Al día siguiente me levanté a la misma hora de siempre para ir a la escuela. Cuando mi madre murió perdí todo interés por las cosas y me quedé de curso un par de veces. En cuanto en este presente, me encontraba cansado por no haber podido dormir bien. La verdad es que me la pasé llorando, comenzaba a odiarme por ser tan sensible cuando se trata de Nahuel.
Antes de dirigirme a la ducha, tomé mi móvil y ví que ya había varios mensajes de amigos saludamdome por mi cumpleaños. Sonreí con melancolía, al menos sabía que hoy iba a poder distraerme con gente y no pensar tanto en lo que había pasado ayer. Decidí responderles más tarde. Debía apresurarme para llegar sin retrasos a clase, siempre calculo el tiempo justo desde que me levanto hasta que me visto.
Tras ducharme y ponerme el uniforme, tomé mi mochila acomodandola sobre el hombro y bajé a la cocina para desayunar algo rápido antes de salir. Mientras me preparaba un poco de café mi celular sonó avisándome de la llegada de un mensaje de Whatsapp. Lo tomé de mi bolsillo y miré de quién se trataba. Mi corazón se contrajo un instante.
Era de mi padrastro, quien de seguro ya se encontraba en el trabajo. Nunca entendí cómo hace para madrugar tanto y llegar tan tarde a casa, aunque claro le viene muy bien para evitarme. Suspiré y abrí la conversación para leerla:
"¡Feliz cumpleaños, Boris!
Espero que tengas un buen comienzo de día. Por cierto, te aviso que llegaré tarde hoy, invita a quienes desees en la tarde. Te quiero".
Lo dejé "en visto", no quería contestarle nada. No me sale ser hipócrita como él. No me interesa que me envíe un tonto mensaje saludandome por mi cumpleaños, quiero que me lo diga personalmente y que me mire a los ojos, solo para ver que no me desprecia y a su vez que me asegure que nuestra relación no está del todo destruida.
Aunque ¿A quién quiero engañar? Él y yo jamás volveremos a estar bien...
Termine de desayunar, tomé mis cosas y salí en dirección a la escuela. Esperaba al menos allí poder disfrutar un poco el día, esperaba tener la fuerza suficiente para fingir que mi vida sigue tan bien como siempre.
No quiero que me anden preguntando nada, mucho menos hoy que voy a ser el centro de atención a causa de mi cumpleaños, aunque soy de los chicos que llama la atención por cualquier cosa en general.
El día resultó ser bastante bueno, realmente me la pasé riéndome y conversando con mis amigos y gracias a Dios, no tuvimos ningún trabajo que hacer, de hecho no nos dieron ninguna tarea. En la tarde invite a algunos amigos a la casa, entre los que estaban Sigfrid, Maxi y Sara, para pasar una agradable tarde y de paso continuar festejando mi cumpleaños un poco más.
Ya eran las 19:30hs de la tarde cuando algunos de mis amigos decidieron abrir algunas cervezas muy a pesar de no tener permiso de beber alcohol, idea llevada por un amigo muy peculiar en verdad. Aunque es algo que venimos haciendo desde hace tiempo, de todas maneras nadie nos controla.
Nadie, excepto la inaguantable de Sara, quien nos reprende por no seguir las normas acordes a nuestra edad, aunque yo por ser mayor de edad si que podía beber, pero eso a ella no le interesaba ¡A veces se comporta como una verdadera entrometida y muy exagerada!
Y a falta de eso, hoy estaba haciéndome sentir especialmente molesto con ella. No dejaba de preguntarme a qué hora llega el tonto de mi padrastro, excusandose con que hace tiempo que no lo ve y siente deseos de saludarlo. Yo claramente sé que quiere "babearse" un poco al tenerlo tan cerca, y no es algo que me interese ver. Me dan ganas de gritarle que él no siente nada por "chicos de nuestra edad" ¡Es una ilusa! Al igual que yo.
Decidí salir un momento al jardín a tomar algo de aire fresco. Eso seguro mejoraría un poco mi humor. Tomé un cigarrillo, lo encendí y comencé a fumar esperando que el aire fresco de la noche y la nicotina me ayudarán a estabilizar mis emociones. Podía fingir alegría unas cuantas horas, pero ya estaba llegando a mi límite y mi amiga apresuraba el proceso gracias a su tonta admiración hacia Nahuel.
Además de eso no quería seguir presenciando lo bien que les va en el amor a dos.de.mis compañeros y amigos. Ellos ya son pareja desde hace un largo tiempo. Tampoco deseaba ver cómo Sigfrid seguía sufriendo por no atreverse a confesarle su amor a vaya saber quién. Me pone nervioso, porque ese sí que sería un amor que podría funcionar muy bien.
Y sin embargo ahí está él perdiendo el tiempo. En fin, no soy nadie para criticar éstas cosas ya que a mí me va de la mierda en esto.
— Así que aquí estabas — escuché la voz de Maxi quien estaba a pocos pasos de mí. Lo miré y noté que tenía su clásica sonrisa pintada en sus labios.
Luego volví la vista hacia el frente donde estaban unos cuantos arbustos y sonreí de lado a la vez que exalaba el humo del cigarrillo.
— Deberías dejar de aparecerte así Maxi — susurré.
Fue entonces que regresé mi vista hacia él al ladear mi rostro, no pude evitar de preguntarme cómo es que jamás me he enamorado de Maxi. Siempre tan atento, tan agradable, leal y sincero conmigo, definitivamente sería el novio perfecto. Además de ser muy atractivo con ese cabello negro y esos misteriosos ojos dorados junto a su piel del porcelana pálida. Es muy atractivo. Y yo aquí amando a un imposible. Qué absurdo todo ¿Cierto?
— Eres alguien muy extraño — añadi sintiendo mis mejillas arder a la vez que lanzaba el resto del cigarrillo al suelo, pisansolo para apagarlo.
Él simplemente asintió y enseguida dió unos pasos hacia mí, tomandome del rostro para que lo mirase a los ojos. Me perdí unos segundos en su dorada mirada, sempre había adorado esa parte de su rostro.
— No me importa como soy, siempre y cuando pueda obtener tu atención...Boris — aquello lo dijo con su misteriosa voz hipnótica.
— Pero...
— Sé que no me amas — me interrumpió acortando la distancia entre nosotros, sus labios casi rozaban los míos — Pero no voy a rendirme — murmuró y ví sus ojos centellar de ilusión — Sé que sufres por alguien y ya no quiero seguir viéndote así — Mierda. Sé lo que intenta decirme y no es nada bueno — Te amo — Ahí está. Lo que no tenía que pasarle, terminar enamorandose de mí. Y fue entonces cuando sentí ganas de llorar, no podía estar sintiendome tan frágil ahora. No soporto que me vean así de débil.