Solo amigos.
—En efecto, te está mirando —susurra Sarah, inclinándose disimuladamente en su asiento para mirar al final de la mesa.
—Solo ignóralo.
Sarah sonríe incorporándose sobre su asiento.
—Entiendo el motivo por el que no quieres involucrarte con él, pero, de verdad, ¿no te gusta?
Honestamente no es que no me guste, quiero decir, no soy ciega, es jodidamente ardiente y es totalmente mi tipo, pero no vine aquí en busca de una relación. Dudo por un momento y volteo disimuladamente hacia el final de la mesa. Mason me está mirando sonriendo. Desvío la mirada apenada y le doy un trago a mi jugo de manzana.
—No, no me gusta —digo, encogiéndome de hombros.
El ambiente está impregnado de olor a comida frita de la cafetería, pero, por alguna razón a nadie parece importarle.
—¿Sigue mirando? —pregunto.
—Sí, sigue mirando —responde Sarah, antes de dar una mordida a su sándwich.
Niego sonriendo. Desde la carrera de motocicletas Sarah me ha estado insistiendo en que debo darle una oportunidad a Mason. No sé qué es lo que él le dijo para que ella sea tan insistente con eso. Suspiro profundamente antes de morder mi sándwich de pollo.
—Hola, Connor —dice Chad, saludando al chico que acababa de sentarse a mi lado.
Volteo a verlo. Sus ojos grises contrastan con la playera que llevaba del equipo de lucha de Berkeley.
—¿Qué tal Chad? —saluda en respuesta mientras deja su bandeja sobre la mesa.
—Te perdiste de algo épico amigo —comenta Chad, lo suficiente bajo para que Connor escuche.
—Ya ni me digas, tuve que asistir a una cena con la nueva novia de mi padre —agarra una papa frita y la sumerge en el bote pequeño de cátsup.
Miro a Chad y después a Connor. ¿Cuántas personas en el campus conocen el pentágono?
—Te veré ahí la próxima vez —dice Connor, en voz baja.
Chad asiente y regresa a su plática con Sarah. Al parecer ese día arreglaron las cosas bastante bien, Chad se ha disculpado conmigo y ha prometido no volver a gritarme, de igual manera le he pedido disculpas, pero he decidido mantener mi distancia con él. Por experiencia sé que seguirán ocurriendo este tipo de cosas, ambos tenemos personalidades que no combinan, pero independientemente de eso es el novio de mi mejor amiga y mientras ella esté con él prefiero mantener mi distancia.
—Estás sentado junto a mi chica, Connor.
Me doy la vuelta rápidamente. Mason está parado detrás de Connor sosteniendo su bandeja del almuerzo. ¿Qué rayos está haciendo? Connor me mira sorprendido, después a Mason y regresa la mirada hacia mí.
—¿Eres una de sus chicas? —pregunta sorprendido.
Niego frunciendo el ceño. ¿Quién se cree este imbécil para decir semejante estupidez?
—Eso quisiera —digo, mirando furiosa a Mason.
Connor me mira dudoso y se gira hacia Mason. Este tiene una mirada de pocos amigos. Connor agarra su bandeja y se mueve hacia el final de la mesa murmurando algo inaudible para mí. Volteo hacia Mason. ¿Cuál es su problema? Mason deja su bandeja sobre la mesa y toma asiento en la silla junto a mí. Regreso mi atención a mi sándwich ignorando por completo su presencia. Lo escucho reír bajito.
—Hola, Gin-tonic.
Miro su bandeja ignorando su saludo. Sobre esta hay lo que parece ser una especie de revoltijo. ¿Tan siquiera es eso comestible? Repentinamente se me ha quitado el hambre.
—¿Qué rayos es eso? —digo, señalando su bandeja.
Mason toma su cuchara y agarra un poco de revoltijo para después llevarlo su boca y saborearlo. Lo miro asqueada, las ganas de vomitar aparecen.
—Ni idea. Pero, ¿Quién soy yo para juzgar la comida de la cafetería? —se encoge de hombros y lleva otro bocado a su boca.
La mayoría de las chicas a nuestro alrededor nos miran furiosas y una que otra tiene una expresión curiosa. ¿Qué tanto me miran? Están comenzando a fastidiarme.
—¡Dejen de mirarme! —les grito.
Las chicas apartan la mirada rápidamente. Regreso la mirada hacia Mason.
—Te va a hacer daño —digo haciendo una mueca.
—Eres una bravucona por lo que veo —ríe bajito—. Me agrada —guarda silencio por un momento y después vuelve a hablar—. ¿Qué debería comer según tú? —pregunta.
—Cualquier otra cosa menos eso —digo, señalando lo que queda de revoltijo—. Y no soy una bravucona. Simplemente me fastidia que me observen como si fuera una atracción de circo.
Me encojo de hombros. Mason sonríe y da un trago a su vaso con agua.
—Bien. Entonces, dime qué debería comer.
— ¿Justo ahora?
—Sí. Pero no hablo de ahorita, ya comí, hablo de más tarde.
¿Más tarde? ¿Se refiere a la hora de la comida?
Editado: 21.10.2021