La razón, por la que Angelinna no sufrió daño alguno fue porque “Chak” reacciono de manera rápida y precisa, este llevo a cabo un encantamiento pluma; el cual consiste en hacer que un objeto pierda la mayoría de su fuerza al caer al suelo.
— ¡Plumbago!— murmuro “Chak” señalando en dirección a donde Angelinna se encontraba cayendo. A partir de que el pelirrojo realizo el encantamiento este supo que algo dentro de él había cambiado, aunque en ese momento no supo que era.
Narra “Chak”
“Estoy harto, solo quiero que esta farsa termine pronto”, pienso mientras me masajeo la sien del lado izquierdo.
—“Gordo”, desátala, limpia este desastre y cuando termines, reúnete con “Snake” y recuérdale que no se le debe de pasar la mano con los desgraciados esos— digo ya cansado sin dejar de tocar mi sien, de verdad que estoy muerto; así, que terminando de decir esto, doy un chasquido y me voy.
Aparezco en mi lugar favorito, un lugar que nadie conoce al centro del bosque, hermoso, silencioso, pero sobre todo, peligroso. El lugar perfecto para que yo pueda dormir tranquilo; juro que lo necesito.
Ustedes se preguntaran, como si es tan peligroso ese lugar al estar lleno de bestias y arboles aterradores yo puedo dormir tranquilo.
Y la verdad es que para mí no lo es, soy el experto más grande que existe de este bosque.
Conozco cada árbol, cada raíz, cada piedra, cada ruido y cada bestia; todo en este es especial y único.
Estar aquí me relaja, me ayuda a descansar, a alejar a los fantasmas que viven dentro de mí desde aquel fatídico día en el que no pude evitar que se la llevaran.
Llego a mi árbol predilecto, me deslizo hasta quedar sentado en una de las gruesas raíces disponiéndome a descansar. No sé cuánto tiempo ha pasado, porque este lugar me desconecta del mundo; pero mi descanso se ve interrumpido por un ruido ensordecedor.
— ¡AHHHHHHH!, ¡Bajameeeeee!, ¡Por.... fa-favor!— grito una voz que jamás pensé volver a oír, sin embargo, ahí estaba tan clara que me puse en alerta para poder actuar rápidamente. Por la dirección en la que se escuchaba, supe que se trataba del árbol “Saltarín”, es inofensivo una vez que te conoce, pero mientras no es así puede ser extremadamente aterrador.
Sabiendo esto, no me quedo otro remedio más que dirigirme al lugar de donde eran procedentes los gritos de Angelinna. Al llegar, me di cuenta que la situación era peor de lo que me imaginaba, ya que el “Saltarín” la había elevado más que de costumbre y eso solo podía significar una cosa, no planeaba soltarla en toda la noche.
Pero ahí no paro la cosa, todo se salió de control cuando empezó a gritar que odiaba las alturas, si hay algo que podía arruinar la situación era precisamente que gritara de aquella forma tan estrepitosa.
— ¡YA ME QUEDO CLARO QUE LAS ODIAS, ENTONCES, PODRIAS CALLARTE!— dije tratando de parecer furioso, pero en realidad estaba tratando de evitar que ocurriera una catástrofe.
Todo parecía ir de mal en peor, no paraba de gritar y era muy probable que de seguir así el bosque se despertara de manera inminente, lo cual, es muy peligroso hasta para alguien como yo. Así seguí tratando de evitar que siguiera gritando, pero eso solo hacía que lo hiciera con más fuerza si eso era posible.
Hasta que de pronto salió de su boca algo que nunca imagine volver a escuchar de nadie, menos de alguien como ella.
— ¡BAAJAAMEE, POOORRR FAAAVORR!—, dijo dirigiéndose a mí. Hacía mucho tiempo que nadie me pedía un favor y menos en ese tono.
“Ese tono es el mismo que uso ella antes de que se la llevaran, ese que denota seguridad de que lo que se pide se puede llevar a cabo, ese que denota confianza” pienso mientras Angelinna sigue sujeta solo de su tobillo.
— ¡¿POR QUE DEBERIA DE HACERLO?!— me limito a responder después de mi pequeña reflexión.
Su respuesta me dejo helado, es muy inteligente, sabe que no permitiría que el bosque se despertara, pero aun no puedo salir de mi asombro con respecto a ella ni a su manera de pedirme las cosas, así que, finjo que no me importa lo que haga.
Pero lejos de asustarse por pensar que la dejaría ahí, me vuelve a sorprender dándome una sopa de mi propio chocolate. Trato de calmarme.
“No se atreverá, no creo que sea tan tonta para hacerlo”, es mi pensamiento para tratar de calmarme, pero todo se va al carajo cuando la veo llenar sus hermosas mejillas de aire y veo que se dispone a gritar de una manera en la que el bosque se despertaría al fin, causando una desgracia. Debo evitar que pase, decido ayudarla; no sin antes hacerla prometer que no gritara más y asegurarme que seguirá mis instrucciones al pie de letra.
Procedo a dar mis indicaciones, dejando entre cada una un tiempo razonable para que ella las pueda llevar a cabo. Me complace ver que está poniendo todo su empeño por tratar de cumplirlas de la mejor manera.
Cuando por fin logro que “Saltarín” la suelte puedo respirar tranquilo, pero esa sensación dura tan solo unos segundos; pronto me doy cuenta que va bajando muy rápido desde una gran altura, si no hago algo ella no saldrá de este bosque en una pieza.
“Sería un desperdicio que una chica tan bella como ella se fracturara algo, ¿verdad?”. Ahí vienen otra vez mis pensamientos a darme más confusión.
Pero muy a mi pesar, debo admitir que tienen razón. Es muy bella y por lo que vi en la cabaña, me di cuenta que ha sufrido mucho a causa de su padre.
Hago lo necesario para amortiguar su caída y que sea lo más suave posible.
Una vez en el suelo, me dirijo hacia ella con paso firme, debo cerciorarme de que se encuentre bien; a veces “Saltarín” puede ser muy brusco si se lo propone.
Llego a su lado y me produce ternura ver que se encuentra con sus delicadas manos posadas sobre sus ojos y sus hermosas mejillas de un color rojo que combinaría a la perfección con mi cabello.