Amor Infinito

LATTE DE CARAMELO

No puedo dormir Dai, tu recuerdo alimenta mi vida, ese maravilloso día que te conocí...

Es una tarde soleada, pero igual amo ir a tomar café por las tardes, y sentarme en el exterior, donde me da el aire, sintiendo la naturaleza y el encantador movimiento de los árboles, escuchar el canto de las aves... Y...  

—Buena tarde. Entro sonriendo a la cafetería, donde ya me conoce Ernesto el joven que me atiende.

— Hola ¿Cómo le va señorita?

—Muy bien gracias ¿Y a usted? ¿Tiene mucho trabajo?

—No, fíjese a estado normal como cualquier otro día de la semana. Siempre ha sido muy educado y nos hablamos de usted.

Siento que alguien está detrás de mí, pero no volteo.

—Me das un...  Me interrumpe sonriendo Ernesto.

—El mismo de siempre, ¿Latte de caramelo?

—Jajajaja ya lo sabes Ernesto, sí, por favor. (Al tiempo que le pago).

 El voltea a ver a la persona que sigue de mí...

—Ahora lo atiendo señor. 

—Ok.  Escucho una voz varonil, pero aun así no volteo, ahora sé que es un hombre. viene a mi mente un hombre alto, musculoso, atlético al sonido de su voz.

Me entregan mi cambio y me hago a un lado, para que pase el siguiente cliente.

—¿Que va a querer señor?

—"Lo mismo que ella". En ese momento volteo a verlo y vaya sorpresa veo sus ojos orientales, un hombre lejos de compararse con algún otro visto antes, bien vestido, con bastante personalidad y huele riquísimo. 

Le sonrío instintivamente y él me regresó una encantadora sonrisa.

—Un placer conocerte ¿Cuál es tu nombre, bella mujer? 

Jajajaja sonrío un poco más fuerte, no sé si de nervios, de temor, y le respondo...

—Viki ¿Y tú?

—Prometes no burlarte de mi nombre, será un juego decirtelo ¿Aceptas?

—No, como crees. Claro que acepto. 

—Si te ríes perderás y eso me da derecho a tomar revancha, tomaré algo de ti sorpresivamente, ¿Estás de acuerdo?

—Sí, no me gusta burlarme de la gente o de nombres.

—Me llamo Akihito.

—¿Cómo se pronuncia?

—Así como suena Akihito,  lo pronuncia de una forma curiosa que comienzo a reír, perdón, no me estoy burlando de tu nombre, solo de la forma que lo pronuncias en tu idioma, que a decir verdad hablas muy bien el español, pero me vino a la mente la raza de perros Akita, lo siento, lo siento.  Me llevo las manos para cubrir mi rostro apenada.

En ese momento me entregan mi café, salgo a la naturaleza, sonriendo apenada, dejándolo detrás, mirándome marchar.

Saco la silla de mi mesa favorita y la pongo de frente, a dos grandes árboles, donde viene directo el viento a mi rostro, a bailar con mi cabello, donde puedo contemplar el baile de cada hoja, el coqueteo entre árboles meciéndose encantadoramente.

Siento que alguien está detrás de mí, volteo tranquila y lo veo, ¡Aquí está el oriental de nuevo!.

—Me debes algo Vicky...

—Oye, no me burle de tu nombre.

Continúo volteando la silla,  pongo mi café en la mesa, mi bolso en la siguiente silla y me siento tranquilamente.

Se acerca a la mesa y pone su café al otro lado de mi mesa, cuando se agacha a tomar la silla del lado mío, pone su rostro justo frente al mío.

—Lo siento, pero debo cobrar mi intercambio.

Me roba un ¡BESO!.

Justo con su impulso mi cuerpo se recarga en el respaldo de la silla, medio cuerpo de él está encima de mí, mis manos torpes no saben qué hacer, cómo colocarlas justo por arriba de él, cuando las puedo pasar por debajo a su pecho para empujarlo, él se retira sonriendo.

—Listo, deuda cubierta.

—¿Cómo te atreves a besarme? ¡Igualado!. 

—Tenía que hacerlo, la otra opción era robarme tu café, pero tenía que seguir viéndote, no quise dormir hoy en una celda.

—Pero si vas a dormir con los golpes que te daré. Mientras me pongo de pie muy molesta.

—!Oye! soy karateca, no te lo recomiendo, cualquier intento tuyo por golpearme si lo fallas te daré otro beso, por cada fallido movimiento, ¿Si estás de acuerdo?  !golpéame!.

—Claro que lo intentare, y será sorpresivo como tu beso. Y dime ¿Quién te permitió que te sentaras a mi lado?.

—La vida... El destino... Tu café que se sintió solo sin el mío. Jajajaja 

—No eres muy bueno contando chistes he. 

—¿Y qué tal besando?

—No seas arrogante.

—No lo soy, solo quiero saber si te gusto mi beso, ¿Si puedo volver hacerlo, con tu permiso?

—¿Por qué? pregunto extrañada

—A mi si me gustó besarte y quiero volver hacerlo.

—No te atrevas. Y tomo mi café, para impedir se me vuelva acercar, le doy un sorbo. Lo veo que hace lo mismo y lo cuestiono, ¿Tratas de imitarme?

—No, quiero probar si realmente tu café es igual que el mío. 

Se acerca inmediatamente que no me doy cuenta, y vuelve a besarme... Lento... Conociendo mis labios... Probando, extrayendo restos de café de mis labios, jugando con su lengua, Y YO LE CORRESPONDO.

—Sí, son de latte de caramelo los dos, pero creo que el tuyo es más dulce, tendré que besarte de nuevo cada vez que le des un sorbo para recompensar el mío, con lo dulce de tus labios.

Mis ojos lo ven detenidamente, nunca antes sentí lo que estaba sintiendo, mis ojos dilatados, mis manos ansiosas por abrazarlo y mi cuerpo sentía deseo al tocar sus brazos. ¡Diablos! ¿Qué me pasa? Un desconocido me besa. ¡Y me encanta!.

Decido ponerme de pie y retirarme. Te regalo mi café para que endulces el tuyo, Oriental atrevido.

—Gracias, que amable eres, lo voy a disfrutar mucho. Veo que lo acerca al suyo.

Volteo extrañada a verlo, y sonríe viéndome de una singular forma. 

—Sabes... ¿Cómo me dijiste que te llamas? ¿Hito, chinito, Akita? ¿Cómo era?

—Si te digo mi nombre me amaras, ¿Estas segura que lo quieres escuchar?

—jajajaja nada más eso me falta, que aparte de besarme, logres en un día enamorarme.




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