Sábado y Domingo. Los dos días que, hasta hace poco, pasaba encerrada mirando televisión, se convirtieron en los días más esperados de la semana. Antes de Jimin todos los días eran iguales, sólo variando si trabajaba o no. No me malentiendan, no es que me esté quejando, me gustaba mi modo de vida porque yo misma lo había construido así, pensando que las cosas no iban a cambiar. Un volantazo del destino no era algo que tuviera entre mis planes. Hasta aquí, pensaba morirme sola... Debería marcar el día que conocí a Jimin como el año cero de mi calendario y el resto dejarlo en A.J y D.J, porque el giro de las circunstancias fue inmediato e instantáneo, como sacarse la lotería sin haber jugado.
Crear lazos con las personas lleva tiempo, esfuerzo y dedicación, son pocas las veces en las que la conexión surge de manera espontánea, llevando los niveles uno a uno hacia arriba a toda velocidad. Quizás conocemos a alguien que sentimos como un mejor amigo apenas a una semana de conocerlo o quizás conocemos a alguien que sentimos como algún tipo de guía o maestro, apenas lo escuchamos abrir la boca. El Big Bang de emociones que Jimin hizo estallar en mí, me tomó totalmente desprevenida y, al parecer, no fui la única tomada por sorpresa. Creamos un universo propio en tan sólo unas pocas semanas, como si nos hubiéramos conocido hace años. La leyenda del lazo rojo, empezó a no parecerme tan exagerada.
Sábado y Domingo. Los dos días que pasaban sin pena ni gloria, se convirtieron en gloria pura. Ese fin de semana en Jeju, nos la pasamos pegados el uno al otro. A veces hablando, a veces en silencio sólo contemplando el paisaje o caminando lado a lado enfrascados en nuestros propios pensamientos. El contacto físico constante y sonante no necesitó demasiadas palabras, las acciones hablan más fuerte que los gritos y la voz de sus acciones, es la más cálida y suave que haya sentido cerca de mí. Una brisa refrescante en pleno verano.
El Domingo, nuestro último domingo juntos por los próximos dos meses, comenzó temprano con los dos mirando el techo, simplemente esperando que el tiempo se detenga, pero no lo hizo. Las horas corrieron contra nuestra voluntad, sin importar lo que hiciéramos para frenar el reloj. La tristeza era palpable en la mirada de ambos, pero mantenernos fuertes era prioridad por lo que era un constante ir y venir de darnos ánimos mutuamente. Que puedo decir... Dentro de mí se sentía como si un torbellino estuviera intentando sacarme el corazón con fuertes vientos, pero por fuera todo se mantenía impávido, tratando de restarle importancia a la despedida que se aproximaba.
A pesar de tener planes para el próximo sábado, no vimos venir que el destino nos iba a dar otra de sus sorpresas, separándonos antes de lo esperado. Esa semana, adelantaron el comienzo del tour, por cuestiones relacionadas a entrevistas previas en el país donde la gira comenzaba: Estados Unidos. Corea era la última parada en su apretadísima agenda, el final del camino. De haber sabido que esto iba a suceder lo hubiera abrazado más fuerte, lo hubiese besado más tiempo, hubiese dejado su aroma impregnado en mí cómo una marca de pertenencia. Suena tremendista, lo sé. Pero de sólo imaginarme dos meses sin él, después de haberme enviciado de su presencia, resultaba en síndrome de abstinencia.
El lunes, una video llamada me toma desprevenida, mientras estoy buscando propiedades en la isla que sean viables para nuestro proyecto. Ese lunes, la noticia me golpeó como un huracán. Lo que iba a suceder dentro de una semana, iba a suceder al día siguiente:
— Hola, cariño —Jimin está cabizbajo en el preciso momento en el que la cámara se activó. Escondiendo su mirada de la mía, dejándome totalmente extrañada —Tengo que hablar contigo ¿Tienes tiempo?
— Hola Jiminie... Claro que sí. ¿por qué estás mirando el suelo, si se puede saber? —algo dentro de mí, me decía que una mala noticia se aproximaba. El sexto sentido o, simplemente, la actitud de mí querido Jimin que insistía en no mirarme.
— No quiero alargar esto, Vicky... Debemos irnos mañana mismo —así, de golpe. Sin ningún tipo de advertencia. No pude reaccionar al instante, mi cerebro estaba totalmente en shock, intentando asimilar sus palabras una por una —Victoria... —lentamente su cuello comienza a enderezarse, clavando su mirada nublada en la cámara frontal.
— ¿Entonces se van mañana? —sólo puedo reaccionar una vez que veo sus ojos frente a mí. Tuve que luchar contra mis sentimientos de enojo y tristeza, para contestar como si nada pasara. No puedo hacer que ese hombre se vaya, sintiéndose mal por algo fuera de su control.
— Si, mañana temprano apenas terminar de ensayar. Vic, no esperaba esto, te lo juro —sus ojos suplicantes pedían perdón a gritos y su mirada se nublaba otro poco a cada segundo. Respiré hondo, solté todo el aire lentamente para centrarme y al fin pude salir de mi estupor.
— Oye... Ya deja de mirarme así. No podemos esperar que todo salga a pedir de boca todo el tiempo ¿Verdad? —recupero mi centro tan rápido como me es posible —Estaremos bien, cariño. Vas a estar tan ocupado que, cuando quieras acordar, nos volveremos a ver.
— Lo sé. Sólo esperaba poder despedirme de ti apropiadamente... —suelta en un suspiro.
— ¿El fin de semana en Jeju no te pareció lo suficientemente apropiado? Cariño, ya no te preocupes, por favor. Te lo dije y te lo repetiré: disfruta de este momento con tus amigos, con tus fans, haciendo lo que amas. No me moveré de aquí hasta que regreses y te seguiré por GPS como una psicópata si eso te hace feliz —sólo intento sacarle una sonrisa, no quiero verlo así de triste. Mi último comentario aterriza correctamente, lo sé cuándo sus labios se curvan un poco, en un intento de esbozar una expresión alegre.
— Ya veo cómo llegaste hasta aquí y por qué me sentí atraído hacia ti desde el primer momento que te vi. Eres fuerte, Victoria. Más de lo que piensas —ahora sí, una sonrisa verdadera se plasma en sus hermosos labios carnosos.