Capítulo 16 - NO SIN ÉL
El mes de marzo está llegando a su fin. El frío sigue calando en los huesos y los días son grises. Miro a través de la ventana de mi habitación y termino por colocarme las zapatillas de estar por casa cuando el timbre suena.
Bajo las escaleras con cuidado y voy hasta la puerta mientras Rome me persigue. Llego hasta la puerta y la abro encontrándome con la sonrisa encantadora de Sara.
- Hola futura mami – me dice sonriendo mientras me abraza con cuidado - ¿cómo te encuentras? – me pregunta.
- Bastante bien – le respondo mientras la dejo pasar – Aunque caza vez me cuesta más estar de pie – le digo sonriendo mientras nos acercamos al salón.
- Es normal cariño, el peque está a punto de llegar ya – me dice acariciando mi barriga.
- Pues sí, tengo ganas de verle la carita – respondo sentándome con cuidado.
- Pronto – me dice – voy a preparar algo para comer – me dice.
Se va a la cocina como si fuera su propia casa y yo enciendo la televisión. Rome se sube y se acurruca a mi lado para hacerme compañía. Al cabo de unos minutos Sara llega con una ensalada para las dos y algo de chocolate.
- Mmmmm que rico – le digo cuando deja todo encima de la mesa.
- Me alegro – me responde sentándose a mi lado.
- ¿Sabes algo de la alineación? – le pregunto cambiando de canal.
- Sí – me dice – no sale de titular, pero estoy seguro de que saldrá en la segunda parte – aprieta mi pierna con cariño.
Tras eso el partido comienza y Sara y yo nos disponemos a comer mientras lo vemos. Me encantaría poder estar allí, en el Bernabéu, apoyando a Marco, pero el pequeñín está a punto de llegar y nos es bueno para mí.
El partido está interesante cuando comienzo a encontrarme mal, unos dolores comienzan a recorrerme.
- ¿Qué te ocurre cariño? – me pregunta Sara al ver mis muecas de dolor.
- Creo… - digo algo asustada – creo que ya viene Sara – le digo mirando a los ojos.
- ¿El niño? – pregunta nerviosa y yo asiento - ¡Ay madre que viene ya! – chilla emocionada.
- Madre mía – digo en alto – está contracción sí que ha venido fuerte – le digo.
- Nos vamos al hospital ya cariño – me dice ayudándome a levantar del sofá con cuidado.
El transcurso del trayecto se me hace eterno e insoportable, los dolores comienzan a ser cada vez más fuertes, lo único que quiero es que esto acabe ya.
Al llegar al hospital unos enfermeros me sientan en una silla de ruedas y me llevan a la sala de espera para prepararme para el parte.
- Sara – la llamo para saber dónde está.
- Estoy aquí cielo – me dice dándome la mano.
- Llama a Marco por favor – le suplico – Necesito a Marco aquí, llámalo – suelto una lágrima al mismo tiempo que me sacude una contracción fuerte.
- Ahora mismo, no te preocupes por eso, no voy a dejarte sola – me dice y yo se lo agradezco con la mirada.
Llegamos a la sala y me ayudan a sentarme en la camilla. Nos dejan solos y Sara me ayuda a cambiarme de ropa y tumbarme en la camilla a la espera de que llegara mi doctor.
- Hola María – me dice el doctor entrando por la puerta - ¿Cómo te encuentras? – me pregunta.
- Pues solo quiero que esto acabe – digo como puedo por el dolor.
- Es normal – se ríe – vamos a ver cómo estás – termina de decir mientras se acerca.
El doctor me examina un rato comprobando que todo esté bien.
- Muy bien María, vamos a tener que esperar un tiempo en esta sala hasta que dilates lo suficiente para poder dar a luz – me explica – está todo bien no hay de qué preocuparse, volveré en un rato para ver cómo estás, cualquier cosa pulsa el botón – me dice para después salir de sala.
- Necesito que esto acabe ya, el dolor es insoportable – le digo a Sara - ¿Has conseguido hablar con Marco? – le pregunto.
- No cariño, lo siento mucho – me responde dándomela mano en señal de apoyo.
Los minutos pasan haciéndose eternos y los dolores aumentan más. Intento ponerme de pie para ver si así me duele menos pero he probado ya todas las posiciones posibles y no consigo que disminuya. Es entonces cuando el doctor aparece y me revisa de nuevo.
- Nos vamos ya – me dice – Vas a ver a tu pequeño muy pronto María – me dice – Prepararla ya y llevarla al paritorio – les dice a unas enfermeras para después irse a preparar.
Entonces es el momento que comienzo a ponerme nerviosa. Esto está llegando, está aquí y tendré pronto a mi pequeño. Estoy feliz pero a la vez tan aterrada…. ¿Y si algo sale mal? No quiero ni pensarlo pero aun así lo hago.
- No puedo – digo de repente.
- ¿Cómo que no puedes cariño? – me pregunta Sara agarrando mi mano.
- No puedo hacerlo, no sin él – le respondo aterrorizada.
- Seguro que llega ¿vale? No te preocupes, no vas a estar sola, estoy contigo – me dice y la sonrío.