El auto se aparcó en el estacionamiento de aquel hospital, NamJoon permaneció en el auto por algunos segundos más. Gotas de lluvia caían afuera mientras el parabrisas limpiaba el vidrio del auto. Kim NamJoon soltó un suspiro fuerte , y bajó del vehículo, caminó un par de pasos e ingresó a recepción, la mujer lo recibió con una sonrisa.
— Otra vez aquí, Joven Kim. —Namjoon le devolvió la sonrisa e hizo una reverencia a aquella mujer. — Ya conoce las reglas, no haga mucho ruido y manténgase al margen. Habitación 123.
— Como siempre... Gracias. —Ambos se asintieron y Kim NamJoon fue en busca de la habitación.
Cuando la encontró, se mantuvo frente a ella pero después de unos segundos ingreso en ella. El sonido de aquel aparato se escuchó en cuanto la pieza fue abierta, un tubo respiratorio y las colchas típicas de una camilla de hospital. NamJoon suspiro.
— Así que... He vuelto otra vez. —Sonrió débilmente y tomó asiento al filo de la cama. — Han sucedido varias cosas en casa, por eso me ausente por más de un mes... ¿Cómo has estado?
En la habitación se escuchaban los susurros de un hombre junto a los pitidos de una máquina que mantenía viva a otra. Este era el cruel destino que Kim Taeyang había diseñado para el. Este era el cruel punto débil que ese gemelo malvado había usado para escapar de la muerte. Kim NamJoon no pudo evitar reír mientras pensaba detalladamente en ello.
De hecho el mismo se había tratado de convertir a aquella chica en su nervio no era extraño que su enemigo lo hubiera usado como su talón de Aquiles. Era bastante ingenuo.
Ha pasado 1 año... 12 meses desde que Yoon Sunmi cayó en un coma, todo después de haber sido atropeyada por un hombre extraño que desapareció junto a Kim Taeyang, aunque lo consideraron una mera coincidencia accidental, la realidad era que dichos sucesos estaban más que planeados para ocurrir.
NamJoon cayó en la trampa.
Capítulo 23. Infiltrados Pt.2
Kuanlin gruñó por décimo quita vez en el día, se encontraba hecho una bolita exactamente encima de una montaña de ropa femenina y cosméticos de belleza así por el estilo: bolsos, tacones, colorete, labiales y pulseras típicas que usarían las mujeres. Pensándolo bien ciertamente no le disgustaba el maquillaje o los aritos, lo que le molestaba eran los vestidos escotados y esos tacones de porquería... ¿Qué las mujeres no se sentían más cómodas con unos tenís, jeans y una camisa decente? ¿Por qué tenían que enseñar tanto sus piernas y sus clavículas?
Kuanlin estaba cuestionando así la vida de las mujeres y entre ellas la suya propia. Estaba consciente de que cuando veía a una mujer las encontraba más atractivas con esos vestuarios, pero se trataba de el, ¡¡El!! ¡Usando ropa de mujer!! Lai Kuanlin juró en su mente que jamás juzgaría a una mujer por vestirse tan formar o como ella quisiera.
— Llegue, llegue, llegue. —Saludó Wooseok poniendo las dos últimas bolsas encima del sillón. — Gracias a que Mile prometió quedarse en casa de su amiga tenemos nuestras vidas falsas bien cuidadas.
— No se escucha muy bonito que te llamen Lai Linlin ¿O a ti te parece bonito "Jung WooSik"? —Le reprochó el taiwanés poniéndose de pie.
— agradece que debido a nuestra altura no usaremos tacones reales sino unos bajos... —Suspiró Wooseok con rencor. Kuanlin soltó un bufido. — Hoy tenemos nuestra primera misión, JinWoo dijo que Riu se reunirá con un nuevo socio del mundo narcomenudista, es nuestra oportunidad para acercarnos.
— ¡No pienso ir ahí! Aún no estoy listo... —Wooseok lo miró de mala gana—. ¿Cuando es?
— Está noche. A las 9:00.
Lai quería lanzar una rabieta al cielo e insultar a ese zarigüeya roja en nombre de todas las groserías que conocía, pero no hizo más que tragarse todas esas ganas y subir a su recámara en busca de la peluca y el vestido que encajara mejor con el.
Después de restregar entre todas las prendas enviadas por TN y Jisoo finalmente encontró una que le gustó. Sus gustos no estaban tan mal después de todo, era simple psicología inversa. Mientras se maquillaba se imaginó cómo sería una chica agradable y delicada a su vista, al final, cuando se vió en el espejo quedó más que satisfecho de su trabajo.
Se colocó unos tacones que a simple vista parecían muy altos pero en realidad no pasaban los 2 centímetros. Riu era un amante de las mujeres, ¿Se fijaría entonces en los centímetros de un tacón cuando lo que realmente le interesaba estaba en la cara, la cintura y el pecho?
Tres golpecitos retumbaron en su habitación y al instante escuchó la voz de su compañero. — Kuanlin-ssi... ¿Estás listo?
— ¿Ya son las nueve acaso? —revisó su reloj y efectivamente faltaban menos de 30 minutos para que marcaran las 9 en punto. — Voy enceguida Hyung...
Acomodó mejor su cabello falso, práctico un poco con los tacones y finalmente abrió. Ahí, frente a él se encontraba una hermosa jovencita con unos aritos de cruz y un vestido rojo, sus brazos estaban siendo cubiertos por una gabardina negra larga. Su pelo estaba igualmente suelto y un pequeño flequillo a los lados. Kuanlin soltó un suspiro inconscientemente.
— ¿Estás bien? ¿Te sientes bien? —Preguntó Wooseok ayudándolo a retomar la cordura.
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Editado: 21.03.2022