Narra Jackson:
Pasado, cuantas veces ese ha sido el maldito problema de la humanidad. Siempre dicen que hay dejarlo atrás, pero ¿Qué haces cuando este persigue? ¿Cuándo no te deja en paz? ¿cuándo trae culpa y dolor consigo?, y peor aún, porque nos obligan a recordarlo cuando es claro que no queremos hacerlo.
No quiero recordar mi pasado, no por lo oscuro que este me parezca, sino todo lo contrario; esta tan lleno de luz y alegría que al mirar al frente solo veo negrura, no hay nada que me haga volver a ese lugar, y tampoco mucho como para continuar adelante.
Emily me ha abierto su corazón, ha depositado su confianza en mí, dejando caer una carga que por años ha tenido que soportar sola, no imagino el dolor que la culpa le ha traído, y tampoco soy capaz de asimilar las palabras que de su boca han salido; siempre la considere alguien benévolo y dulce, tal vez un ángel; pero una vez más me equivocado al juzgar a las personas. No la odio, pues sé que es sincera, o me esfuerzo por creer; es cierto que algo se rompió en mi interior, al saber que yo sigo con vida y no fui más que algo que limpia sus culpas, pero también siento que merezco mucho, así solo debería estar agradecido ¿cierto?
–Jackson – hablo Emily con suave voz – ódiame si así lo desea, no te culpare por hacerlo, te mentí por muchos años, y tal vez creas que todo lo que hicimos por ti fue por culpa, y si, tal vez sea cierto, pero en el fondo te estimábamos; sé que ahora todo lo que diga carece de importancia, no culpa que dudes de mí, tampoco si ya no quieres saber nada de nosotros; esperaste paciente mientras yo te decía toda la verdad, pudiste marcharte en cualquier momento, mas no lo hiciste, si lo haces ahora no te detendré–
Guarde silencio, mire los papeles que sostenía aun entre mis manos, durante toda su historia no los solté, loas mantenía a mi lado; eran un tesoro invaluable, una que me brindaba la oportunidad de parecer más humano, de librarme de mi lado maldito; es cierto, Emily y Henry me habían mentido, pero no todo podía se falso ¿no? Me habían dado este regalo, esta esperanza; ellos eran buenas personas, lo eran, estaba seguro; sus errores no cambiaban su naturaleza, buscaban algo mejor, buscaban acabar con esta maldición; pero Henry murió antes de lograrlo.
Respire hondo, doble con cuidad cada uno de los papelitos que tenía en mi manos, los metí en una de las bolsas de mi chaqueta, hice lo mismo con el frasco; levante la vista y mire a Emily, quien permanecía expectante.
–No me iré – dije por fin, Emily dejo escapar un suspiro de alivio – tampoco los odio – continue hablando y ella parecía más contenta – pero…– su alegría desapareció – te pido tiempo; realmente quiero creerte, creer que todo lo que vivimos fue real, les agradecidos y tengo una gran deuda con ustedes, pero, aunque intente justificar tus acciones llego un punto en tu historia en el que ya no me fue posible –
–¡Crecí creyendo que hacia lo correcto Jackson! – comenzó a habar apresuradamente, sus ojos se cristalizaban con cada palabra – ¡sé que salvar unas vidas no traerá de regresos las que quite! y por más que me arrepienta no puedo cambiar el pasado, no busco justificación, solo…no me odies–
–Dije que no puedo odiarte, porque a pesar de todo, ustedes eran lo único que tenía; si te pido tiempo no es porque sienta repulsión hacia ti, aun si lo intentara no me creo capaz; pero… mi pasado, al igual que el tuyo me persigue; confié en las personas equivocada y tu viste lo que eso causo–
–Después de todo lo que te he dicho, entiendo que desconfíes, pero ten en claro algo – dijo tomando mis manos entre las suyas – jamás, en ningún momento, pensamos en hacerte algo o te vimos diferente –
–Por eso te pido tiempo, porque quiero creerlo, realmente quiero hacerlo, quiero poder verte y ver a la Emily que conocí hace 18 años, ver que todo lo que me mostro, todo lo que dijo y las horas que pasamos charlando y bromeando, no fueron una mentira –
–No fueron una mentira –
–Necesito tiempo para creerlo, no quiero hacerlo a medias–
–Entiendo– dijo – si quieres marcharte…–
–No quiero hacerlo – respondí – si me marcho… ¿Quién cuidara de Lía? – respondí con un atisbo de sonrisa.
–Sabía que podía contar contigo – respondió
–A pesar de todo, estoy en deuda con ustedes – dije y me levante para dirigirme a la puerta – además… el sol ya ha salido, aunque quisiera, no puedo irme –
Cuando salí de la habitación lía estaba en la mesa del comedor, tenía una taza de café humeante entre sus manos, golpeteaba la taza con sus dedos impaciente, no pareció notar mi presencia hasta que me acerqué lo suficiente y mis pasos retumbaron en medio del silencio; ella dio un respingo al notarme a tan escasa distancia.
–Han…– dijo dudadita – ¿han terminado de hablar? – asentí – Cómo… ¿cómo está mi madre? –
–Supongo que estará cansada, probablemente ya este durmiendo – comente.
–¿Gusta una taza de café? – dijo señalando la mesa para que tomara asiento junto a ella.
–Gracias, pero no puedo consumir alimentos humanos – dije.
Lía parecía incomoda con mi presencia, y no la culpo, yo tampoco me encontraba muy cómodo en esa situación, estaba más acostumbra a que la gente salir huyendo en cuanto me veían y descubrían lo que era, que el tenerla a ella frente a mí, intentando ocultar su temor por miedo a ofenderme me Asia sentir incluso peor. El miedo que infundí era comprensible, había entendido que era una reacción natural, sabia como reaccionaria la gente huirán o se mostrarían a la defensiva, pero con lía… no sabía cómo reaccionar ante su supuesta calma.
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Editado: 30.08.2023