada
— Estoy segura de que no los cumplimos para eso
— Vamos, hace mucho que no vamos a uno — Empujo mi espalda a la salida de mi habitación
— Pero…debo pedirle permiso a mamá— Intente frenar
— Descuida que ya lo he hecho yo, te quedaras en mi casa — ¿Qué has hecho mamá?
— Ella te dijo que si — Asintió y continuo empujándome
— Dijo que debías salir más, que debías socializar
Fruncí mi ceño — Esos lugares no son buenos para socializar
— Pero por supuesto que si — Hablo indignada — Ahí nos conocimos tú y yo
— Claro que no, tú y yo nos conocimos en preescolar. Además tengo que alistar mi ropa y mis cosas.
— Sam ese no es el punto. Iremos a mi casa usaras uno de mis hermosos vestidos, te lo pondrás e iremos a la discoteca y en mi casa hay muchas cosas tuyas, así que no necesitas alistar nada.
Negué con la cabeza — No me gustan tus vestidos
— No te estoy preguntando, así que vámonos
(…)
Fernanda rebuscaba en su armario buscando algo para que nos pusiéramos y lanzaba a su cama posibles opciones.
— Mmm… no encuentro nada, todo esto — Señalo la cama — No me llena, ¿Me explico? — Chasqueo sus dedos — ¡Ya se! Hace mucho
Arquee una ceja — De acuerdo hace unas semanas — Fernanda continuo mientras parecía perderse dentro de su armario — Compre dos vestidos preciosos, cuando los vi pensé en ti y en mi
Su voz se escuchaba lejana ¿Se habrá perdido en Narnia? — Aja… — Fingí poner atención.
— Pero — Recalco el pero — No los encuentro por ningún lado
— Tal vez estan en el armario de tu madre — Sus ojos brillaron
— Cierto, iré a ver, no tardo. Por lo mientras toma una ducha.
Cuando el armario de Fernanda se satura de ropa ella la guarda en el armario de su madre, una mala maña que tiene que dejar.
Me metí en el baño, quince minutos después salí con ropa interior y un cepillo en la mano.
— ¡Los encontré! — La mire en el marco de la puerta en ropa interior con un vestido en cada mano uno era rosa y el otro negro. Continúe desenredando mi cabello — Como sé que odias el rosa he buscado uno negro, sé que te va a gustar. El vestido grita tu nombre así que anda ve y póntelo.