Amor incantatores

Primera impresión

"Nunca se tiene la oportunidad de causar una segunda primera impresión" -Oscar Wilde-

DAMINOS
Llegamos nuestro destino. De entrada, la aldea no me pareció acogedora, tendré que acostumbrarme a su ambiente, pero este lugar, este castillo es..., tenebroso, no entiendo por qué nuestro padre nos tuvo que enviar tan lejos.
La oscuridad que me rodea no me tranquiliza, y tengo la sensación de que observan cada uno de mis movimientos, pero es imposible. "No hay nadie aquí" repito mentalmente como si de un mantra se tratara; me sobresalto al escuchar una ventana cerrarse con fuerza.
-Bartén, ¿qué fue eso?
-Sólo el viento Dami, no te preocupes estoy contigo- Me aprieta la mano con suavidad, lo que me reconforta.
-No me gusta este lugar, da miedo.
-No da miedo, es excitante- Responde mi hermano con alegría; le sonrío forzosamente y me obligó a seguir observando la instancia en la que nos encontramos.
De pronto, y salida de la nada a nuestras espaldas escuchamos una risa ronca, aterciopelada e innegablemente hermosa; hipnotizados nos damos la vuelta y lo que nos queda al frente es mucho más que hermoso, es..., de otro mundo. 
Un cabello despeinado y húmedo, es lo primero que observo, es notable el hecho de que acaba de recibir un ducha, cejas pobladas un poco levantadas, ojos dorados como la miel (jamás habría imaginado que existiera ese tipo de color de ojos) tiene un brillo perverso y seductor a la vez que me hace salivar; nariz fileña y respingona y unos labios..., no son grandes, pero tampoco pequeños, están contraídos por una sonrisa burlona que me hace querer lanzarme a sus brazos, ¡pero que estoy pensando! ¡Contrólate Daminos Worden! No puedo seguir viendo esos dientes perfectamente alineados, así que bajo un poco mi cabeza, porque sé que debo estar roja como un tomate..., gran equivocación..., unos brazos musculosos, un pecho prominente sin vello y unos abdominales muy bien trabajados me dan la bienvenida, ¿qué se sentirá pasar mis dedos por su cuerpo? ¿Será tan suave como parece? ¡Ya no más! Me regaño.
Levanto otra vez mi rostro, con una determinación flaqueante y él levanta una ceja como preguntándome si me ha gustado lo que he visto hasta el momento..., ¡qué vergüenza!
Se apiada de mí e inicia a hablar, no escucho lo que dice porque al dirigir mi mirada hacia mi hermano, no puedo creer lo que veo. ¿Acaso este hombre fue creado para hacer a las personas caer en tentación? Sí, a las personas, porque ni los hombres se salvan. Quiero darle un golpe a Bartén por la manera en que lo mira, ¿es que acaso no se da cuenta de lo obvio que está siendo? Sonrojado y con la boca entreabierta como si necesitara respirar sonríe cuando el hombre que está siendo devorado por nuestras miradas con su voz mágicamente hipnotizadora se presenta.
-Un placer conocerlos. Mi nombre es Alana Towsdent, y ésta es mi casa- Abre los brazos como señal para abarcar todo el castillo- No esperaba que llegaran tan pronto, me disculpo por mi aspecto, me cambiaré- Mira a mi hermano, luego a mí y finalmente posa la mirada en algo atrás de nosotros, lo que nos hace dar la vuelta. ¿En qué momento llegó ese hombre? - Fausto les enseñará sus habitaciones y nos veremos dentro de una hora en el comedor, deben estar hambrientos después de tan largo viaje- Camina unos pasos hacia nosotros, estrecha la mano de mi hermano, que parece que no puede dejar de mirarlo y finalmente y tomándome por sorpresa, levanta mi mano enguantada y me da un suave beso sin dejar de mirarme a los ojos, lo cual me hace estremecer. Después de una cordial reverencia se retira del salón, con una sonrisa encantadora. No es posible que un hombre sea tan perfecto, debe ser el cansancio que me está haciendo ver mal, pero aún así, no puedo dejar de sentir ese cosquilleo en mi mano e inconscientemente la rozo con mis dedos.
-Por aquí madame- Fausto sacándome de mi ensoñación me hace una cordial reverencia, es un hombre alto, moreno, con ojos oscuros, cabello rizado, nariz y labios gruesos, con una edad promedio de 40 años.
-¿Dónde está mi hermano?- Pregunto, y al instante me arrepiento por la brusquedad con la que hablé. Él me sonríe tranquilizadoramente- Su hermano ya subió a su habitación, madame, la cual queda contigua a la de usted. Si me permite llevaré su equipaje- Me sonrojo, no había pensado en eso y por supuesto no me di cuenta cuándo el castillo pasó de ser un lugar oscuro y tenebroso a uno lleno de luz y confiabilidad; definitivamente tiene que ser el efecto Alana. Le sonrío- Mi nombre es Daminos, pero mis amigos me llaman Dami- Fausto se sonroja, lo que me hace soltar una risita- Fausto, ¿te llamas así?- Asiente y le sonrío- No más madame, dime Dami. Muchas gracias por tu ayuda y cordialidad, ahora con tu permiso me retiraré a mi habitación, no tengas afán con el equipaje, creo que dormiré un poco, estoy muy cansada- con una última reverencia, me doy la vuelta y subo las escaleras que dirigen a mi habitación, no sin antes observar la sonrisa de agradecimiento que me dedica Fausto, seremos muy buenos amigos, lo presiento. 
La habitación es enorme, mucho más grande que la casita en la que vivía con mi padre y hermano, después de la muerte de mi madre..., si ella no hubiera muerto, tal vez mi padre no nos hubiera enviado tan lejos de nuestros amigos y familiares, tal vez nos querría. No puedo seguir pensando en eso, sacudo la cabeza para despejarme, cuando salí de casa en compañía de mi hermano, tomé la decisión de olvidar y dejar todo atrás; doy unos pasos más para adentrarme en el gigantesco cuarto recorriendo así la habitación con mi vista y una cama con dosel me llama, me lanzo en ella y como estoy tan cansada no me doy cuenta del momento en el que caigo dormida con guantes, vestido y zapatos. Sueño con un hombre perfecto que me dedica una sonrisa, que me invita a pecar.



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En el texto hay: amor, magia

Editado: 17.07.2018

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