Es Dios quien vive como un mortal más
sobre esta tierra abundante en almas
y es éste quién muere por cada alma desamparada,
¿acaso no es esa la más inmensa
demostración de amor que alguien puede manifestar?
Pues no, yo creo que no.
No hay cobarde sobre esta tierra que no muera por amor,
pero ¿cuántos valientes hay que vivirían sin éste?
Pocos. Yo no soy uno de esos porque
vivir sin tu risa me sumergiría en una inmensa oscuridad
en donde el mortífero silencio sería mi único compañero,
vivir sin tus palabras sería demasiada soledad
para mi corazón desafortunado y abandonado,
vivir sin tu dulce y cautivadora mirada
sería demasiado desamparo para mi alma que abunda
en fantasmas y oscuridad, y en donde tu mirada
se convirtió en el único faro que anhelo
para sobrevivir en este mundo plagado de almas
tan desafortunadas como la mía.
Vivir sin tu inmenso y cálido amor
sería para mí tan desafortunado como el abandono
de ese Dios disfrazado de mortal
que ha muerto por mí, por ti y por cada uno de nosotros,
vivir sin tu inmenso y cálido amor
sería para mí tan desafortunado como morir
sin haber amado ni un día de mi vida.
Y hay una única verdad en esta trágica historia de amor
y es que vivir sin ser amado sólo es mala suerte
pero hay desgracia en cada alma que vive sin amar,
por eso Dios ha muerto por nosotros
y por eso yo moriría por ti.