Tomé aproximadamente una semana para poder asimilar las cosas, entender que yo en realidad no era tan humana como había creído tantos años, ni siquiera había vivido los veinticinco años que había creído como tal, sino cuatro veces más de esa cifra. Quería recordar esos años perdidos, ver cuántos recuerdos mis padres me habían quitado, pero mientras más pensaba en eso más tristeza me traía y me rompía el corazón.
Además, la pregunta que me hacía eco en el corazón era la que no había permitido que mi cabeza lo pensara. ¿Si hubiera sabido que era una vampira mucho antes, Ji Min habría sido mío? Pero la respuesta nunca llegaría, porque el hubiera no existía, y aún peor, porque yo sabía que Ji Min nunca podría verme de esa manera, y que él sería sin saberlo el único que me rompería el corazón hablando de amor.
Yo aún no tenía la valentía suficiente para decirle a Adara la verdad, contarle que Nam Joon estaba vivo, y todo lo que me habían dicho, la verdad de mi origen y mi edad, decirle que nunca fui lo que ella pensaba y que siempre compartí la mitad de su naturaleza.
En ese momento alguien tocó el marco de mi ventana, supuse que era Ji Min, ya que él siempre entraba a mi habitación solo para poder hablar conmigo. Me asomé y no pude ver a nadie, abrí aquella ventana que estaba en el cuarto piso del edificio y me orillé para ver si solo había sido mi imaginación. En ese momento una cabeza apareció frente a mí, pero no era Ji Min, era Jung Kook, mi corazón empezó a sobresaltarse por el susto, me hice a un lado para dejar que entre a mi habitación y así lo hizo, sin decir nada, solo me miraba mientras pasaba por esa ventana de manera tan elegante y llena de gracia.
−Me asustaste, creí que eras Ji Min, no te esperaba a ti Jung Kook −dije alejándome para tomar asiento en mi cama, él seguía mirándome y empecé a preocuparme−. Escucha, si estás molesto conmigo por no haberte hablado hace una semana, discúlpame, tuve mucho que procesar y…
−No estoy molesto Melantha, creí que tú lo estabas al haber escuchado a Ji Min quejarse porque bebo mucho tu sangre −me interrumpió Jung Kook acercándose y poniéndose en cuclillas para mirarme directo a los ojos−. Porque él tiene razón, he bebido mucha de tu sangre y una vez casi te mato, y si supieras lo que pasa por mi mente cuando lo hago quizás querrías golpearme para que piense más claro.
− ¿Qué es lo que piensas? −pregunté de manera automática, lo cierto era que yo no quería saberlo, solo supuse que él quería que le preguntara.
−Ya no solo te veo como una fuente de alimento, siento que no solo quiero beber tu sangre −respondió él acariciando mi pierna con suavidad−. He pensado en ti de tantas formas, en cuanto quisiera besarte, abrazarte, protegerte, pero también tenerte entre mis brazos, sentirte tan cerca que pueda verte temblar satisfecha conmigo, darte uno que otro mordisco mientras llegas al clímax −su agarre fue más posesivo y su mano subía lentamente.
Yo solo tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa, pero una corriente eléctrica por todo mi cuerpo me mantenía paralizada, era un sentimiento placentero y tan caliente que sentía que quizás mi temperatura había subido mucho al punto de quemarlo, pero eso no pasó, por el contrario, Jung Kook se acercó a mi sosteniendo esta vez mi cabeza, se acercó hasta por fin acortar la distancia y juntar nuestros labios.
Por unos segundos me pregunté si debía detenerlo, decirle que no lo hiciera más, pero otra parte de mi cabeza solo era capaz de pedir más, quizás era el encanto de los vampiros, su aroma dulce y delicioso, su piel tan perfecta, sus ojos llenos tan brillantes que este momento eran de un rojo escarlata, él tenía sed, pero quizás no era la sangre lo que lo estaba incentivando sino mi piel, o algo en mi forma de vestir, sea como sea él me estaba haciendo sentir deseada en muchas formas.
Su beso se intensificó y me ayudó a acostarme en la cama de manera cuidadosa, tan delicado fue al recostarme que por un momento olvide que los vampiros eran descomunalmente fuertes, seguí besándolo y él parecía absorto en sus pensamientos, tenía los ojos cerrados, nunca había visto a un vampiro con la guardia tan baja, tan expuesto, él confiaba en mí, en que nunca le haría daño, mi corazón nuevamente empezó a latir con fuerza y sentí cómo algo perforaba mi piel en el cuello, pero luego se detuvo al tener solo dos gotas de mi sangre en los labios, quedé sorprendida.
−Ahora todo tiene sentido respecto al sabor de tu sangre y el olor que despide tu piel −dijo él mientras dejaba besos suaves y húmedos en mi cuello−. Vas a volverme loco princesa de los vampiros, no es por el estatus de tu sangre, simplemente creo que es tu sangre y ser el único que la probó.
− ¿Estás enamorado de mí o la atracción que sientes por mí es solo por mi sangre? −pregunté entre jadeos y tratando de alejarlo un poco de mí, pero era en vano−. Si se trata de algo que es cosa de vampiros, entonces lo mejor es mantenernos alejados por un tiempo.
Él se detuvo, sin duda no esperaba que le dijera eso, y por fin pude pensar claramente, su aroma ya no estaba nublando mi cabeza y mis pensamientos, me pregunté por qué mi cabeza ya estaba más clara que hace solo unos minutos, y entonces sus ojos dejaron de ser rojos escarlata, y cambiaron a uno más fácil de ver, no tan aterradores, un color borgoña.
Me acarició la mejilla con delicadeza y se alejó de mí sentándose en la orilla de mi cama, yo recuperé el aliento tan rápido como pude, mi cuerpo estaba un poco tenso por el miedo que estaba sintiendo al haber sido casi mordida en el cuello, sabía que esta vez si él no se controlaba podría morir o tener que decidir si ser convertida, sea cual sea la decisión era algo muy importante para tener que pensarlo en solo unos minutos, tenía que disponer de al menos unos días, en realidad esta semana ya lo había asimilado, y ahora en mi cabeza venía lo peor, la decisión de seguir envejeciendo y ser humana, o volver a mi naturaleza real, la que simplemente me habían arrebatado sin tener completa consciencia de ella.