— ¡Sam! — Nahomy salta a mis brazos desde las piernas de su hermano
La atrapo en el aire y le sonrió — ¡Hola pequeña! — Saludo tratando de ignorar la fuerte mirada de Alexander
— Sam, él es mi hermanito Alexito — Nahomy lo apunto
Lo conozco muy bien querida, créeme
— Alexito, ella es mi amiga Sam
Lo vi sonreír pícaramente — Un placer Sam
El placer no es mío
Mi mirada volvió a Nahomy — Conocí a tu hermano en el super recuerdas
Puso una de sus manitas en su frente — Como pude olvidarlo, bueno entonces vamos a jugar a mi habitación
Aquí vamos de nuevo
(…)
— ¿Qué te paso en el cuello Sam? — Mis alarmas se activaron
— Me queme con la plancha para el cabello Nahomy — Hable sonriente — No es nada
Luego de horas de jugar con Nahomy, por fin se cansó y ahora estamos viendo la película de Mulan
— Tengo hambre Sam
Yo no tengo ganas de cocinar
— ¿Quieres pizza? — Asintió
Metí mis manos en los bolsillos del pantalón que traía puesto y no encontré mi móvil, los nervios me invadieron ¿¡Dónde está mi móvil!? — Espera aquí Nahomy de acuerdo
Salí de la habitación de Nahomy y en cuanto me aleje de ella solté un suspiro. Jugar con esta niña es bastante cansado y el que haya perdido mi móvil no ayuda mucho que digamos. Camine por el pasillo y mi vista viajo unos momentos a la puerta de la habitación de Alexander.
Negué con cabeza, ignorando todos los pensamientos que venían a mi cabeza.
— ¿A dónde vas guapa?
— Que te importa — La determinación de mis palabras lo sorprendieron
— Hey — Puso sus manos en mis hombros — Tranquila no hace falta ser grosera
Lo empujo con mis dos manos — Contigo siempre hace falta
Bajo las escaleras rápidamente y me dirijo a la sala en busca de un teléfono, lo mismo con la cocina. Nada.
Un gruñido sale de mi garganta, solamente tengo una opción.
Alexander
Inhala, exhala
Subí las escaleras tomándome el suficiente tiempo para pensar en las palabras que le diré. No quiero quedar como estúpida.
Toque la puerta de su habitación, espere unos segundos y nada — Hay ya como sea — Abrí la puerta sin permiso y…
— Alexander toque la puerta y tú no…— Mis palabras se quedaron en el aire cuando lo vi salir del baño en toalla. Mi mirada viajo por su cuerpo descaradamente y se detuvo unos segundos en su V masculina, mi mente divago rápidamente e imagino cientos de escenarios en los cuales él y yo éramos los protagonistas.
Tan rápido como abrí la puerta la cerré, mi cara no tardo en sonrojarse y agradecí que él no pudiera verme.
Minutos más tarde abrió la puerta, mientras que yo aún trataba de recuperarme
— Dime guapa ¿Qué necesitas? — El tono burlesco que acompañaba su pregunta me puso nerviosa
— Y-yo — ¡Demonios! No ahora, no tartamudees Samantha. Aclare mi garganta — Necesito que me prestes tu teléfono
Alexander rio — ¿Para qué?
Que te importa — Para hacer una llamada
Lo pensó por unos segundos — De acuerdo pero con una condición
Mordí mi labio. No puedes hacer nada sin condiciones.
Dios mío llévame.
— Como sea, dámelo ya — Intente restar importancia a su condición. Aunque en realidad estoy que muero por saber que estupidez se le va a ocurrir esta vez.
Me paso el móvil y lo tome. Marque el número de Fernanda rápidamente — ¡Fernanda! — Hable/Grite cuando contesto
— ¡Samantha! Has olvidado tu móvil aquí
— No lo había notado
— No uses tu sarcasmo conmigo señorita
— Como sea, solo llame para saber si mi móvil estaba ahí. Casi me da un paro cuando me di cuenta de que no estaba — Fernanda rio