Capítulo 11: Volviendo “amar”. Parte IV
Connor Jones.
Carraspeo y junto mis manos arriba de mi regazo.
—¿Qué te ocurre a ti? —pregunto de manera directa sin muchos rodeos.
Ella se tensa en su lugar y en sus labios se forma una línea fina.
—¿Yo? —asiento—. No tengo nada, Connor.
—Mientes tan mal, y lo sabes —le digo—. Te conozco muy bien Grace, así que te lo preguntaré de nuevo… ¿Qué te ocurre?
Me parece que se resigna. Observa hacia otro lugar que no sea donde yo me encuentro.
—No me gusta tu relación con Ivy.
Lo dijo en un murmuro, pero lo escuché muy claro. Eso me toma de sorpresa, hace que deje mi enojo y me centre en la confusión que eso me ha dejado.
—¿Cómo,,,? Pero… ¿Por qué? —inquiero con el ceño fruncido.
—Siento algo malo de todo esto, Connor.
Todavía sigo confundido.
Trago en seco.
—¿Ella te hizo o te dijo algo? —me atrevo en preguntar preocupándome levemente.
Niega.
—No… —musita—. Siento que Ivy quiere algo, no lo sé… todo se me hace tan raro.
—¿Por qué piensas eso, Grace? —cuestiono—. ¿Debo de entrometerme? ¿Preocuparme siquiera?
Odio entrometerme en asuntos de mujeres, porque realmente resulta tan complicado a como se puede ver, pero si me veía obligado a entrometerme tengo que hacerlo, no quiero discordias con nadie.
Igual jamás comprendería sus problemas. Los hombres somos más sencillos cuando se trata de un problema, uno que otro insulto y después vamos por una cerveza para calmar la tensión que hemos causado.
—Realmente no —contesta—. Solo siento que van muy rápido con los que ustedes tienen y no…
—Si piensas arruinar mi relación con Ivy por estúpidos caprichos tuyos, no lo permitiré —le interrumpo muy serio y firme en mis palabras que salen con mucha irritación.
Eso la toma de sorpresa haciendo que gire rápidamente y me observe con el rostro desencajado.
—No pienso hacer eso —responde entre dientes.
—Eso me parece a mí.
—No seas un idiota de mierda, Connor —advierte.
—Entonces… ¿para qué dijiste esa estupidez?
Ella se levanta de golpe y toma una postura firme delante de mí.
—¡Connor, ni siquiera te ves tan feliz con ella! ¡Y lo sabes! ¡Estás pretendiendo ser alguien que no eres y auto convenciéndote de un posible ligue fallido! —exclama si pudor y hace que yo también me levante.
—¡Tú no sabes nada! ¡Yo no estoy pretendiendo ser nadie! ¡Sigo siendo el mismo! ¡Por Dios! —le grito devuelta.
—¡No seas idiota!
—¡¿Ahora resulta que soy un idiota por no confiar en ti?!
Sé que nuestros gritos pueden alarmar a Zac y en cualquier momento aparecerá para averiguar que está ocurriendo entre nosotros, sin embargo, es algo que no nos importa a ambos ya que, estamos muy enfocados gritándonos.
Me siento como en un campo de guerra, pero las palabras son las balas dispuestas en herir a uno en algún momento, porque en ninguna guerra de palabras sales ileso en los mayores de los intentos. Menos si estás muy cabreado.
También sé que no debería de gritarle en su propia casa, pero no puedo soportar la idea en que ella me esté gritando sin hacer nada al respecto, a pesar que odio hacerlo.
—¡Reacciona, maldita sea!
Realmente Grace está muy molesta para decir groserías, ella no está acostumbrada a decirlas, siempre le ha parecido muy desagradables y evitaba decirlas todo lo posible.
—¡¿Sabes qué?! ¡Puedes hundirte en esa mierda de relación! Es donde te gusta estar. En la mierda. Lo peor de todo es que estaré ahí y no te diré un jodido “Te lo dije” —ríe irónica—. Hago todo lo que hago por ti porque te quiero y trato lo posible de que no te hundas en la mierda, pero tú mismo vas directo hacia ella.
Su pecho baja y sube de mucha potencia contenida por todo lo que me ha confesado. A mí se me ha formado un nudo en el estómago, siento como si me estuvieran golpeando una y otra vez para dejarme sin aire.
—Odio ver como se aprovechan de ti y no te das cuenta de ello. ¿A quién intentas engañar con esa relación que no te llevará a nada bueno? A mí no será, créeme.
A pesar que su mirada está muy crispada por la rabia sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y no sabía cuál era la razón exacta, por enfado o por dolor. Y realmente me deteste lo que más puedo a mí mismo por provocarle eso.
—Siempre he tratado de cuidar de ti, joder…
—Yo no lo necesito.
Es lo que pude decir. Simplemente eso.
El arrepentimiento hizo paso en mí, me golpeó brutalmente e hice el amago de solucionar las cosas, aunque ya estaban más que dichas, y ya no había manera de revertirlas.
—Yo…
No sé qué decir, lo que le dije no lo decía realmente, me siento tan idiota en estos momentos.
Mi respuesta fue suficiente para ella y lanzó la bomba mortal para terminar la guerra que habíamos creado ambos en este campo.
—¡Connor, Ivy te está usando!
—¡No lo hace! —grito harto.
Se exaspera y señala la puerta.
—¡Vete! ¡Vete de mi casa! ¡Vete y húndete en la puta mierda!
Es lo último que exclama y me le quedo observando por lo que dijo. Hubiera deseado que al final agregara en que volviera cuando mis pensamientos fueran más racionales, pero no pasó, me sentí muy decepcionado. No tuve fuerzas para responderle siquiera, simplemente me fui de su hogar con el nudo en mi garganta.
Con ese pensamiento tan perturbador, regreso a casa con una Ivy dormida a mi lado.
(…)
Ha pasado una semana aproximadamente desde que ocurrió mi divorcio, le cedí mi puesto a Joe y tuve esa discusión tan fuerte con Grace.
Lo que dijo Grace me ha estado perturbando todos los días, incluso la noche en que sucedió eso no pude dormir bien sabiendo que la persona a la que se refirió dormía conmigo todas las noches.