Amor Eterno #2 - Resurgir

Capítulo 7 - DESPERTAR

¿Cómo puede pensar que no me voy a preocupar por él? Parece mentira que no me conozca. Esas palabras me han dolido porque piensa que es así. ¿Qué le está pasando?

Me acerco más a él, levanto su mentón para que me mire a los ojos, ojos que están desesperados, por algo, no sé bien descifrar qué es.

  • Escúchame Marco – le digo – siempre me voy a preocupar por ti. Eres y siempre serás una persona muy especial para mí. No importa todo lo que hemos pasado, no importa. Siempre voy a estar ahí para ti y tendrás un pedacito de mi corazón. Fuiste mi primer amor y eso jamás se olvida. Fuiste mis primeras veces y eso no se olvida nunca. Siempre tendrás una parte de mí, irremediablemente. Y por ese motivo eres tan importante para mí. Te quiero, mucho y eso nada ni nadie lo va a cambiar – sigo diciendo mientras mis manos ya se posan sobre sus mejillas intentando borrar el rastro de lágrimas.
  • Yo… - intenta decir cómo puede ya que las lágrimas le impiden seguir hablando – te quiero – me suelta de repente para después cogerme de la cintura y estrecharme entre sus brazos.

Me abraza con fuerza como temiendo que me fuese a ir.

  • No me voy a marchar – le susurro al oído intentando reconfortarle.

Me abraza aún con más fuerza y llora, llora con ganas soltándolo todo, probablemente  ni siquiera haya tenido un momento así para desahogarse desde hace mucho tiempo. En esto somos iguales, nos guardamos todo para nosotros, no dejamos que nadie nos vea mal. Pero igual que yo, es estar juntos, es sentirnos junto al otro y rompernos en mil pedazos.

  • ¿Qué te pasa Marco? – vuelvo a hacerle la misma pregunta que cuando nos vimos.
  • Yo… - me dice cuando se separa y junta nuestras frentes – no lo sé – dice sincero – ya no tengo ganas de jugar, no tengo ganas de hacer nada. Desde que te fuiste es como si no sintiera nada. Cómo si mi ilusión se hubiera ido contigo. No soy el mismo porque tú no estás aquí conmigo. Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida. Lo mejor  y te perdí – dice acariciando mi mejilla.
  • Marco… - intento decir pero no me salen las palabras tras su confesión.
  • Te quiero María, te quiero y me jode mucho no poder estar contigo – mi corazón se acelera en cuanto esas palabras salen de su boca.
  • ¿Por qué Marco? ¿Por qué me dejaste entonces? – le pregunto confusa, sin entender nada.
  • No puedo decírtelo, no puedo – me responde mientras sigue llorando.

Mi corazón se rompe, poco a poco. No me gusta verle así pero… ¿Qué coño está pasando? Me dice que me quiere pero que no puede estar conmigo. No entiendo nada, esto es muy confuso. Y con sus palabras lo único que está consiguiendo es volver a ilusionarme de nuevo. ¿Le amo? Con locura y siempre lo haré.

  • Esperaré – le digo – esperaré el tiempo que necesites para contármelo – termino de decir al ver que en su cabeza se forma una lucha constante en si decírmelo o no.

Marco sonríe y deposita un beso en mi mejilla. Sin querer y tras ese simple gesto me ruborizo. Intento ocultar mi rojez pero sé que él ya me ha visto porque vuelve a sonreír otra vez.

  • Lo siento – le digo.
  • ¿Por qué? – me pregunta él mientras cojo mis manos y las entrelaza con las suyas.
  • No debí decirte lo de tu madre – le respondo – pero… es que… no podía ver lo que estabas haciendo con tu vida. Me ponía enferma solo de pensarlo y pensé que si te decía eso… Al menos te haría pensar o recapacitar – le confieso sincera y arrepentida por las palabras que escogí.
  • Hiciste lo que tenías que hacer. Tú me conoces como nadie María, elegiste esas palabras porque sabías que me harían reaccionar – me dice intentando quitar hierro al asunto.
  • ¿Y lo conseguí? – pregunto esperanzada de que haya recapacitado y ahora se comporte como debe.
  • Si y no – me responde y le miro confusa – lo que me dijiste de mi madre no fue lo que más me hizo reaccionar – me dice y yo le insto con mi mirada a que siga hablando – las palabras que más me dolieron fue cuando me dijiste que te había decepcionado – termina de decir.

Yo le miro sorprendida ante su confesión.

  • Prométeme que todo va a cambiar, qué volverás a ser ese chico de antes – le digo.
  • Te lo prometo solo si tú no vuelves a desaparecer de mi vida, sólo si tú me acompañas en el camino – me dice mientras junta su frente con la mía.

Después de sus confesiones, después de todo lo que me ha dicho, simplemente asiento. Él sonríe y deposita un beso sobre mi frente. Y acabo de comprender una cosa y es que para ser el de siempre, necesita que yo esté en su vida.

Tiemblo ligeramente cuando la brisa me alcanza, el frío se cuela por mis huesos y vuelto a temblar otra vez. Marco me mira y se quita la chaqueta para después posarla sobre mis hombros. Cuelo mis brazos por las mangas y entro un poco en calor. Como de costumbre cuando me pongo su ropa aspiro su aroma, llenándome las fosas nasales y transportándome a los 15 años cuando nos acurrucábamos juntos por cualquier esquina de nuestras casas. Al hacerlo oigo su risa.

  • ¿Qué pasa? – pregunto divertida.
  • Siempre haces lo mismo – me dice mientras agarra el bajo de la chaqueta y sube la cremallera – siempre que te pones algo mío lo acabas oliendo – me dice sonriendo.
  • Las viejas costumbres nunca se van – le respondo y él se ríe.



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Editado: 25.05.2019

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