Amor Imposible

No Es Un Capricho

 Nahuel... — musité sintiendo mi corazón encogerse al ver su aflijida expresión
— Me alegra que estés pasándola bien en tu cumpleaños Boris — dijo y elevó levemente un paquete  que llevaba entre sus manos — Te dejaré tu regalo en la habitación, puedes cambiarlo si quieres

— P-pensé que llegarías tarde Nahuel — fue lo único que se me ocurrió decir, como si quisiera justificar el haber estado haciendo algo indebido en su casa, aunque no fuera así del todo ya que solo había sido un simple beso. 
— Quería sorprenderte — confesó esbozando una triste sonrisa — Pero veo que estás muy bien acompañado

Maxi y mi padrastro se miraron mutuamente, y pareció que esa mirada de ambos duro siglos pero fue mi amigo quien decidió romper el silencio formado. 
— Que bueno volver a verlo, señor Devereux - le sonrió inocentemente.

Mi padrastro enarco una ceja al oír aquello ya que no se esperaba esa reacción, después forzó una sonrisa falsa a simple vista.
— Lo mismo digo — soltó girándose ahora para ingresar nuevamente a la casa — Bueno no les quito más tiempo. Continúen con lo que hacían chicos — Pero antes de irse añadió —  Por cierto Boris, la próxima vez asegúrate de no traer alcohol a casa. Sabes que no me gusta que beban.

Y fue entonces que desapareció dejándome con una extraña sensación en el pecho, no por esto último sino por lo anteriormente dicho. No supe qué pensar ¿Acaso se había enojado por verme con Miaxi?

¿Le había molestado que me besara con él? Negué con la cabeza, no quería hacerme falsas ilusiones. Es absolutamente imposible que mi padrastro se haya puesto celoso por algo así, él no siente nada por mí más allá de lo obligatoriamente  fraternal al tratarse del viudo de mi madre.

— ¿Estará todo bien con él? - inquirió de pronto mi amigo, sacándome de mis pensamientos — La verdad no quisiera que se compliquen más las cosas entre ustedes.

Lo miré e hice una mueca con la boca. El bien sabía que la relación con mi padrastro hace tiempo que viene arruinandose. 
— Espero lo mismo.

A eso de la medianoche mis amigos ya se habían ido y otra vez volví a la realidad donde no todo es tan lindo como lo hago ver frente a otros. Ordené todo lo mejor que pude y luego me dirigí hacia mi habitación. Ví apoyado sobre mi cama aquel regalo que me habia traído Nahuel .

Suspiré y lo tomé para comenzar a quitarle el envoltorio.  Sonreí  al ver que se trataba de un videojuego que había deseado hace tiempo, pero lo que más alegría me daba es que sin saberlo directamente de mí sino por haberme escuchado decírselo a mis amigos un día que estuvieron en casa, recordó aquel comentario acerca de lo mucho que anhelaba que me regalaran esto. Es decir, presta atención a lo que digo y busca la manera de hacerme feliz a pesar de lo difícil que están las cosas entre nosotros.

Y sé que no debo pensar que mi padrastro no me quiere pero muchas veces, tras ver su mirada airada o repleta de desilusión me hace sentir inevitablemente de esa manera. Y es con estos pequeños gestos que me hace dar cuenta de cuán equivocado estoy...

— Debería ir a agradecérselo — musité para mí mismo dejando el videojuego sobre mi cama otra vez, dispuesto a ir en busca de Nahuel a su habitación donde sé que ha estado todo el tiempo que restó de la reunión en casa.

Toqué un par de veces antes de ingresar y cuando oí su voz del otro lado, dándome permiso para pasar, abrí la puerta y asome mi cabeza con cierta timidez.

— ¿Podemos hablar un momento? — pregunté buscándole con la mirada, encontrándolo sentado en la ventana, la cual estaba abierta, con una de sus rodillas flexionadas y su codo apoyado sobre ella a la vez que se disponía a fumar como pocas veces le he visto hacerlo.

Noté que llevaba puesto únicamente un cómodo pantalón deportivo azúl oscuro dejando su torso al descubierto, permitiendo que cada músculo de su abdomen y pecho resaltase gracias a las sombras generadas por la luz de la luna. Mis ojos se abrieron grande y mis mejillas enrojecieron al instante, no podía creer el maravilloso y sensual cuerpo  que Nahuel tenía.

¡Mierda, es condenadamente violable! Entonces él apagó su cigarrillo a la vez que expulsaba el humo de sus pulmones, haciéndome perder en sus tentadores labios ligeramente entreabiertos al exhalar y seguido a ello me miró afirmandome que estaba dispuesto a escuchar lo que sea que haya venido a decirle.

— Permiso — dije terminando de ingresar por completo a la habitación, caminando hasta dónde él se encontraba, intentando que mi sonrojo no se notará demasiado. Ponía en envidencia lo mucho que él me atraía. — Quería agradecerte por el regalo — musité cohibido al detenerme a su lado, no estaba acostumbrado a esto — Me encantó.
—  Supuse que sería de tu agrado — me sonrió tiernamente y revoloteó un poco mi roja cabellera, ese gesto me enamoró más. Basta ..

— Oye Nahuel — él tensó levemente su columna al oír mi firme tono de voz. Aunque de pronto senti mi labio temblar, no sabía si preguntarle o no, pero finalmente me animé y continué — ¿Estás decepcionado de mi? — las palabras casi quedaron en el aire, me encontraba muy inseguro

Nos quedamos mirandonos a los ojos con mucha intensidad, dejando que la iluminación natural de la noche resaltara más el brillo de nuestras miradas quedándonos momentáneamente en silencio.

Podía notar como en su mente intentaba buscar la palabra correcta para responderme, pero ninguna parecía convencerle. Hasta que se incorporó bajandose del borde de la ventana para tomar mi rostro, acunandolo entre sus manos como si fuese lo más delicado que hubiese visto, obligándome a mantenerle la mirada.

Y yo no me moví, permanecí expectante a la vez que disfrutaba de aquel suave tacto su mano tan cálida envolviendo mis mejillas, algo que he soñado miles de veces aunque bien sabía que su única intención era contenerme, no había propósitos románticos de trasfondo. O eso suponía yo.




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