Amor después del matrimonio 2: Volver a ti

Capítulo 11

Capítulo 7: La revelación de Ivy Carson. Parte III

Connor Jones.

Dice lo mismo de manera automática, comienza a alejarse de mí, cada vez su figura se ve tan lejos y borrosa gracias a las lágrimas que derramo.

Por más que intente moverme, no puedo, algo me tiene estático en mi lugar haciendo imposible cualquier movimiento.

—¡No, no, no! —exclamo en sollozos, e instintivamente mis ojos se cierran.

—Déjame ir, Connor.

Vuelve a decir cuando todo se sucumbe a un ambiente negro y solitario, frío.

—¡Gemma! —un grito sale de lo más profundo de mí.

Al darme cuenta, me encuentro en mi habitación, que la siento más fría que nunca. También me doy cuenta que estoy sudando frío.

Fue una pesadilla.

Se sintió tan real.

Me levanto de la cama y busco mi teléfono para verificar la hora.

—Mierda, voy tarde…

La hora indica que faltan veinte minutos para las seis, así que me apresuro en arreglarme.

Voy hacia la ducha para quitarme todo rastro del mal sueño que tuve.

Mi sueño se sintió tan real que me asusta demasiado eso, porque Gemma fue tan sincera con todas sus palabras, en que me deja ir y yo la deje irse.

Tal vez el producto de mi sueño fue gracias a que he tenido esa duda constantemente en que si debo dejarla ir.

Intento hacerlo, pero siempre hay algo que me retiene, y me vuelve a llevar hacia ella, una y otra vez más.

Caigo rendido a sus pies.

Salgo de la ducha para ir hacia mi armario y escoger la ropa que utilizaré en esta cita.

Realmente no sé si considerarla una cita, digo, Ivy nunca ha tenido interés romántico hacia mí, incluso, no recuerdo que lo haya demostrado en algún momento, siempre lo ha negado.

Sin embargo, me parece muy extraño de su parte el haberme invitado a cenar con ella de una manera muy íntima. Las veces que hemos cenado es en conjunto con los demás, sin dejar de ser un ambiente laboral, que no sea fuera de la empresa.

Entre Ivy y yo siempre ha existido ese ambiente y relación laboral, y nunca ha salido de allí hasta hoy que, por lo tanto, es extraño.

No puedo negar que también me sorprende, aunque Ivy es una persona decisiva y directa, no está con rodeos y siempre hace las cosas por un propósito y, por ende, me da curiosidad del cual puede ser este.

Supongo que es algo de la empresa, pues no tiene otra explicación que no se trate de eso.

Con mi camisa blanca abotonada y con las mangas recogidas, me observo detenidamente. Mis pantalones negros le hacen gloria a todo, y sin usar zapatos deportivos, o sino unos mocasines, me hace sentir cómodo con mi elección.

Es la correcta.

Mis tatuajes están a la vista de todo, los de mi brazo, haciendo que cambie de aire drásticamente.

Cepillo mis dientes y mi cabello, para después tomar mi teléfono e ir hacia mi auto. Me subo en él y voy hacia mi destino.

Efectivamente hubo una llovizna que hizo ver a New York solitario un poco, sin embargo, no deja de ser transitado por las personas que habitan aquí.

Al llegar al restaurante, estaciono mi auto y bajo de este no sin antes ponerle seguro. Me adentro al lugar y es otro ambiente distinto.

Me golpea muchos olores exquisitos.

Este lugar siempre ha reflejado mucha elegancia y comodidad, haciendo que te sientas en tú lugar, como si te perteneciera.

Aunque los colores no son acorde con la descripción de este restaurante, se complementan perfectamente.

Camino hacia el recepcionista de las mesas y le indico el nombre de Ivy, asiente confirmando su presencia en el restaurante, me hace un gesto con la mano para que lo siga.

Caminamos hacia un lugar reservado en el segundo piso, donde todo es más íntimo.

Nos detenemos en una de las mesas y noto que este tiene vista a lo que es New York, después me enfoco en la persona que observa hacia esa vista y no se ha percatado de mi presencia.

El recepcionista nos deja a solas y carraspeo tratando de captar su atención. 

—Buenas noches, Carson —la saludo con mis manos metidas en mis bolsillos delanteros de mi pantalón sin dejar de observarla.

Ivy se sobresalta en su lugar y se levanta rápidamente del asiendo, con ello aprovecho en admirarla.

Lleva puesto un vestido de seda satinada de color plateado con un escote caído que deja en relevación lo que es su largo cuello y sus pechos.

Su largo cabello negro está recogido en una cola alta, revelando una vez más lo linda que son sus facciones.

Su maquillaje nunca ha sido tan recargado, y este día no fue la excepción de ello, deja a la vista sus pecas.

Admito que se ve maravillosa.

—Buenas noches, Jones. Toma asiento —señala ella la silla al frente de su puesto.

Ambos hacemos la misma acción, y quedamos delante uno del otro.

Uno de los meseros llega hasta nuestra mesa y comienza a servir en nuestras copas un vino. Al ver como se vierte el líquido en nuestras copas, pude notar a Ivy… ¿Nerviosa?

Realmente lo está.

Al terminar de hacerlo, nos toma nuestra orden y se retira dejándonos solos.

Quiero hacerla sentir cómoda, así que tomo la iniciativa de entablar una conversación entre ambos. Es la primera vez que hace reflejar sus emociones conmigo de esa manera.

—¿Cómo te fue en el viaje? —pregunté bebiendo un poco de mi vino sin dejar de observarla.

Se acomoda en su asiento y sonríe.

—Me fue muy bien —asiente sonriente—. El negocio salió como quise, fue un contrato muy exitoso.

—Me alegro mucho por eso, Ivy —le sonrío de vuelta.

Toma un sorbo de su bebida y me observa.

—¿Me extrañaste? —inquiere divertida y con una sonrisa ladina.

Me río de su broma.

—¿Debía hacerlo? —cuestiono enarcando una ceja. Ella finge tristeza por lo que le dije—. No te extrañé nada.




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