Lo llevo junto a ella mientras nublo su juicio una vez que despierte con esta misma daga le volverás a quitar la vida a tu señora, esa a la que por vidas le has servido fielmente.
- Quien... Quien eres en realidad.
- Oh veo que despertaste después de todo también eres una sacerdotisa aunque de muy mala calidad.
- ¿Sacerdotisa?
- Se me hace tarde así que no puedo quedarme mucho tiempo aquí perdiéndolo contigo y mucho menos cuando el amor de mi vida me espera para unirnos nuevamente. Una vez yo fui su esposa hasta que llegaste tú y lo arruinaste todo.
De que está hablando está mujer, no entiendo nada y el dolor que siento es insoportable, aunque estoy haciendo todo lo posible por curarme a mi misma me está costando más de lo normal. Vlard por favor ven a ayudarme.
La veo caminar hasta un armario y al abrirlos puedo notar un altar decorado con fotos de Vlard y muchas velas negras a su alrededor.
- Que es eso.
- Ya cállate de una vez.
Puedo sentir como alguien me empuja lejos haciendo que choque contra la pared mientras algo me asfixia. Vlard te amo.
Se escucha un gran estruendo adelante como si alguien tirará la puerta abajo y de repente lo veo entrar. ¿Esto es un sueño?
- ¡Ayla! Ya estoy aquí mi amor.
- Vlard si eres tú de verdad.
- Que le has hecho.
- Esto no me lo esperaba, como fue que llegaste hasta aquí.
- Tuve ayuda.
- De nada te va a servir no entiendo por qué mejor no me esperaste tranquilo en la capilla. ¿Tanto así te desagrada la idea de ser mi esposo?
- Por supuesto que si maldita bruja.
Intento atacarla, pero ella me esquiva con gran facilidad. - Sabes que si no puedes ser mío jamás dejaré que seas de ella.
La tomo del cuello mientras la miro directo a los ojos. - Te voy a matar aquí mismo, no dejaré que la lastimes.
- Ja ja Una vez ya fuimos esposos y yo estaba dispuesta a hacer todo por ti, siempre estuve dispuesta a hacer lo que sea por ti Vlard.
- Si es verdad entonces muere.
- Puedo morir si me lo pides, pero ella viene conmigo.
- Ahhhh.
- Ayla.
Volteo y la veo escupiendo sangre mientras se retuerce de dolor en el piso.
- Que le has hecho. ¡DETENTE!
- Quieres ver la verdad Vlard, yo te la voy a mostrar.
Tocó su frente y lo dejo recuperar sus memorias, sus manos se alejan rápidamente de mi cuello y se las lleva a su cabeza.
- Demasiadas vidas, demasiado dolor, no es así cariño.
- Que.. Que es esto. Que son estos recuerdos.
- Sabes desde el comienzo de la historia yo era la indicada, yo llegué primero porque se suponía que yo era tu pareja destinada. ¿Lo ves? Ese día en que todo comenzó, lo puedes ver con claridad ahora Vlard.
- No... No...
- Un día de la nada apareció un enorme castillo y los rumores se esparcieran rápido, era la llegada de un ser mitológico. El emperador dragón estaba en la tierra, ese ser mitológico al que las personas le rezaban fervientemente cada día y le ofrecían festivales y ofrendas para tener buenas cosechas estaba ahora en carne y hueso entre nosotros los mortales.
Yo fui elegida por tener una vida de servicio y por mi fuerte poder espiritual para ser tu acompañante, tu guía y tu mujer y así llegué a ese lugar tenebroso. Al principio no tenía esperanzas, esperaba la muerte en cualquier momento, pero todo temor se borró de mí cuando te vi junto a un arrolló. Eras tan hermoso, tan único y perfecto que quede cultivada inmediatamente por ti.
- Lo recuerdo... Fui desterrado por mis hermanos, ya que odiaba a su especie, los despreciaba tanto que me castigaron enviándome a convivir en la tierra para apreciar su esfuerzo.
- ¿Me recuerdas a mí?
- Solo tengo memorias de una mujer insoportable que me seguía a todas partes, era tan repugnante que lo odiaba.
- Ja si me recuerdas, pero en ese entonces yo pensaba que odiabas a todo el mundo en sí después de todo eras un Dios y ahora estabas condenado a estar con simples mortales, ingenuamente creía que no te gustaba el contacto físico porque nos consideraba inferiores, pensaba que si me esforzaba mucho algún día podría acercarme más. Eso creía hasta que un día te vi llegar en tu caballo con una mujer... Esa mujer entre tus brazos.
Ese día salí del castillo enojado, maldiciendo a los cielos por el cruel castigo impuesto. Quería regresar a casa y entonces mientras caminaba por los pastizales escuche un ruido, al acercarme pude ver a una mujer sufriendo y llorando entre la maleza. No era de mi incumbencia y aun así me acerqué a ella y pude ver que su pierna estaba totalmente lastimada. Ella al verme no se asustó en lo más mínimo, estaba acostumbrado a que los humanos me observaran a la distancia con temor, pero ella parecía no entender quien era yo en realidad.
Con una voz suave cargada de dolor me suplico ayuda y sin entenderlo la tome entre mis brazos y la lleve al castillo. Nunca imaginé que esa mujer sellaría mi destino para toda la eternidad, que un simple encuentro entrelazaría nuestros destinos de esta manera tan cruel.
- Nunca entendí por qué mis hermanos me maldijeron de esta manera si después de todo yo llegué a amar a una humana.
- Ja ja ja Porque ellos no tuvieron nada que ver.
- Que quieres decir.
- Fui yo quien lo hizo. Estuve a tu lado un año entero, me mantuve tranquila esperando ganarme tu amor y un día simplemente apareces con otra mujer y ya nunca te separas de ella. Un día simplemente veo que por todo lo que luche es robado por una estúpida niña que no entiende nada de la vida y se supone que me tengo que quedar como una simple observadora sin hacer nada. Pues eso no sucedería ni en esa ni en ninguna vida, yo no te maldije a ti Vlard, yo la maldije a ella para que cada vez que te entregara su corazón muriera de una manera miserable y llena de sufrimiento.
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Editado: 22.08.2025