Ricardo
Llegue a casa y me deje caer en mi cama estaba cansado emocionalmente, no sabía nada de Sandra ella siempre parecía ser tan fuerte y feliz en la escuela. Nadie en realidad la conocía y por eso yo no la defraudaría jamás.
Me duche y baje para ayudar con la cena, mi tía preparo el postre lo cual agradecí ya que de sus manos solo salían manjares.
Cenamos tranquilos conversando sobre nuestro día, los eventos y actividades que se venían por la navidad.
Estábamos limpiando cuando el timbre sonó, les dije que yo iría a abrir; abrí la puerta y me encontré con Lourdes que vestía un vestido súper ajustado y muy alto que no dejaba nada a la imaginación.
-. ¿Quién es… - mi tía cambio su expresión relajada por una un tanto agria - ¿Qué haces aquí?
-. ¿Puedo pasar? – mire a mi tía y ella asintió, me hice a un lado para que pasará.
-. ¿Qué se te ofrece? – mi tía la trataba muy mal y eso me dio algo de pena porque ella había sido mi primer amor; pero ella daño ese hermoso sentimiento con su traición.
-. Solo quería disculparme – bajo su mirada – por la manera en que me comporte en mi anterior visita
-. Ya lo hiciste, ahora puedes retirarte – mi tía extendió su mano para mostrarle la salida
-. Yo… - levanto su mirada y sus ojos estaban cristalizados – quisiera quedarme con ustedes un par de días
-. No creo que sea posible
-. Por favor –rogó al borde del llanto – no me acercare a Ricardo o a su novia
-. Lourdes – por fin algo salió de mi boca – no creo que sea prudente, si quieres te puedo dar para que te quedes en un hotel
-. No es necesario – limpio sus lágrimas y su mirada se endureció – has cambiado demasiado, ya no eres el chico amable del que me enamore
-. Dirás que ya no soy manipulable – parecía bipolar o en su defecto era una gran actriz – eso es o que en realidad te molesta
-. En parte – rio y sus ojos no expresaban nada – pero me asegurare de que tú y esa niñita no sean felices
-. Ten cuidado – endurecí mi rostro – a ella la dejas en paz, porque si no me veré en la obligación de revelarle ciertas cosas a tu padre
-. Crees que él te va a creer - sonrió con malicia – es tu palabra contra la mía
-. Ponme a prueba – la mire con ira, como me pudo gustar ella
-. Veremos ¿Quién será el ganador? – se puso de pie – hasta luego ya nos veremos pronto – camino a la puerta – ah! Y dile a tu noviecita que se cuide
-. Vaya disculpa – dije antes de cerrar la puerta.
Ahora debía hablar con Sandra, la llame y quedamos de pasar ese fin de semana juntos; la fui a recoger y llegamos a casa.
La lleve a mi cuarto, ella era tan inocente que aun estando en la misma cama no podía dar rienda suelta a mis más bajos deseos.
Ella me miraba extrañada, me conocía tan bien que sabía que algo ocurría, me tire en la cama esperando que las palabras correctas llegaran a mi boca.
Después de mucho darle vueltas al asunto le conté todo, hasta de los mensajes; ella me escuchó sin interrumpirme y al final hubo un silencio incomodo entre ambos
-. Di algo, cariño – tome sus manos
-. Ella no me cayó bien desde el principio – soltó y me miro a los ojos - ¿Cómo pudiste estar con ella?
-. No lo sé – acaricie su mejilla y ella busco más mi tacto – era un ciego y me dejaba llevar por el físico, hasta que cierta personita apareció
-. ¿Crees que estamos en peligro? – Sus ojos dejaban ver el miedo que tenía – querrá hacernos daño
-. No lo permitiré – dije abrazándola – tendrá que pasar sobre mí
-. Tengo miedo – dijo en un hilo de voz – ya he perdido a muchas personas, no quiero perderte a ti también – me besó, la bese con ternura tratando de que ese beso transmitiera las promesas que le hacía y le diera seguridad.
-. Te protegeré – pegue mi frente con la suya – luchare para que estemos juntos
La volví a besar y termine encima de ella, acostados en la cama; el beso fue subiendo de tono y mi mano por instinto fue bajando hasta su muslo, cuando intente desabrochar su pantalón ella me detuvo.
-. No estoy lista aún – dijo en mi oído
-. No te preocupes, te esperaré – sonreí y la bese de nuevo.
Jugamos, comimos, preparamos postres y al final dormimos juntos; pensé que en casa estábamos seguros y la maldad se quedaba de la puerta afuera.
En medio de la noche me sentí observado, miré a mi alrededor; pero todo era oscuridad, me convencí que era solo e estrés de la amenaza de mi ex.
“Dios como pude ser tan ciego”, abrace a Sandra que dormía plácidamente y trate de volver a descansar.
Por la mañana desperté primero y salí de la cama, sin despertarla quería hacer el desayuno y sorprenderla.
Prepare tocino ahumado frito, tostadas con mermelada y jugo de naranja, fui a buscar una bandeja para llevárselo; pero un sobre llamo mi atención.
Debieron ponerlo por debajo de la puerta lo abrí y había una foto de nosotros dormidos en mi habitación y una leyenda en el reverso.
“Elegiste muy mal bom bom”
Lo bote inmediatamente no quería preocupar a Sandra no era el momento; traté de parecer relajado y ya después me ocuparía de ella. Nadie me separaría de mi chica, ella debía aprender a no meterse conmigo.
Durante el día me concentre en mi chica, la apapachaba, la abrazaba, besaba, sabía que ella no estaba acostumbrada a esas muestras de cariño; pero no me importaba yo solo quería demostrarle lo que me hacía sentir.
Ya en la noche me aseguré de poner cerrojos a puertas y ventanas para descansar al lado de mi princesa. Esa noche descanse como nunca y mi corazón estaba tan feliz por haber encontrado a la correcta.
En la mañana la lleve a la escuela y pedí permiso para ausentarme una semana; a ella le dije que iría por unos papeles a Lima; pero el fin de semana nos volveríamos a ver. Me lleve un par de besos como recuerdo.