Me levanto temprano. Casi no dormí, estuve hasta tarde hablando con Michel. Le conté lo que pasó con Jenny y todo es extraño. Le dije que no fuera hoy a la universidad, pero ella es muy terca, puede tener una hemorragia o algo así si se mueve mucho. Pero igual me dijo que no se quedaría sola en su casa. Así que hicimos un trato y yo la voy a buscar temprano para ir a clases. Me visto y voy a la cocina a preparar desayuno. Sí, desayuno. Al parecer todos están durmiendo todavía. Miro por la ventana y apenas está saliendo el sol, una bola de luz descubriendo toda la inmensa oscuridad del mundo. Preparo unos sándwiches, los envuelvo y los meto en mi bolso. Karina sale de su cuarto.
-Buenos días. –me dice con cansancio en sus ojos.
-Buenos días. –le respondo bajo.
-Jenny durmió toda la noche. Estoy muy angustiada, todavía no sé qué fue lo que pasó. Si se escapó. Si alguien se la llevó. No entiendo. –dice acercándose a la cocina y destapando una bolsa de café.
-Yo tampoco entiendo nada. –le contesto.
-Ricardo tiene dudas sobre su “supuesto encuentro”. Le dije que no sacara conclusiones antes de preguntarle a ella que pasó.
Lo sabía. Desconfía de mí.
-Sé que tú no serías capaz de hacerle algo a Jenny. Pasaste toda la tarde buscándola. Pero la verdad es que fue extraña la forma en que la encontraste.
Aprieto los puños. ¡Está claro que para mí también fue extraño! ¿Pero por qué desconfían de mí de esa forma? Papá puede estar pensando que yo mandé a secuestrarla o algo así por dinero. Eso es lo más leve que puede estar pensando. Quién sabe qué cosas sucias le pasarán por la cabeza.
-Sebastián. –me despierta Karina de mi rabia perturbadora. -¿Quieres café?
La miro, agarro mi bolso y salgo. Me subo en mi moto camino a la casa de Michel. La verdad no sé ni de qué forma la miré, pero no fue muy bonito que digamos. Tengo tanta rabia. No quisiera llegar a la casa de Michel así tan enojado pero es que no puedo controlar esto. ¡Lo odio! Odio a ese hombre. El único que es capaz de hacer cosas sucias y sin vergüenza en la casa es él. Sólo le importa el dinero, es vendedor en una empresa de automóviles, que le pagan bien y aun así lo están observando por cosas “extrañas” que han pasado bajo su cargo. Es una mierda de persona, no le importa nada y seguramente cree que yo soy igual que él. Pero está muy equivocado. Varias lágrimas empiezan a salirme de los ojos y bajan por mis mejillas rápidamente. Voy llegando a la casa de Michel así que trato de quitármelas como puedo. Estaciono la moto y ella está ahí parada. La detallo enseguida. Tiene puesto un jean oscuro, una blusa vino tinto, una chaqueta gris encima de la blusa y unas converse vino tinto también, que coincidencia también llevo puestas unas converse del mismo color. Tiene el cabello suelto y me sonríe mientras me bajo de la moto. Me acerco a ella.
-¿Cómo estás? –le pregunto con un tono de voz bajo debido a mi aflicción.
-¿No te peinaste hoy, cierto? –me dice sutilmente.
-Sabía que algo se me olvidaba. –le respondo fingiendo una sonrisa.
En realidad no me peiné.
-Sebas ¿Qué tienes? –me pregunta mirándome a la cara. -¿Estabas llorando?
Me muerdo el labio y respiro profundo. Lo más que puedo hacer es abrazarla, con cuidado por sus brazos.
-¿Cómo siguen tus brazos? –le pregunto mirándola muy cerca de su rostro.
Aún la tengo abrazada por la cintura y lo que nos separa es la distancia de su estatura con la mía. Ella recuesta su cabeza en mi pecho.
-Mejorando. Supongo.
¿Cuándo nos volvimos tan apegados?
-Papá cree que yo tengo algo que ver con la desaparición de Jenny. Que es muy extraño la forma en que la conseguí y todo eso.
Ella me suelta un poco y me mira.
-La verdad es que fue algo extraño, pero hablo de la niña que estaba ahí ¿Cómo puede tu padre pensar algo así de ti?
-Él es así. –le digo. –Jenny es lo único que tengo ¿Cómo podría al menos pensar yo en hacerle daño? Le va a avisar a la policía lo qué pasó, y estoy seguro de que me van a investigar a mí también.
-También me tienes a mí. –me dice. –No voy a dejarte solo en esto.
De pronto, siento un alivio muy grande, como si a pesar de todo lo que está pasando una parte de mí se sintiera libre.
-¿Nos vamos? –me dice.
Asiento. Nos montamos en la moto y nos dirigimos a la universidad. Al llegar todavía es un poco temprano. Michel y yo entramos y nos sentamos en una banca. Saco los sándwiches y ella me mira raro.
-Los hice para ti. –digo esto y me sonrojo de la nada.
¿Quién soy yo? ¿Y por qué este sentimiento extraño? Miro al suelo.
-¿Es en serio? –me dice y se ríe.
-Bueno, si no los quieres los guardo. –le digo con una sonrisa seguramente de idiota.
-Bueno, podría comerme uno.